Era domingo por la mañana y Snape había terminado el libro que Granger le había prestado. Se sentía confundido aún. ¿Acaso esa niña no valoraba que al menos tenía a sus amigos? Alguien estaba, para él no estuvo nadie.
Volvió a pensar por dos minutos, él había tenido a Dumbledore... No, descartó esa idea de inmediato. No tuvo a nadie desde que terminó Hogwarts. Luego de lo de Lily todo se fue a la mierda. No, no quería pensar en ello. Pero al no pensar en ello volvió un segundo a la voz apagada de Granger. Tal vez la había asustado echándola así el día anterior... No sabía, pero tampoco le importaba al fin y al cabo. Solo esperaba a que viniera por el estúpido libro.
Se detuvo a pensar... su casa en la Hilandera había sido vendida hacía ya varios meses. El año anterior, luego de haber sido anunciado Director de Hogwarts, decidió vender la casa. No le traía más que malos recuerdos. ¿A dónde iría? No aguantaba ni un minuto más estar en esa camilla. Y a pesar de que ahora se levantaba y demás. ¿Qué tenía para hacer?
Pasaban las horas y Snape estaba de brazos cruzados como siempre. Escuchó unos golpes en la puerta, tenía el libro preparado para dárselo.
Pero no era su ex alumna, era el Medimago, que por alguna extraña razón traía una sonrisa. Y unos papeles. Snape puso su mejor cara de Póker.
-Buenas tardes, señor Snape. ¿Cómo se encuentra?- Severus lo miró y le sonrió. El Medimago se extrañó.
-Perfectamente, precisamente en este momento me estaba por poner a bailar un tango.- Al Medimago se le fue la sorpresa. Miró la planilla que tenía y para sorpresa de Snape dijo.
-Bien, pero podrá bailar luego. Ahora solo tiene que prepararse para ir a hacer reposo en otro lugar. No se ponga en terco y...
-¿Disculpe? Ah, bien, al fin me dejarán ir. Creo que es lo único en lo que sí acertó.- El pelinegro sentía esa libertad, hasta que nuevamente habló.
-Claro, firmaron su planilla. Se podrá ir, y bien acompañado.- Snape levantó una ceja, la sorpresa lo invadió, pero luego escuchó otro golpe en la puerta.- Pasa.- Volteó a ver. No, se negó rotundamente. Hermione entró, pero esta vez traía un bolso algo más grande. Se miraron por un momento y el Medimago entendió que Hermione siquiera le había anunciado que tenía esa idea en la cabeza.- Bien, mejor espero afuera para que hablen.
Apenas el Medimago salió, Snape le extendió el libro a la punta de la cama.
-Puede irse.- Hermione se acercó y abrió la boca para hablar.- No, Granger. Ni lo piense. No pienso hacer caso a ninguna palabra de lo que diga. Retírese.- La muchacha no se encontraba nada bien. Por lo que se acercó y ahora era ella la que frunció el seño.
-No necesito que me diga lo que piensa, créame que sabía desde el principio que esto sucedería. Pero si sigue pensando que es por lástima, déjeme decirle nuevamente que no, no es así. Además ¡dígame quién más está para que salga de aquí y no para terminar al área de los magos trastornados!- Snape la miró, se levantó. Tenía una especie de pijama blanco. Hermione olvidó lo alto que era, pero aún así no tuvo miedo.- Deje que lo ayude. Probablemente soy una de las pocas personas que sabe que usted está vivo, y la única que se ofrezca como salida de este lugar. Solo son tres semanas, señor... Y créame, que si privacidad es lo que quiere, eso tendrá.
-Creo seriamente que está loca, Granger, si cree que iré con usted.
-Y dónde más irá, ¿eh?- Snape no pudo responder.- Eso creí. Tome. En este bolso hay ropa para que se cambie, creo que irá a su talla. Lo espero afuera para ir por Red Flu.- Y sorprendentemente, luego de unos segundos Snape tomó el bolso con asco. La niñata no lo convencía, pero sí era su único boleto a salir de ese lugar. Cuando lo hizo, Hermione se dio la media vuelta y salió de la sala. Snape comenzó a apretar demasiado fuerte su mandíbula. "Maldita niña" pensó.
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Sobrevivir
RomanceLuego de la guerra mágica, Severus Snape se despierta de un coma de tres semanas deseando haber muerto. Pero las visitas casi diarias de Hermione hará que ambos entablen una nueva relación desconocida para ambos. La castaña acepta por medidas de San...