Capítulo XL. Malas intenciones

178 5 4
                                    

Capítulo XL. Malas intenciones
Narra Yokozawa Takahiro
Desde hace un año que mi hijo se fue a vivir con su dizque novio. No puedo permitir este tipo de actitudes de su parte. Él es el único heredero de toda mi fortuna, y no puedo dejar que haga esas cosas. Sé que está confundido y me encargaré de que regrese al camino correcto. También me preocupa que hasta ahora no tenga ninguna novia, debe tenerla, para poder tener un matrimonio estable y hacerse cargo de los negocios de la familia. Está bien, si tengo que jugar sucio, lo haré. Con tal de ver a mi hijo en una mejor posición y casado… con una mujer, dándome nietos además, yo seré feliz.
Hace poco Takafumi me avisó que vendría de visita. Estoy emocionado, tal vez viene a decirme que terminó con esa relación… bueno, no sé si se le puede llamar a eso relación, pero espero que haya terminado con ese chico. Ja, ese chico no me agrada para nada. No entiendo cómo es que mi Takafumi pudo fijarse en ese pobretón que no puede ofrecerle nada. Como sea, mi hijo me dijo que vendría hoy en la tarde para darme una buena noticia, la espero ansioso.
Terminé lo poco que me faltaba de trabajo, me bañé y me arreglé. Quiero estar listo para cuando Takafumi llegue. Poco tuve que esperar hasta que escuché el sonido del timbre. Bajé las escaleras rápidamente y abrí la puerta. Me llevé una muy desagradable sorpresa al ver parado al lado de mi hijo a ese sujeto. Demonios, no creo entonces que esa sea la noticia. Espero que haya disimulado perfectamente el desagrado que ese sujeto me provoca. Esbocé una sonrisa y me acerqué a abrazar a mi hijo. Estoy tan feliz de verlo después de un año separado de mis brazos. También lo hice con ese chico, aunque me causa asco.
Los invité a pasar y nos acomodamos en la sala. Puedo notar que mi Takafumi está nervioso. Espero que no venga a decirme lo que estoy pensando. De ser así, no voy a aceptarlo.
—qué bueno que has vuelto, hijo. La verdad es que te hemos entrado todos en esta casa—expresé con gran alegría. Espero poder disimular.
—yo también estoy feliz de regresar. Hace un año que no nos veíamos—su tono de voz es extraño. ¿Qué es lo que está ocultándome?
—te lo voy a preguntar directamente. Tú sabes que a mí no me gusta andarme con juegos. Desde que llegaste, pude darme cuenta de que estás escondiéndome algo. ¿Qué es?—al decir esto, sus nervioso aumentaron.
—bueno, papá, tú sabes que yo… s-soy, bueno… me gustan los hombres y… y pues…
—¿puedes ir al grano?—le pregunté. Odio cuando no pueden decir las cosas de forma rápida y directa.
—estoy encinta—respondió avergonzado. Me quedé en shock.
—¿qué? ¿Estás bromeando? ¿Cómo puedes decirme que estas encinta si eres un hombre? ¿Estás tratando de jugar conmigo?—me molesté.
—n-no, papá. Lo que te digo es en serio. Mira—se reincorporó y me mostró unos estudios clínicos. Los tomé rápidamente y los miré.
—prueba de embarazo: positivo—leí—. Tiempo de gestación: tres semanas—continué—. Paciente: Yokozawa Takafumi, 27 años—concluí.
—¿cómo es esto posible?—lo miré atónito.
—pues… es posible porque soy un hombre fértil. Los hombres fértiles tenemos la capacidad de quedar embarazados. Sé que estás impactado, pero…
No lo dejé concluir su frase, ya que me reincorporé rápidamente y me acerqué a abrazarlo.
—¿papá?—escuché su voz confundida.
—lo siento, lo que pasa es que me tomaste desprevenido. Me resulta demasiado increíble que vaya a tener nietos propios. Me hace muy feliz que tú seas feliz—creo que estoy fingiendo a la perfección, porque puedo escuchar los sollozos de Takafumi.
—no sabes lo feliz que me haces al escucharte hablar de esa manera.
Me alegra tanto que lo aceptes—se separó de mis brazos y me miró con una sonrisa. Le correspondí.
—debo agradecerte a ti—me dirigí al castaño—. Te agradezco por hacer feliz a mi hijo y también por darme un nieto. Gracias, en verdad gracias—lo abracé. Tendré que bañarme después.
—n-no me agradezca nada—se sonrojó. Ja, pero qué patético. Me separé de su lado y volvió a acercarme a mi hijo.
—espero que se queden esta noche. Quiero celebrar la llegada de mi primer nieto o nieta—esbocé una sonrisa. Ambos se veían indecisos.
—nos quedaremos esta noche, pero mañana debemos irnos—habló el castaño ese.
—¡perfecto! Por favor, llévenlos a los dos a sus habitaciones. Rápido, rápido—ordené. Dos sirvientes se acercaron y trasladaron a mis dos invitados a sus habitaciones. Cuando todos se fueron, me aseguré de estar completamente solo en la sala de estar y comencé a formular un plan para que esos dos se separen. No puedo permitir que estén juntos.
—¡ya sé! Lo primero que debo hacer es deshacerme de ese bebé. Si me deshago de la criatura, podré quitar a ese pobretón de mi camino. Ja, lo tengo—esbocé una sonrisa de triunfo. Creo que los tengo en mis manos.

Clase baja, clase altaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora