Lo más importante

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Los ojos le pesaban, pero lentamente fue abriéndolos. Vio, al principio, todo borroso. Pero luego de parpadear varias veces, reconoció dónde estaba. En la enfermería y por lo visto era todavía de dia. Quiso moverse, pero un ardor que le recorría la mitad del cuerpo la invadió, miró su brazo derecho vendado completamente, como su torso. Y vagamente, recordó una explosión y quemaduras.

-Miren quien volvió.- La voz le era conocida, y cuando volteó a mirar, el profesor Espesa estaba sentado al lado de la camilla de Hermione. Le sonreía amigablemente.- Hola, señorita Granger... Nos dio un gran susto.

-Profesor... Espesa.- Dijo con la garganta reseca. Y por eso, el hombre sirvió un vaso con agua y le extendió una pajilla para que bebiera. Hermione así lo hizo y luego volvió a mirarlo.- Profesor... ¿Cuántas horas pasaron desde lo que pasó?- Espesa alzó las cejas sorprendido.

-No, Hermione... Estuviste inconsciente dos días...- La castaña abrió los ojos.- La enfermera iba a tomar el asunto en sus manos, y menos mal que despertaste, Hermione, porque un día más inconciente y te mandaban a San Mungo... Estoy muy contento por ti...- El rubio miró sus vendas y le sonrió.- Las pociones que Snape le provino a Madame Pomfrey estás haciendo su efecto, pero debe reposar.- Entonces lo recordó, Se había tirado encima de Snape...

-¿Cómo se encuentra el profesor Snape? Estaba muy cerca del caldero que explotó...-

-Muy bien, creo que viene y la pasa a ver a la noche luego de cenar. Sus amigos también lo hacen. Ahora iré a avisarles a los muchachos que despertó. Y por cierto, es hora del almuerzo.- El hombre se levantó y le avisó a la enfermera que Hermione despertó, y de inmediato esta vino a atenderla.

Minutos después llegaron sus amigos, con globos, dulces y algunas flores (que confesaron, arrancaron del jardín) Hermione estaba contenta de verlos. Y le enterneció que fueran tan atentos, mostraron mucha preocupación.

-La enfermera, nos dijo que tal vez debas estar una semana con las vendas... ¿Te duele, Hermione?- Preguntó Ginny.

-Un poco, me arde... Pero no recuerdo nada luego de la explosión, ¿cómo llegué aquí?- La pelirroja, se puso algo nerviosa y un poco más roja.

-Fue muy repentino, pero tú y Snape cayeron al suelo justo a tiempo. Y este, al ver que estabas inconciente, te alzó y salió corriendo para venir a la enfermería. Cuando Madame Pomfrey ya te estaba atendiendo, todos seguíamos en las mazmorras y nos asustamos cuando el profesor entró cerrando la puerta con muchísima fuerza. Estaba muy encolerizado, Hermione... Y asustó mucho a los chicos de Slytherin descontándole puntos y hasta castigándolos... Nunca había visto a Snape tan enojado como lo estaba ese día.- La castaña se sonrojó un poco. No creyó que demostrara tal dureza... Pero por dentro se enterneció un poco al saber que él la había traído.

Siguieron hablando un rato más, hasta que la enfermera los echó a todos, Ginny le dejó un libro que dijo que había sacado de la habitación de Hermione. Era uno muggle. Después de su partida, la castaña leyó un poco y después se durmió.

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No sabía la hora, pero de una cosa estaba segura, era de noche y muy tarde, pues siquiera la puerta del despacho de Madame Pomfrey estaba abierta. La luz de la luna entraba por la ventana y cuando giró su cabeza para poder enfocar el lugar y lo vio sentado a su lado. Estaba recargado en el respaldo de la silla leyendo el libro que ella había dejado abierto antes de dormirse.

-Hola.- Le dijo la castaña sacándolo de sus pensamientos. En seguida, el pelinegro dejó el libro en su mesita y la miró. Se recargó con los codos en la camilla un poco más cerca de ella para susurrar.

-Hola de nuevo, señorita  Granger.- Era tan reconfortante verlo bien. Le sonrió con mucho cariño y él hizo lo mismo de costado.- No es justo, ¿sabe? Yo siquiera tengo un raspón.- Se reprochó con odio.

-Snape.

-Pero le aseguro que los causantes de esa explosión no olvidarán mi rostro atormentándolos por mucho tiempo.

-Snape...

-Además, estoy fabricando más pociones para...

-Snape.- La castaña le tomó la mano. El pelinegro se detuvo en ese momento, no le había prestado atención. La miró a los ojos.- Míreme... Estoy bien.- Severus frunció el seño viendo sus vendas.- Son heridas superficiales... Y estoy segura que con sus pociones me recuperaré pronto... Estaré bien.

-Usted me salvó...- Hermione se sonrojó un poco y para dispersar sus nervios dijo divertida.

-Estamos a mano.- El pelinegro le sonrió de costado y luego tomó su mano para besarla. La castaña se puso aún más roja. Todo lo que se decían era en susurros...

-Prometo que se mejorará...- La castaña sintió sonriéndole para tranquilizarlo.- Debo confesar, que cuando vi que no despertaba... me preocupó.

-Lamento eso...

-No.- El hombre se detuvo y luego volvió a hablar.- Me he dado cuenta de que usted...- Hermione lo miraba a los ojos. El hecho de que fuera susurro hacía que la situación la enterneciera más.- Es lo más importante que tengo ahora... Granger.- La castaña levantó su mano izquierda con una sonrisa para pasarle por detrás de su oreja un mechón de su pelo negro.

-¿Significa que dejará de intentar de alejarme?- Snape miró hacia otro lado.

-Tal vez.- Hermione sonrió complacida Y Severus se levantó para recargar su peso encima de sus brazos sobre Hermione para mirarla desde arriba. Tenía la cara seria, pero verla para él era lo más reconfortante. Hermione sintió como una de sus manos le acariciaba la mejilla y lentamente se acercaba. La castaña lo miró a los ojos.

-Usted también es lo más importante que tengo ahora, profesor Snape...- Severus sonrió de costado y luego la besó en los labios tiernamente para no causarle ningún dolor de más. Luego se volvió a sentar y le tomó de la mano.- Ahora... Eh dormido mucho sabe... ¿Me leería un capítulo del libro? Luego debe irse... Tiene clases mañana temprano.- Severus aqueró una ceja.

-Deje de darme ordenes, Granger. Me iré cuando yo quiera.- Hermione se hundió de hombros y vio como el pelinegro tomaba un libro para comenzar a leérselo un poco más alto a un susurro. La voz de Snape era tan tranquilizadora para Hermione que a los quince minutos se volvió a dormir. El pelinegro le sonrió y se levantó poniendo el señalador en el libro. Luego se acercó a la castaña y le dio un beso en la frente antes de irse.- Descanse, señorita Granger. 

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