Capítulo IV. Una charla entre amigos

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Capítulo IV. Una charla entre amigos
—¿por qué no me dejaste darle su merecido a ese maldito becado? ¿Acaso no viste las fachas en las que estaba? No entiendo cómo es que pueden dejar que gente así entre en esta prestigiosa universidad—hablo cierto azabache con desprecio.
—no lo hice porque quisiera, más bien, me irritó ver su mirada. Era una mirada lastimera. Es despreciable tener que convivir con gente así. Tienes razón, personas así no merecen estar aquí. ¿Qué les parece si hacemos que su estancia en esta escuela sea la más placentera de todas?—esbozo una sonrisa un poco siniestra y abrazo a sus dos amigos.
—¿qué se supone que haremos?—preguntó el castaño.
—muy sencillo. Lo que haremos será…
***
Pasaron unas cuantas horas más y al fin la hora de la salida había llegado. Zen acomodo sus cosas en su mochila y salió del salón de clases y se despidió de su amigo Yukina. Al salir del salón y comenzar a caminar por el pasillo, sintió que alguien llegaba por detrás y lo empujó un poco con su hombro. El golpe fue lo suficientemente fuerte como para tirarlo al piso. Levantó la vista y pudo percatarse de que había sido el mismo azabache de hace un rato. Este lo miraba con desprecio.
—ja, ja, veo que alguien acaba de tirar una basura al suelo. ¿No sabías que la basura va en el bote? Qué asco, y acabo de tocar una—el azabache se sacudió la ropa, como si estuviera limpiandose el polvo. Justo cuando iba a pararse, otro chico, de cabellos castaños pasó a su lado rápidamente y le arrebató su mochila. La abrió y dejó caer todo su contenido desde lo alto del edificio y al final dejó caer la mochila completamente vacía. Kirishima miró como sus cosas eran arrojadas desde lo alto. Quiso hacer algo, pero ya nada podía hacerse. Miró desde lo alto aquellos cuadernos, aquellos libros, lápices. Todo lo que sus papás habían comprado para él, para que con ellos pudiera trazar aquella línea por la que tendría que seguir para alcanzar su sueño.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y dejó que estas corrieran por sus mejillas.
—¿qué ocurre? ¿Quieres llorar?—preguntó el azabache burlándose de él.
—¿p-por qué?
—¿por qué? ¿Quieres saber el porqué? Muy sencillo, porque los de tu clase son inferiores a mí. Yo puedo hacer lo que se me antoje, cuando quiera y donde quiera. Que te quede muy claro que aquí mando yo, aquí yo soy la ley. Se hace lo que yo digo, ¿de acuerdo? Tú aquí no vales nada. Tú miserable vida no tiene ningún valor para mí, ni para él—señalo a su compañero—. Los de tu clase fueron hechos para servirnos a nosotros. Nosotros somos los más importantes y los únicos que valemos—miró al castaño fijamente.
—¿qué demonios está sucediendo aquí?—se escucho la voz de alguien más. Todos se dieron la vuelta para ver al responsable de aquella pregunta.
—¿qué estas haciendo aquí, Takafumi? Tori y yo pensamos que ya te habías ido—habló el azabache.
—estaba a punto de irme, pero vi como maltratan a este pobre chico. ¿Cómo fueron capaces de hacer semejante barbaridad? Vayan ahora mismo y recojan las cosas que tiraron. No crean que no los vi. Vayan ya—ordeno el peli azul. Ambos chicos lo miraron sorprendidos.
—p-pero… Takafumi…
—vayan ahora mismo. No querrán que mi papá se entere de esto, ¿verdad?—ambos se pusieron pálidos y bajaron rápidamente las escaleras.
Mientras tanto, Kirishima se quedó parado a la orilla del pasillo, mirando a la nada.
—gracias por ayudarme. No sé por qué lo has hecho, pero gracias—respondio avergonzado.
—no ha sido nada. No me gusta ver a esos dos haciendo estupideces. Por cierto, mi nombre es Yokozawa Takafumi. Es un gusto conocerte—extendio su mano.
—el placer es mío. Yo me llamo Kirishima Zen—correspondió el saludo.
—¿eres becado?
—así es. Me dieron la beca por tener un buen promedio. Por favor, no le digas a nadie.
—no te preocupes, no lo haré—esbozo una sonrisa.
Paso un poco más de rato hasta que volvió el par de amigos con la mochila del castaño. Yokozawa la tomó y se la entregó al castaño.
—gracias de nuevo. Ya me tengo que ir—se despidió el castaño y bajó las escaleras.
—no entiendo por qué tuve que hacer algo así. Yo aquí soy mucho más importante que ese maldito becado. Prometo que le haré pasar la mejor experiencia de su vida—expreso el azabache.
—estoy de acuerdo, pero todo eso tomará tiempo. Cuando menos lo esperé ya lo tendré entre mis manos—finalizó el peli azul.

Clase baja, clase altaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora