Capítulo LXIII. Por favor, quédate a mi lado

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Capítulo LXIII. Por favor, quédate a mi lado

Akihiko se mantenía abrazado a Masamune, quien se había desvanecido, cuando escuchó que venían los paramédicos, quienes se acercaban con una camilla.

—hola, me llamo Sen. ¿Qué le sucedió?

—me llamo Usami. Él es el mi esposo y le dispararon en el pecho, pero creo que ya murió—dijo con lágrimas en los ojos.

—déjalo en el suelo—Akihiko obedeció y el paramédico procedió a sacar su estetoscopio y lo colocó en el pecho del azabache—. Buenas noticias. Aún sigue vivo.

—¿en serio? —preguntó con ilusión.

—sí. Su corazón aún late, aunque muy lento. Pero hay que operarlo de emergencia, ya que la bala aún sigue adentro y si no, sí que puede morir—dicho esto, otros paramédicos procedieron a levantar al azabache y lo colocaron en la camilla para bajarlo hacia la ambulancia.

Mientras bajaban, el peli plata se paró en seco. Al parecer, había recordado algo.

—esperen un momento. Tengo que regresar—dicho esto, corrió lo más rápido que le permitían sus piernas y comenzó a buscar a su bebé. Este lloraba de forma desconsolada debido a la herida provocada por su padre, aunque esto no lo sabía Akihiko.

Cuando lo encontró, pudo percatarse de que el pequeño tenía una enorme cortada, desde los labios, hasta la oreja. Se quedó petrificado y al instante tomó al bebé y lo cubrió con su saco. De la herida salía sangre y el pequeño lloraba de dolor.

—ya, ya, mi amor. Los paramédicos pronto van a curarte, ¿sí? Ya no llores, mi amor—arrulló al pequeño que no paraba de llorar y él también dejó salir unas lágrimas. Se sentía tan mal al ver a su pobre niño llorando de esa manera. Salió de aquel sitio y le entregó el bebé a un paramédico. Este se sorprendió ante la gravedad de la herida.

—¿Quién fue capaz de hacer una atrocidad como esta? ¿lastimar a un bebé? —el peli plata agachó la mirada y dejó salir nuevas lágrimas.

—¿fuiste tú quien lo hizo? —le preguntó el paramédico.

—claro que no he sido yo. El responsable es la persona que ahora está muerta allá arriba. ¿podemos irnos? Mi esposo corre mucho peligro.

Ya dentro de la ambulancia, conectaron a Masamune a un electrocardiograma para medir los latidos de su corazón, los cuales eran muy débiles.

—por favor, mi amor, debes resistir hasta llegar al hospital. Yo sé que sí, porque eres muy fuerte—le susurro con lágrimas mientras sostenía su mano.

—disculpa, ¿Cuántos años llevan casados? —preguntó el paramédico.

—cinco, cinco maravillosos años—respondió con una sonrisa.

—sobrevivirá. Lo hará para volver contigo y estar juntos por muchos años más.

—gracias.

Cuando llegaron al hospital, ingresaron rápidamente a Masamune al quirófano para operarlo y sacar la bala que estaba acabando con su vida, además de atender al pequeño y tratar su herida.

—gracias por todo, Sen.

—no es nada, sólo hago mi trabajo. Espero recupere muy pronto.

—gracias, yo también lo espero.

Dicho esto, ambos se despidieron y Akihiko caminó la sala de espera para llamar a Zen.

—hola, Zen—saludó Akihiko al ver llegar al amigo de su esposo, quien poco a poco también se había convertido en su amigo. Lo vio entrar al hospital y se acercó a él para darle un abrazo.

Clase baja, clase altaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora