El ministro

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Como Hermione se lo había propuesto, le dio el espacio que creyó necesario para Severus, dándole a este al final, una señal errónea. ¿Acaso era ahora Hermione quien quería alejarse? Severus se intrigaba por la falta de conversación que no le estaba dando. Y además de eso, veía como en su tiempo libre, iba a ver a Espesa para tomar el té como solía hacerlo.

Y le molestaba, se molestaba consigo mismo al intrigarse, preguntarse y sentir que una parte de él no estaba. Hermione tal vez no se quedaba un poco más de tiempo después de la clase, que era lo que generalmente hacía. Ahora se despedía de Severus y se iba a su alcoba. Y así estuvo toda la semana.

Las señales erróneas de ambos provocaron algo de dudas. La falta de interés de Snape en Hermione, le dio a entender que el pelinegro solo necesitaba un poco de acción para hartarse o terminar de lleno algo que no había comenzado. Y en realidad era que Snape no quería molestar a la castaña y darle su espacio, como Hermione hacía con él. Sentados en su habitación fruncían el seño pensando, ¿y ahora qué?

Llegado el sábado, Mcgonagall mandó una carta a cada uno de los alumnos interrumpidos y sus tutores. Esta decía que ese mismo sábado, el ministro de magia y unos colegas más vendrían para ver la situación en el castillo. La castaña en parte se intrigó, ¿quién más vendría con el ministro? Pero volviendo al ministro, recordó el juicio de Snape y su actitud. Volvió a negar con la cabeza y solo decidió vestirse con lo necesario, ni tan formal ni tan casual. Se acomodó el cabello en un rodete medio despeinado y salió de la habitación.

La mayoría de los estudiantes estaban en Hogsmeade, mientras que los de camisa blanca, estaban yendo a un salón aparte para el encuentro.

Una vez allí, vio como el salón estaba con una mesa larga a un costado con algunas cosas para comer y dentro, estaban todos los profesores. Snape se encontraba hablando seriamente con Sprout, quien le comentaba que las plantas que él necesitaba estarían listas en una semana más.

Hermione sintió un leve retorcijón en su estomago pero siguió en su grupo con sus amigos intentando parecer tranquila. El ministro estaba con tres personas más y entre ellas, uno de los hombres que había evaluando el trabajo de Hermione y la aceptó para comenzar las practicas en el ministerio. La castaña se enderezó un poco más.

-¡Hola a todos!- Dijo animado el ministro.- Me alegro de que estén bien y lamento interrumpir su fin de semana tan bonito. Solo queríamos pasar para ver como venía el programa de este año: "alumnos interrumpidos"- Ron levantó la mano y el ministro lo apuntó para que hablara.

-Sigo pensando que el nombre no fue nada practico para nosotros.- Los cuatro hombres se rieron asintiendo con la cabeza.

-Lo sabemos, luego nos dimos cuenta. Pero en fin, me he enterado por Minerva que se apodan los "camisa blanca".- La mayoría asintió con la cabeza entablando una conversación con le ministro. Snape estaba con las manos detrás de su espalda y serio, como de costumbre.

De tanto ir rotando y acercándose a la mesa o moviéndose, Hermione, sin pensarlo o quererlo, terminó al lado de Severus. Cuando miró a su costado, el hombre estaba allí mirando detenidamente el ministro o a los alumnos desde arriba. Desde esa postura, Hermione notó la gran diferencia de altura. Severus era alto...

Mientras estaba sumida en sus pensamientos, Severus giró a mirarla y enganchó su mirada por accidente. La castaña se sonrojó y bajó la suya mirando hacia otro lado. Severus hizo lo mismo, pero un poco inquieto.

-Señorita Granger.- Saludó entonces algo enfadado. La castaña, que se estaba estrujando la mano sola, volteó sorprendida y lo saludó tranquila.

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