Amortentia peligrosa

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Estaba muy concentrado en Hermione, que según ella cada día se sentía mejor y que no era necesario que estuviera tan atento, pero para sorpresa de ambos, era la primera vez que el hombre tenía ese trato.

Y tan concentrado estaba en realizar las pociones necesarias para la recuperación de Hermione, que siquiera notó que ese día, era San Valentín. En realidad no le interesaba esa fecha en absoluto, pero todos los demás la utilizaban como oportunidad... Y así lo vio, como esa tarde de sábado, llegando a la enfermería con las pociones para Madame Pomfrey y específicamente las de la castaña, en la entrada se encontró con varios muchachos que estaban peleando con Madame Pomfrey para pasar aunque fuera un segundo.

-¡Les he dicho que no, la señorita se encuentra en estado de descanso, y dudo mucho que este gentío le permita descanso!- La anciana, cansada, vio como Snape aparecía entre todos esos muchachos de distintas edades.

-¿Qué están haciendo?- Preguntó fastidiado Snape, y todos voltearon a mirarlo. Severus vio, como la mayoría traía flores, tarjetas y hasta peluches. Y luego cayó. Era San Valentín.- Hay una alumna descansando en la enfermería, ¿y ustedes están molestando en la puerta? Más vale que salgan de aquí antes de que comience a quitarle puntos a todas las casas.- Todos fruncieron el seño y se fueron. Madame Pomfrey le agradeció y luego se sorprendió de verlo.

-Que sorpresa verlo, profesor Snape. ¿Cómo se encuentra?- Snape con el seño fruncido se acercó hasta la puerta.

-Bien, Madame Pomfrey.- Contestó en seco.- Le he traído las pociones que me pidió, y una más para Granger.- La mujer asintió y se corrió de la puerta para dejarlo pasar. Snape, no muy cómodo, lo hizo y cuando volteó para ver la camilla de Hermione, alrededor, había flores, globos y frente a su camilla, una pila de cartas. La castaña estaba hundida en su libro mientras que se vendaba el brazo.

Esos días que había estado allí, la muchacha cada vez se sentía mejor y sentía que podía irse, pero la insistencia de la enfermera, y del mismo Snape, hicieron que siguiera esos días allí, en esa enfermería.

Tan concentrada estaba, que no había notado la presencia de ambos. Cuando volteó, Snape inclinó la cabeza para saludarla.

-Profesor Snape.- Le devolvió con una sonrisa disimulada.

-Veo que está mejor, Granger.

-Así es, e insisto que podría estar en mi habitación y...

-No.- Dijo de inmediato Snape. Madame Pomfrey no se sorprendió de su severidad, y decidió darle su privacidad a los dos. Tal vez Snape tenía cosas que hablar sobre pociones con Granger... Así que se fue, con las pociones que Snape le había dado.

Hermione terminó de vendar su brazo derecho y lo movió para ver si no se soltaba, y quedó perfecto. Snape se adelantó lentamente como solía hacerlo y acercó una silla a la cama de la muchacha. Se sacó su capa y la dejó sobre esta. Luego, se sentó elegante. Hermione le sonrió y costado, fijándose de que la enfermera no estuviera.

-Hola.- Volvió a saludarlo con más familiaridad.- ¿Quieres?- La castaña le extendió unos bombones de chocolates de la mesa.- Ginny me los dio.- Severus frunció el seño, recordando que no tenía nada para ella.

-No, gracias.- Dijo negando el chocolate.- Temo que yo no tengo nada para usted, señorita Granger.- Hermione negó con la cabeza sonrojada.

-A decir verdad... yo tampoco. No recordé que era San Valentín.

-No recordé que era San Valentín.- Dijeron al final al unisonó. Hermione sonrió ampliamente y Snape lo hizo a medias. Miró su brazo izquierdo.- ¿Marcas de guerra?- Preguntó tomando su mano lentamente para que la castaña viera a qué se refería.

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