Capítulo XXXVIII. No más dolor

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Capítulo XXXVIII. No más dolor
—¿qué pasa? ¿Te faltó decirme algo más?—me miró triste.
—no quiero que te vayas. Quiero que te quedes aquí, conmigo—le confesé. Su mirada era de sorpresa y sus ojos se llenaron nuevamente de lágrimas.
—n-no… y-yo no puedo…
—¿por qué no? Tú me amas, ¿no?—asintió—. ¿Entonces?—levanté su cabeza y lo forcé a mirarme a los ojos.
—no puedo hacerte esto, obligarte a amarme cuando sé perfectamente que me odias. Está bien, estás en todo tu derecho de odiarme. Acabo de darme cuenta de que no volverás a quererme como lo hiciste hace cuatro años. Créeme, lo que más deseo es que seas feliz, entiendo que esa felicidad no es conmigo y lo mejor es que me dé por vencido—relató. Su mirada se veía tan arrepentida.
—¿en serio vas a rendirte tan rápido? ¿No piensas luchar por mí?
—es que…
—¿tienes miedo?—asintió—. No lo tengas. Si estamos juntos, seremos capaces de enfrentar cualquier situación. Si estás tomando mi mano, te prometo que jamás soltaré la tuya. Puedo ver que estás arrepentido y quieres comenzar de nuevo. Adelante, sé feliz, pero hazlo conmigo. Sé feliz conmigo, ¿sí?—le supliqué. En ese momento pude ver cómo Takafumi se soltó a llorar como un niño y se acercó para abrazarme.
—te amo, te amo tanto. Perdóname, perdón por haberte hecho tanto daño. Yo quiero estar contigo… y-yo…—no lo dejé terminar y después de eso le planté un beso en los labios. Me seguía el beso de una manera torpe y sollozaba. Cuando nos separamos, pude ver su rostro y sus ojos se veían tan rojos, además de que se veía que le costaba trabajo respirar. Se tocó los labios de una manera tan extraña, como si tratara de entender lo que estaba sucediendo.
—¿qué pasa? ¿Aún estás sorprendido?—le pregunté con voz dulce. Me acerqué de nuevo a él y rodeé sus hombros con mi brazo.
—quiero tratar de entender cómo es que cambiaste de opinión tan rápido. Hace unas horas me odiabas. ¿Cómo es que tú…?—me preguntó con una voz tan lastimera. No quiero verlo triste jamás. Coloqué mi dedo sobre su boca para impedir que siguiera hablando. Sus ojos se veían tristes. ¿Por qué? ¿Acaso la culpa es demasiada?
—¿por qué, Zen? ¿Por qué tenías que enamorarte de mí? Existen tantas personas allá afuera que desearían estar contigo. ¿Por qué te fijaste en alguien como yo? Tú mereces algo mejor, algo que valga la pena—pude percatarme de que desvió la mirada y se limpió las lágrimas con las manos. No pude soportarlo más y terminé arrodillado frente a él, tomando sus manos y mirándolo fijamente. Él se sonrojó y trató de apartarse.
—¿q-qué haces? No tienes por qué hacer esto…
—entiéndelo, por favor, Takafumi, yo te amo. Te amo, a pesar de todo lo que ha pasado. Sé que estas arrepentido y quieres empezar de nuevo. ¿Por qué no quieres?—le pregunté. En ese momento, él me sonrió y se acercó para tocar una de mis mejillas con su mano.
—¿por qué eres tan bueno? No me merezco tu amor, pero te prometo que me esforzaré. Voy a lograr que tú…
—no debes hacer nada. Solamente ámame, ámame mucho. Así como yo te amo—él me miró con una sonrisa llena de ilusión y se reincorporó para darme un abrazo. Le correspondí tan fuerte como me lo permitían mis piernas.
—te amo, te amo tanto. Por favor, permíteme estar a tu lado para siempre…
***
—pasaron muchas cosas en ese momento. Siento haberte causado tanto daño en ese entonces. No sabía lo que estaba haciendo. Pensé que… tú eras…—no pudo terminar de hablar al sentir que sus ojos se llenaban de lágrimas. Se abrazó más al cuerpo de su pareja y se acurrucó en su pecho.
—no te disculpes más. Todo quedó en el pasado. Debemos enfocarnos en el presente y ser felices, ¿no crees lo mismo?—le preguntó el castaño. El peli azul sonrió con alegría y lo abrazó lo más fuerte que pudo.
—te amo, te amo tanto. Por favor, no me sueltes jamás. No sueltes nunca mi mano, por favor—habló el peli azul.
—jamás lo haré. Te prometo que esta vez nadie nos va a separar. Nosotros estamos hechos el uno para el otro—besó una de sus mejillas y después lo miró.
—te amo, te amo. Tú eres lo más importante para mí. Quiero que estés a mi lado por siempre. También quiero que me permitas ser la madre de tus hijos, que podamos ser una familia y que…
—¿en serio? ¿Te gustaría tener un bebé conmigo?—preguntó con ilusión. Sus ojos se iluminaron y esbozó una brillante sonrisa.
—claro que quiero. Me encantaría llevar dentro de mí un bebé de ambos—habló con una voz llena de ilusión y se reincorporó para quedar sentado sobre las piernas del castaño. Quitó la estorbosa sabana y solamente quedaron ellos dos, sin nada que cubriera su desnudez.
—oye, ¿te puedo hacer una pregunta?—murmuró el peli azul.
—la que quieras—respondió el mayor.
—¿qué pasó con tu prometida? Después de que hablamos en el aeropuerto, ya no supe más de ella. ¿Qué pasó?
—pues ella… espera, ¿cómo sabes que su nombre es Sakura? Yo jamás te la presenté.
—ah, bueno, es que… ella estuvo presente en uno de mis sueños—respondió avergonzado.
—¿en serio?—el menor asintió—. ¿Cómo era?
—pues… sólo recuerdo que era castaña, de ojos miel. Era muy hermosa y tú siempre decías que una buena mujer. Que era cariñosa y muy amable, pero que ella no era para ti, que siempre estuviste buscando a la persona que te había robado el corazón. En el sueño me dijiste que él era muy parecido a mí. Me decías que no podía despertar de esas pesadillas porque no había olvidado el pasado. Era este el que me impedía ser feliz. No lo entendí sino hasta que te vi, de pie frente a mí, despidiéndote porque ibas a casarte. Pensé que…—agachó la mirada y se cubrió la cara con las manos. Zen al verlo, sintió su corazón oprimirse. Se acercó a su novio y lo abrazó con todas sus fuerzas contra su pecho. Takafumi correspondió y escondió su cara en su hombro.
—no sigas martirizándote así. Tú lo mereces todo. Eres la mejor persona que he conocido jamás. Tengo la suerte de que seas sólo para mí. Entiende que tú lo eres todo para mí y quiero que estés conmigo para siempre—miró al menor y acarició su cabello con sus manos. Después de eso, levantó su cara y le dio un beso en la frente.
—lo sé. Yo también quiero que seas para mí solamente. Eres mío y no quiero que nadie más se te acerque—habló el peli azul con un tono bastante posesivo. El castaño asintió y volvió a recostarse sobre el colchón, dejando que el peli azul se sentara de nuevo sobre sus piernas. Takafumi entendió lo que Zen quería y claro que se lo cumpliría. Se reincorporó un poco de la cama y se acercó a la mesita de noche para abrir uno de los cajones y sacar una botella transparente, la cual contenía un líquido del mismo color y vacío una buena cantidad sobre su mano derecha y la llevó directamente hasta su entrada, la cual penetró con tres de sus dedos. Estos entraron de manera rápida y sin ningún tipo de dolor. Comenzó a mover los tres dígitos de adentro hacia fuera y luego en círculos. Movía estos de una manera desesperada, quería encontrar a como diera lugar su punto erógeno.   Cuando al parecer lo encontró, empezó a mover sus dedos alrededor de esa zona, mordiendo sus labios y sintiendo sus piernas temblar. Estuvo a punto de llevar su mano libre hasta su miembro para masturbarse, pero el castaño apartó su mano.
—no, no puedes hacerlo. Sólo tienes permitido venirte tocándote por atrás, ¿entendido?—lo miró serio.
—e-está bien—miró al castaño con desesperación y continuó autopenetrándose. Miró a los ojos al castaño y cuando no pudo contenerse más, terminó dejándose caer sobre el colchón mientras se tocaba.
Zen sintió que no podía resistir más y en lugar de sólo mirar, se acercó al peli azul y tocó uno de sus húmedos muslos con sus dedos. Esto provocó que el menor se sobresaltara y cerrara los ojos con fuerza.
—ahhh… Z-Zen… yo—no pudo pensar en nada más cuando el castaño inclinó su cabeza sobre su muslo izquierdo comenzó a besarlo de manera delicada y también dejó unas cuantas mordidas. Empezó a subir cada vez más y más hasta que por fin pudo meter su miembro a su boca. En ese momento, Takafumi no pudo continuar con lo que hacía, y en su lugar, se llevó ambas manos a la boca para contener un enorme gemido.
—¿qué pasa? No te detengas. Debes seguir con lo que estabas haciendo, vamos—lo incitó a continuar. El peli azul suspiró y tuvo que llevar sus dedos nuevamente hasta su húmeda entrada. La penetró con delicadeza y volvió a mover sus dedos de adentro hacia fuera. No podía pensar en nada más cuando estaba completamente perdido en el placer. Siendo estimulado en su punto débil con sus largos dedos. Zen seguía lamiendo y mordiendo su miembro de manera tan excitante.
—Z-Zen… y-ya no puedo más. P-por favor, métemela—suplicó con desesperación. El castaño atendió su pedido y tomó su propio miembro con su mano para guiarla a la húmeda entrada del peli azul, quien abrió sus piernas lo más que pudo para dejar que el castaño lo penetrara. Flexionó sus rodillas y enredó sus piernas en su cintura cuando este se acercó a él. Zen se recargó un momento sobre el cuerpo de su novio y dejó que este lo abrazara por la espalda.
Al estar completamente unidos, Zen se alejó un poco de Takafumi y lo miró de forma detallada. El peli azul tenía los ojos cerrados y de ves en cuando suspiraba. El castaño no pudo más y comenzó a moverse de manera desenfrenada, teniendo a su novio gimiendo y gimiendo sin parar.
—¡ahhh! ¡Zen, más! ¡Más rápido! ¡Más, más, más! ¡Por favor, quiero más!—exclamó el peli azul completamente fuera de sí. Con la mente en blanco y solamente dejándose llevar por la lujuria y el deseo.
—ven, amor—lo incitó el castaño, quien dejó de moverse por un momento y salió del interior del peli azul, quien se sintió extraño al tener esa profunda sensación de vacío. Se reincorporó y pudo ver al castaño recargando su espalda sobre el cabezal de la cama y mirándolo con una sonrisa lujuriosa. Takafumi rápidamente se reincorporó y gateó de una manera muy seductora, acercándose a este y sentándose sobre el miembro del castaño, dejando que este lo penetrara. El peli azul comenzó a moverse nuevamente de una manera rápida y movía su cadera de arriba abajo.
—Z-Zen… y-ya no puedo más… m-me vengo—expresó ya al límite de sus fuerzas. Estaba exhausto y sus ojos se cerraban lentamente.
—vamos, sólo un poco más. Sé que tú puedes. Además, quieres tener un bebé, ¿no?—en ese momento los ojos del peli azul se abrieron lo más abiertos posibles.
—¿ahora?—preguntó el menor.
—claro. Mientras más rápido mejor. Además, mis papás me han preguntado que para cuándo el nieto. Ellos están muy entusiasmados, también quieren tener un nieto a quien abrazar y consentir. Vamos, Takafumi, sé que tú también lo anhelas—lo miró con súplica.
—está bien, Zen, tengamos un bebé—respondió con una sonrisa. En ese momento, el castaño se abalanzó encima de él y lo besó de manera apasionada. Sus labios se juntaron de forma lenta, pero llena de deseo. Se acariciaron y se besaron hasta que ambos se vinieron.
—con esto te garantizo que vamos a ser papás muy pronto—habló el castaño, quien había dejado salir su semen en el interior de su pareja, quien también se había venido en medio de ambos.
—sí, espero que pronto pueda llevar en mi vientre a nuestro futuro hijo—le respondió con ilusión.
Ambos se dieron un baño, se pusieron la pijama y se recostaron a dormir. Era tarde y mañana debían cumplir con sus obligaciones.
—¿mañana tendrás mucho trabajo en el hospital?—preguntó el peli azul, siendo abrazado por el castaño.
—no lo sé. Ya ves que mi turno es de noche y a esas horas siempre pasa algo. Yo espero que no—respondió el castaño.
—qué mal que estés en la noche. No me gusta que te expongas a tan altas horas de la noche—respondió preocupado.
—no tienes que estar preocupado. Te aseguro que voy a estar bien. Tú también debes estar bien para nuestro futuro hijo—acarició su vientre con delicadeza. El peli azul asintió con alegría y después abrazó a su pareja.
—estoy 100 por ciento seguro de que nuestra felicidad está cerca y por ningún motivo voy a dejar que alguien me la arrebate…

Clase baja, clase altaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora