Capítulo LV. Angustia

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Capítulo LV. Angustia
Narra Yokozawa
—no puedo creer que siempre me la paso abriendo la boca solamente para decir estupideces. Desde hace dos semanas que Zen se fue del hospital y no lo he visto. Sé que siempre digo cosas de las que después me arrepiento. Esta vez no fue la excepción y terminé lastimando a Zen nuevamente. Él tenía la misma ilusión que yo de tener un bebé y lo privé de su derecho como padre. Ahora no sé qué hacer, no sé a dónde ir a buscarlo ni tampoco sé cómo pedirle disculpas; sé que se las merece y tengo que hacer algo para que regrese conmigo. Tengo que dejar de lastimarlo.
***
Estaba solo en la casa. Desde hace unos días regresé a vivir a la casa de mi padre. Está encantado con su nieto y no para nunca de cargarlo y de mimarlo. Me pone tan feliz que quiera a su único nieto. (Nota: al papá no lo dejó cargarlo y al abuelo, bien, gracias 🙄). Estaba sentado en la sala y le daba de comer a Souichi. Estoy pensando en todo lo que le dije a Zen ese día. De hecho, ni siquiera lo dejé cargar a nuestro hijo. Me siento como un tonto. ¿Por qué siempre tengo que hacer esto? He estado varios días pensando en dónde podría estar. Y ahora que lo recuerdo, tengo que ir al hospital para que revisen a Souichi y puedo aprovechar para buscar a Zen. Sí, eso haré. Me arreglé y también acomodé todas las cosas de mi bebé. Lo envolví bien con una manta y después salimos de la casa. Tomé un taxi y le pedí que me llevara al hospital ***. En el camino, mi niño se despertó y pude ver mejor sus hermosos ojos azules, como los míos. De hecho, la madre de Zen una vez me mostró unas fotos de él cuando era pequeño, y mi niño se parece tanto a él, a excepción de los ojos. Me miró atentamente y amenazaba con querer llorar. Sus ojos se veían aguados y agitaba sus manitas.
—¿qué ocurre, mi lindo príncipe? Sé que quieres ver a tu papi. Yo también quiero verlo. Desde unos días que no lo he visto y lo extraño tanto como tú—acaricié su naricita y después le coloqué el chupón. Después de eso, volvió a quedarse profundamente dormido y también llegamos al hospital, le pagué al conductor y fue muy amable de bajarse para ayudarme a mí a bajar. Le agradecí porque con mi niño en brazos sería muy complicado bajar. Entré al edificio y busqué con la mirada a Nowaki. Quiero que él sea el pediatra de mi bebé. Entré al consultorio y ahí estaba mi amigo, sentado en su escritorio. Al verme, se puso feliz y se acercó a mí.
—hola. ¿Cómo está este lindo niño?—habló con voz dulce y lo tomó delicadamente con sus brazos. Aún estaba dormido, así que no quería que se despertara. Lo colocó en su sitio de trabajo y comenzó a revisar los latidos de su corazón al igual que su respiración. Lo pesó y lo midió. Al parecer no hay nada malo con mi niño. Después de revisarlo y saber que no tenía nada malo, Nowaki también le colocó las vacunas correspondientes a su edad. Mi niño comenzó a llorar y yo solamente lo consolé. Me duele tanto como a él, pero son para que esté sano. Cuando dejó de llorar, lo abrigué y volvió a quedarse dormido.
—oye, Nowaki, ¿no sabes si Zen está en el hospital?
—no lo sé, amigo. Justo llegué para atender a tu bebé. No sabría decirte si vino o no. ¿No me digas que aún no se han reconciliado?
—aún no. No tenía ni idea dónde buscarlo, pero recordé que él viene a trabajar los días miércoles. Y aquí me tienes para hablar con él y disculparme—lo miré arrepentido.
—pues mucha suerte. Y por favor, no te dejes llevar por tus impulsos. Recuerda que Zen también está muy ilusionado por cargar a su bebé—Nowaki tiene razón y haré lo posible para que Zen me perdone.
Me despedí de mi amigo y salí del consultorio para caminar hacia el área de trabajo de mi novio. Cuando al fin llegué, escuché que había una persona más adentro. Entré son importarme de quién se tratara y me llevé una gran sorpresa. Ahí estaba Zen, hablando con Masamune. No me gusta cuando se hablan con tanta confianza. Sé que son amigos, pero no me gusta que sean tan cercanos. Hacen que mis celos se activen.
Zen estaba cargando al bebé de Masamune. Me puse todavía más celoso. Me acerqué todavía más a ellos y me coloqué entre Zen y Masamune.
—¿qué es lo que pretendes con MI novio? Recuerdo que tú tienes un esposo—lo miré serio.
—¿disculpa? No sabía que tenía que pedirte permiso para hablar con MI amigo. Y sí, para tu información, tengo un marido, el cual me ama y yo lo amo también. Somos felices y permanecemos U-NI-DOS—me lanzó una indirecta bastante directa de hecho.
—¿ah sí? Pues déjame decirte que él y yo también somos muy unidos—me referí a Zen.
—¿pueden dejar de pelear por tonterías? Yokozawa, ¿qué es lo que estás buscando aquí?—me sorprendió la forma en la que se expresó. Esa frialdad no es propia de él.
—¿podemos hablar a solas?—le pregunté.
—vamos—me incitó a que saliéramos del consultorio y salimos hasta que llegamos a un parque. Ahí nos sentamos y yo le mostré a Souichi.
—mira, es nuestro hijo—lo miré con una sonrisa y él se acercó para mirar a nuestro bebé. Le extendí los brazos para que lo cargara, pero me extrañó que no lo hiciera—. Vamos, ¿por qué no quieres cargarlo?
—no, gracias. No me gustaría que me lo quitaras de los brazos cuando lo esté cargando.
—tú sabes que yo no haría algo así. Tú eres su papá y tienes el derecho de cargarlo. Vamos, hazlo—volví a insistir.
—¿y si ahora soy yo el que no quiere hacerlo?
—¿de qué estás hablando? ¿No quieres a tu hijo?—le pregunté, sorprendido.
—tal vez lo quiera, tal vez no.
—¿cómo puedes decirme que tal vez lo quieres?
—mira, tú piensas que ya olvidé lo que dijiste ese día. Creo que dijiste que no me necesitabas y que te las arreglarías para cuidar a TU hijo solo. También dijiste que no necesitabas nada de mí y que jamás me pedirías ayuda, porque tú lo tienes todo y nada te hace falta. ¿Sabes? Estoy harto, harto de que siempre abras la boca sin pensar que lo que estás a punto de decir puede o no herir a esa persona. Me molesta mucho que no pienses antes de hablar y que solamente lo hagas para lastimar a los demás. Ese día me dijiste que no me pedirías nada porque tú lo tienes todo. Estoy harto de que siempre me digas que no tengo el nivel económico que tú tienes.
—¿y tú piensas que yo no he sufrido? ¿Crees que no la he pasado mal?—le reclamé.
—¿en serio? ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué sienta pena por ti? Mira, ¿sabes qué? No quiero seguir hablando, no me gustaría decir algo de lo que después me podría arrepentir.
—¿decir algo como qué?
—basta, Takafumi.
—¿qué serías capaz de decirme como para arrepentirte después?
—Takafumi…
—dilo.
—¡basta!—exclamó. Me quedé sorprendido al escucharlo—. ¿Acaso también piensas provocarme? Discúlpame, pero no soy una persona que se deje llevar por sus impulsos. Comienzo a creer que eres una persona que sólo manipula y que le gusta hacerse la víctima frente a los demás. ¿Piensas que eres el único que sufre? ¿Piensas que tu dolor está por encima del dolor ajeno? Creo que sólo pensaste en tu propio dolor cuando decidiste irte ese día, solamente dejando una ridícula carta. ¿Por qué no mejor decidiste decírmelo en la cara?
—tú no sabes nada del dolor de perder a un hijo—lo miré con lágrimas en los ojos.
—ahí vamos de nuevo. ¿Por qué piensas que tú eres el único que sufre? ¿Acaso sabías lo que yo estaba sufriendo? Sí, tal vez no sentí directamente el dolor de perder un hijo que estuvo nueve meses en mi vientre, pero un padre también llora, un padre también sufre. No sólo la madre sufre, también el padre lo hace, y mucho. Si no eres capaz de entender eso, entonces no podemos seguir juntos. Lo mejor será que lo dejemos hasta aquí. No me deslindaré de mi responsabilidad como padre, pero nosotros dos terminamos. Esto nos está afectando más de lo que imaginaba. Espero que puedas cuidar bien de Souichi y llévalo por el camino del bien. Realmente espero que te vaya bien y que encuentres a alguien que esté a tu altura porque lo nuestro ya no puede seguir—lo miraba incrédulo. No puedo creer que esté terminando conmigo. Lo vi alejarse y yo sólo me quedé de pie, sin saber exactamente qué hacer.
—¿realmente todo se terminó?

Clase baja, clase altaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora