Las tres escobas

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Severus le pidió a Hermione que se quedara al final de ese "taller de defensa" ya que debería ir a ver a los chicos que cambiaban de hora, y como eran de séptimo no confiaba en ellos. Hermione no se opuso y se quedó en el comedor hasta que todos salieron, menos el profesor Espesa, Harry y Ron. La castaña se acercó a ellos.

-Que gran espectáculo diste, Hermione. Pero tuve la impresión de que Snape te había elegido para que pasaras el ridículo, que bien que no lo hiciste...- Dijo Harry con una sonrisa. La castaña frunció el seño, pero no dijo nada. El profesor Espesa le sonrió.

-Hermione, los chicos me dijeron que este fin de semana es tu cumpleaños- La castaña se detuvo... era verdad... pero no, no era ese fin de semana en específico. Miró a los chicos y estos miraron al profesor Espesa con una sonrisa que transmitía un "cállese"

-No, no es este fin de semana, es el 19.- Contestó seca llegando a la puerta.

-Propongo que celebremos antes y después de tu cumpleaños Hermione.- Dijo Harry, esta negó y luego solo se despidió de los chicos para ir al salón de pociones. Llegando, vio que la puerta estaba cerrada, así que golpeó.

-Pase.- Dijo la voz grave desde adentro, tan sofisticada como siempre. Hermione abrió la puerta y entró. Snape la miró de pies a cabeza y siguió el recorrido que estaba haciendo por las mesas, Hermione inclinó la cabeza y luego fue a sentarse en el escritorio de su tutor.

Llegó el fin de semana y Snape ahora sí no tuvo objeción alguna ni quejas sobre la impuntualidad de la castaña, en realidad esta estaba durmiendo aún en su habitación. Estaba exhausta, pero luego se le pasaría, lo sabía. Severus se encontraba corrigiendo algunos pergaminos, pero pronto terminaría... tal vez así podría ir a sacar algunos puntos... o interrumpir el fin de semana de algunos alumnos.

Cuando Hermione despertó, se bañó y se cambió. Se peinó un poco y luego abrió la puerta. Traía un suéter pegado a su cuerpo verde y unos pantalones blancos con unas zapatillas. Luego, se le prendió el foco. ¡El suéter de Snape!

La castaña volvió a su habitación, tomó la prenda, la lavó y en un santiamén ya estaba lista para ser devuelta a su dueño... Ahora que tenía libre el sábado, ¿iría a molestarlo? Se maldijo... pero en parte, no se lo había devuelto en toda la semana y le ponía incómoda que tal vez Snape pensara que se lo había olvidado. Así que solo se infló de valor y bajó.

El pelinegro corrigió su último trabajo. La mayoría decía insatisfactorio y solamente a dos les había puesto aceptable. Dejó las cosas y se dirigió a su armario personal donde había estado Hermione el otro día. Entró buscando una cosa, cuando unos golpes en la puerta. La miró confundido, ¿por qué lo interrumpían?

Se acercó y abrió tranquilamente, le sorprendía verla, pero más le sorprendía que estuviera algo nerviosa. Frunció el seño confundido.

-¿Señorita Granger? Que yo sepa es su fin de semana libre...- Hermione lo miró a los ojos y le sonrió nerviosa.

-¡Señor! Lamento interrumpirlo, pero me había acordado que no le había devuelto su suéter...- La castaña le extendió la prenda de ropa, Snape la miró. Y luego de unos segundos la tomó en sus manos.- Muchas gracias por habérmela prestado...- La castaña parecía petrificada y Snape no dijo nada. Hasta que se escuchó el estomago de esta. Odiaba que su cuerpo la traicionara, pero no había desayunado aún.

-A estas horas, ¿aún no desayunó?- La castaña lo miró y con valor le dijo.

-Me desperté tarde... un día que podía hacerlo...- El pelinegro arqueó una ceja pero luego.- En fin, venía por eso... no lo molesto más, señor... que tenga un buen día...- Snape la vio irse y como se acarraba la cabeza algo apenada. Este sonrió de costado y luego miró el suéter. Este desprendía un olor dulce, Hermione lo había lavado.

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