Capítulo XXVI. ¿Celoso?

343 11 9
                                    

Capítulo XXVI. ¿Celoso?
Masamune salió rápidamente del hospital donde le había indicado el médico para hacerle los estudios pertinentes. Cuando salió, se llevó una agradable sorpresa. Akihiko lo esperaba, parado fuera de su auto. Lo veía con una sonrisa en los labios. Masamune se alegró al verlo y se acercó a este para darle un abrazo. Después de hacer eso, el peli plata se quedó callado y con una mirada seria.
—¿Akihiko?—preguntó preocupado. Este lo tomó de una manera un tanto brusca y lo colocó contra el auto. Masamune se quedó callado, al igual que Akihiko. Aunque este se veía serio. Lo miró unos instantes más antes de acercarlo a su cuerpo y abrazarlo con todas sus fuerzas. Masamune seguía sin comprender absolutamente nada.
—¿qué pasa?—preguntó preocupado.
—Masamune, te amo—murmuró. El mencionado se sonrojó cuando lo dijo.
—t-tonto. Ya lo sé, siempre me lo dices. Yo también te amo—respondió casi en forma de susurro. El peli plata levantó su mirada y se topó con esos hermosos ojos avellanados. Estos, combinados con el rostro sonrojado de Masamune, lograban que su corazón latiera con más y más fuerza.
El azabache al verlo hacer esas expresiones, volvió a preocuparse.
—dime qué es lo que ocurre. ¿Por qué estás de repente tan callado? ¿Hay algo que te molesta?
—sí, lo hay. Se llama Zen—Masamune lo miró, sorprendido.
—¿Zen? ¿Por qué?—preguntó, todavía sin salir de su asombro.
—porque lo abrazas con tanta naturalidad—respondió con seriedad.
—¿cómo...?—se quedó callado y comenzó a pensar.
—dime, ¿estuviste espiándome hace rato, cuando estuve hablando con Zen?—preguntó con molestia.
—así es—respondió sin intimidarse.
—eres tan predecible. Hazte a un lado—miró al peli plata con decepción y después lo empujó  para que lo dejara liberarse. Comenzó a caminar, pero rápidamente una mano le impidió seguir caminando.
—Masamune, espera—lo detuvo. Supo que estaba diciendo tonterías y solamente logró hacer enojar al azabache.
—déjame en paz—se liberó como pudo de su agarre y caminó más rápido. Continuó su camino sin mirar a la persona que venía detrás. Sus ojos se llenaron de lágrimas y no sabía bien el camino de regreso.
—Masamune—lo volvió a llamar.
—te dije que me dejaras en paz. No quiero hablar contigo. Déjame solo. Te odio, lárgate de mi vida para siempre—el peli plata lo miró incrédulo.
—está bien, lo haré—respondió dolido y dio media vuelta para marcharse. En ese momento, Masamune se tapó la boca con las manos y agachó la mirada.
—p-perdón. N-no quise...
Un nudo se formó en su garganta y sintió que este el oprimía el pecho con demasiada fuerza. Su llanto se hizo más agudo y terminó por cubrirse la cara con las manos. Akihiko se acercó a él, pero manteniendo su distancia.
—¿no crees que nuestra relación fue un poco precipitada?—preguntó el peli plata. Ese comentario sorprendió a Masamune, quien levantó la mirada y vio a Akihiko con los ojos más que abiertos.
—¿por qué dices eso?—preguntó incrédulo.
—no lo sé. Tal vez tú pienses que te estoy presionando. No lo sé...
—¿no me amas?—volvió a preguntar.
—¿qué clase de pregunta es esa? Claro que lo hago, es solo que...
—¿es solo que, "que"?
—no sé. Siento que te estoy presionando. No me siento bien pensando en eso. Tampoco me siento tranquilo cada vez que estás con Zen. Soy un idiota cada vez que tengo estos sentimientos. No quiero que te sientas manipulado por culpa de mis estúpidos sentimientos.
—no te entiendo. Dímelo claramente. ¿Quieres terminar conmigo?
—¡no!—exclamó—. Bueno... no, si tú quieres. ¿Es lo que quieres?
—¿te parece que esa es la respuesta? Deja de sacar conclusiones por tu cuenta y dejándome fuera completamente. No me estás presionando de ninguna manera. De hecho, siento que eres muy comprensivo y atento. Me demuestras todo el tiempo, que me amas y que puedo confiar en ti. Con respecto a tus "estúpidos" sentimientos, se llaman celos. Por si no lo sabías, yo también siento celos. Cada vez que alguna mujer se te acerca, me da rabia y tengo tantas ganas de estrangularla, pero no lo hago. Es normal sentir celos, más cuando es alguien a quien amas. Entiendo que te sientas celoso de Zen, pero entiéndelo, es mi amigo y solamente puedo confiar en el... y en ti. Con respecto a lo anterior, me sentí dolido porque por un momento pensé que no confiabas en mí y por eso me espiabas—terminó de relatar.
—no, tú sabes que jamás desconfiaría de ti. No te estaba siguiendo ni nada por el estilo. Bueno... sí lo hice, pero no fue porque no confiara en ti. Solamente quería asegurarme de que estuvieras bien. Eso fue todo, te lo prometo—miró al azabache con suplica, esperando a que este le creyera. Masamune sonrió con dulzura. Comprendía a la perfección el amor que este sentía por él y se sentía tan feliz de haberse enamorado de un hombre como Akihiko.
—te creo. También estoy feliz de estar con un hombre como tú. Estoy seguro de que tú eres mi felicidad y que, dentro de algunos años, tal vez, podamos tener una familia—murmuró esas palabras, con unas cuantas lágrimas en los ojos.
En eso, frente a sus ojos, pasó algo que no se esperaba para nada: el peli plata se hincó frente a él y de su bolsillo sacó una pequeña cajita, de color negro, la abrió. Y lo que había dentro de esta, logró sacarle un grito de emoción.
—Masamune, mi hermoso Masamune; sé que no tenemos tanto tiempo de ser novios, ni mucho menos de conocernos. Pero de algo estoy muy seguro, y es del gran amor que siento por ti. Sé que tú te sientes de la misma manera, de otro modo, tus ojos no brillarían con tanta intensidad y tus mejillas no estarían sonrojadas. Sé que tu amor por mí es enorme e, incluso más intenso que el mío. Quiero darte las gracias por permitirme estar en tu vida y hacerte feliz por el resto de nuestros días—el azabache lo miraba embelesado y ansioso de que el peli plata dijera lo que él quería oír—. Puedo ver que estás impaciente, por eso—abrió la cajita y dejó ver el hermoso anillo que había dentro de esta—. ¿Masamune...?
—¿sí?—preguntó, ansioso. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y sus manos le cubrían la boca.
—¿aceptarías ser mi esposo? Déjame cuidarte y amarte como tú te lo mereces.
—¡sí, sí acepto!—exclamó con todas sus fuerzas. Se arrodilló frente al peli plata para abrazarlo y escondió su rostro en su hombro. Akihiko lo abrazó por la cintura y lo alejó un poco para poder verlo a los ojos. Tomó su mano derecha y colocó el hermoso anillo en su dedo anular. Masamune lo miró con una gran sonrisa y se abalanzó de nuevo sobre él para abrazarlo.
—te amo—murmuró el peli plata, que era el que estaba abajo.
—yo también te amo—susurró el azabache.
Fue Masamune quien reaccionó más rápido y se acercó al más alto para juntar sus labios. Akihiko fue quien comenzó a calentarse más rápido y de la nada, se reincorporó, para quedar sentado y con Masamune entre sus brazos. Este tampoco quiso quedarse atrás y enredó sus brazos en el cuello del peli plata y dejó que este hiciera lo que quisiera. Movió un poco su playera y dejó al descubierto su cuello, el cual se veía apetecible, con ese tono de piel tan pálido y puro.
—A-Akihiko... n-no quiero hacerlo aquí. Vamos a otro lugar, por favor—trató de separar al peli plata de su cuerpo. Si continuaban así, terminarían haciéndolo ahí. Akihiko asintió y se levantó rápidamente para después cargar al azabache a modo de princesa. Este se sonrojó, pero no dijo nada.
Akihiko caminó hasta llegar a su auto y lo abrió para introducir a su pareja. Este se acomodó en el asiento del copiloto y Akihiko tomó asiento en el piloto, se acomodaron el cinturón de seguridad y Akihiko comenzó a conducir. El camino fue silencioso, pero no fue incómodo.
—¿adónde iremos? ¿A tu casa?—preguntó el azabache.
—¿quieres ir a mi casa?
—sí, quiero conocerla. Yo creo que será muy bonita.
—así es. Te gustará mucho estar ahí—después de eso, Akihiko se concentró solamente en conducir y Masamune miraba por la ventana.
***
Llegaron casi enseguida y al llegar a la casa, Akihiko lo estaciono frente a la mansión. Salió primero y caminó hacia el lado donde estaba su pareja. Le abrió la puerta y le extendió la mano. Masamune se sonrojó pero aceptó su mano.
—pronto formarás parte de la familia Usami, Usami Masamune—el mencionado asintió, alegre.
Caminaron hasta llegar a la puerta y ahí, los recibió el mayordomo. Les  pidió sus abrigos y estos se lo dieron.
—qué hermosa es tu casa—expresó más que maravillado.
—te prometo que mañana te la enseñaré. Ahora quiero llevarte a un lugar muy especial—Masamune asintió y tomó la mano de su prometido. Dicho esto, Akihiko y Masamune comenzaron a recorrer todos los pasillos de la casa, hasta que llegaron a una enorme puerta. Akihiko la empujó con algo de fuerza y le dijo a su pareja que lo siguiera. Este último quedó sorprendido al darse cuenta de que había una playa. La familia Usami tenía su propia playa.
—¿en serio tienes una playa en tu casa?—preguntó sin creer lo que veía.
—así es. ¿Te gusta?—preguntó entusiasmado.
—sí, es muy bonita. Yo diría que es enorme, pero...
No pudo terminar de hablar al sentir los labios del peli plata sobre los suyos. Estos se movían de una manera increíble, apasionada y ardiente. Si seguían de esa manera, pronto se volvería adicto a sus besos. Sus lenguas se movían dentro de la boca ajena y sentían el aliento del otro rozando sus mejillas. Cuando se separaron, dejaron un hilo de saliva colgando de sus labios, que poco después se rompió.
—¿quieres ir a nadar?—preguntó el peli plata.
—no. Estoy cansado. Ve tú, si quieres—esbozó una sonrisa para ocultar sus nervios.
—vamos, no será tanto tiempo. Yo sé que tú quieres—insistió.
—tengo miedo—murmuró.
—¿por qué, mi amor?
—es que... no sé nadar—respondió avergonzado.
—mi amor, no te preocupes. Yo te enseñaré, ¿sí?—el azabache asintió, feliz.
—ven, vamos—lo incitó a acercarse más hacia la orilla, donde la arena picaba y el sol se escondía poco a poco en el horizonte. Akihiko fue el primero en quitarse todas sus prendas y sólo quedó con su bóxer. Masamune se mordió él labio al verlo.
—¿no vendrás? El agua está tan fresca. Ven, no tengas miedo—estiró su mano para que el menor la tomara, y poco a poco fueron entrando al mar. El azabache temblaba un poco debido a sus nervios y también porque sentía el agua algo fría. Estaban bastante pegados a la orilla, por lo que Akihiko decidió adentrarse un poco más.
—muy bien, ¿qué te parece si entramos un poco más?
—no, no—se puso rígido y su cuerpo comenzó a temblar con más intensidad.
—vamos, sólo un poco más. Mira, tus pies aún están tocando la arena. Vamos, confía en mí. Tú sabes que jamás te voy a dejar caer—el azabache asintió y soltó por un momento la mano de su novio. Quería tratar de hacerlo él solo. Lo logró por un instante, pero poco después perdió el equilibrio y por poco cae, cuando sintió frente a él el cuerpo de su pareja. Había chocado contra su pecho. Este lo envolvió con sus brazos y acarició su cintura.
—lo has hecho muy bien. Debes tratar de dejar de lado ese miedo. Recuerda que yo siempre estaré a tu lado, para apoyarte—expresó el peli plata mientras abrazaba a su pareja por la cintura. De un momento a otro, Akihiko tomó la mano de Masamune y la entrelazó con la suya, mientras se daban un beso.

Clase baja, clase altaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora