Capítulo XXXVI. Especial, parte 1

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Nota:Esta historia está basada en una experiencia propia, vivida hace algún tiempo. Con unas cuantas modificaciones.

Capítulo XXXVI. Especial, parte 1
Un día muy importante ha llegado para dos personas muy especiales también. Se trata de la tan esperada boda de Usami Akihiko y Takano Masamune. Este último se encuentra sumamente nervioso porque por fin va a poder compartir su vida con el hombre de sus sueños.
—¿estás nervioso, amigo?—le preguntó Kirishima a su amigo. Ese día, antes de la boda, ambos platicaban acerca de lo que pasaría cuando ya estuvieran casados.
—qué preguntas me haces. Claro que estoy nervioso. Estoy a un día de casarme con el hombre que amo. Yo creo que es normal que esté así. Créeme, tú estarías de la misma forma si fueras a casarte.
—oye, ¿y cuándo piensas invitarme a la playa de Usami? Dijiste que tenían su propia playa, ¿no es así?
—claro que lo haré, pero dame paciencia. Tengo que decirle a Akihiko. No creo que sea una buena idea que llegues así nada más. Además, ahí…—se sonrojó intensamente al recordar todas las cosas que han hecho en esa playa.
—¿por qué te quedas callado? No le digas que ustedes han…
—¡no lo digas! Es muy vergonzoso—se sonrojó aún más.
—pues qué guardadito se lo tenían. Está bien, ya no seguiré avergonzándote. Mejor me iré a dormir ya porque mañana tenemos que madrugar y hay que hacer muchas cosas todavía. Descansa, amigo—se despidió el castaño y entró a su habitación. Masamune también entró a su habitación, se cambió por la pijama, se lavo los dientes y por fin se acostó en su cama. Antes de dormir, revisó su celular y pudo ver un mensaje de su prometido.
—hola, amor. Espero que estés muy bien. Sabes que te amo con todo mi corazón y ansío tanto que sea mañana para poder verte de nuevo, con tu traje de novio y proclamándote como mi esposo. Descansa y sueña bonito. Nos vemos mañana, te amo—terminó de leer el mensaje y una sonrisa boba se dejó ver de entre sus labios. Respondió su mensaje y se fue a dormir.
Pasaron dos horas aproximadamente desde que se había ido a dormir, cuando un intenso dolor lo hizo retorcerse en la cama. Se sujetó la parte baja de su espalda, a la altura de los riñones, del lado izquierdo. Ese dolor se quedó ahí un buen rato, sin quitarse ni disminuir. Poco a poco, ese dolor se fue extendiendo hasta la parte delantera, o sea, hacia el estómago. Se levantó de la cama y se quedó de pie un momento tratando de calmarse. El dolor se fue haciendo más fuerte hasta el punto de tenerlo dando vueltas por toda la habitación, sentándose, acostándose o dándose vueltas en la cama para encontrar una posición para estar. Se levantó para ir a la cocina y tomar un vaso de agua, pero se quedó de pie al sentir que lo que acababa de comer hace algunas horas regresaba lentamente por su esófago. Se quedó de pie y sin esperar más tiempo, corrió lo más rápido que le permitían sus piernas y fue al baño a vomitar. Se quedó un rato de rodillas frente a la taza hasta que se reincorporó y tiró de la cadena. Se enjuagó la boca con agua y salió del baño. El dolor no aumentó pero tampoco disminuyó. Regresó a su habitación y se sentó en la cama. Se sujetó la parte que le dolía y rogaba porque ese dolor se fuera. Era algo horrible y sentía como si lo estuvieran apuñalando repetidas veces. Se asustó aún más cuando al momento de levantar la pierna izquierda para volver a recostarse, el dolor se extendió desde dicha extremidad hasta la parte baja de su espalda. Se levantó nuevamente al baño a vomitar y fue ahí donde no pudo soportarlo más. Terminó llamando a su pareja para que viniera por él y lo llevara al hospital. Caminó lo más rápido que pudo y marcó su número. Fueron sólo dos pitidos cuando el peli plata ya estaba al teléfono.
—hola, mi amor. ¿Qué pasa? ¿No puedes dormir?—preguntó el peli plata medio adormilado.
—A-Akihiko… v-ven pronto… m-me duele mucho—murmuró el azabache. El tono de su voz alarmó a su pareja.
—¿qué pasa, amor? ¿Te duele algo?—preguntó preocupado.
—m-me duele… ven por mí, por favor—suplicó el azabache a tal punto que las lágrimas salían solas.
—enseguida estaré ahí, mi amor. Espera un poco. Tranquilízate—se despidió de su novio y colgó. No se preocupó por cambiarse de ropa y salió de su habitación y subió a su automóvil lo más rápido posible. Condujo a gran velocidad y llegó a la casa del amigo de su novio. Tocó demasiadas veces el timbre, hasta que el dueño de la misma se decidió por abrirle la puerta.
—¿qué ocurre? ¿Por qué vienes como desquiciado?—preguntó el castaño.
—¿dónde está Masamune?—el castaño lo miró sin entender—. Él me llamó hace poco y me dijo que se sentía mal, que algo le dolía mucho, pero no supe lo que era. ¿Dónde está?—preguntó con desesperación.
—debe estar en su habitación, pero no sé por qué él no me dijo nada. Ven, vamos—lo guió hasta la habitación de su amigo y tocó la puerta. Escucharon la voz del azabache muy baja. Entraron rápidamente y lo encontraron recostado en la cama, boca arriba y llorando. De vez en cuando cerraba los ojos y gimoteaba cuando el dolor se hacía más intenso. Akihiko se acercó a él y lo tomó de forma muy delicada. No sabía qué era exactamente lo que le dolía. El azabache lo miró con súplica.
—A-Akihiko…
—¿qué sientes, mi amor? ¿Qué te duele?—preguntó asustado al ver a su amado sufriendo de esa manera.
—me duele mucho, me duele—murmuró, sudando frío y jadeando.
—está bien, te llevaré al hospital. Trata de aguantar—lo cargó de forma suave, porque seguía sin saber qué era lo que le dolía. Salió de la habitación y bajaron las escaleras. Salieron de la habitación y fue Zen quien abrió la puerta de atrás para que Akihiko pudiera meter a Masamune.
—dame las llaves. Yo manejaré—le pidió Zen al peli plata.
—pero…
—no te preocupes, sé manejar. Además, tienes que estar con Masamune—dicho esto, Akihiko le entregó las llaves y ambos entraron al vehículo. Zen comenzó a conducir y Akihiko se quedó atrás, con Masamune recargando su cabeza sobre su regazo.
—por favor, Masamune, dime dónde te duele. Sé que no puedo hacer nada, pero quiero saber dónde es que te duele—le suplicó, acariciando su frente.
—me duele aquí—señaló su parte baja de la espalda y también su estómago—. Me duele mucho—murmuró, dejando salir sus lágrimas. Akihiko, por un momento, imaginó lo que había sucedido hace tiempo, cuando Masamune había perdido a sus bebés.
—Masamune, de casualidad… ¿no estás encinta?—preguntó.
—no, no lo estoy. Si lo estuviera ya te lo habría dicho. Es un dolor mucho más fuerte que el de esa vez, cuando perdí a mis bebés. No te preocupes, no estoy embarazado. Akihiko suspiró aliviado y se dedicó a acariciar su cabello.
Llegaron al hospital rápidamente y atendieron al azabache casi enseguida. Akihiko y Zen se quedaron en la sala de espera para saber noticias del azabache. Más tarde, salió el médico para decirles del estado de salud de Takano. Por suerte, ya se encontraba mucho mejor.
—buenas noches. Quiero decirles que Masamune ahora se encuentra fuera de peligro. No era nada grave. Solamente sufrió de un padecimiento llamado "colitis nerviosa". ¿Habían oído hablar de este padecimiento?—ambos chicos negaron con la cabeza—caracteriza por una gran inflamación en el último tracto del intestino grueso. Suele pasar que la persona está bajo mucho estrés o algo lo angustia. Tal vez Masamune estaba muy asustado o preocupado por alguna situación—cuando el doctor dijo esas palabras, Akihiko entendió todo.
—sí, doctor, verá… él y yo somos pareja y mañana es nuestra boda. Tal vez él estaba nervioso o algo por el estilo.
—puede que tengas razón. Porque en la tarde-noche, Masamune me dijo que estaba muy nervioso por el día de mañana. Yo creo que fue por eso que se sintió mal—opinó Zen.
—¿puedo verlo?—preguntó el peli plata.
—sí, claro. Ahorita ya le dimos medicina para el dolor y esperamos que pueda salir esta misma noche. Acompáñame—Akihiko asintió y ambos caminaron hacia la habitación en la que estaba el azabache.
—Masamune…

—Masamune…

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