Capítulo XX. Amenazas

186 13 11
                                    

Capítulo XX. Amenazas
Narra Yokozawa
Hace poco más de dos meses me enteré de que Masamune está encinta. Puedo deducir perfectamente de quién es el bebé. ¡Maldita sea! ¿Por qué tienes que estar en mi camino? Te odio. Se suponía que eras mi amigo y ahora, estás del lado de ese idiota de Zen. No puedo creer que esto esté pasando.
Masamune ha vuelto a la escuela, pero ya no nos hablamos ni nos saludamos, nada. Nuestra amistad terminó desde que me dijo que estaba enamorado de MI novio. Ja, ¿qué tonterías estoy diciendo? Yo jamás me enamoraría de un pobre como él. No somos de la misma clase. Personas como él sólo están hechos para servirnos.
***
Subí las escaleras para caminar a mi salón de clases. Mientras iba caminando por el pasillo me encontré con cierta persona.
—wow, hace tanto que no te veía. Estás más llenito, ¿por qué?—le pregunté de forma burlona.
—estoy esperando un hijo—me respondió serio—. Sabes que es de Zen, ¿no? Qué lástima, yo sí puedo darle un hijo y tú no—ahora fue él quien se burló. Eso me hizo enfurecer, tanto que me acerqué a él de manera rápida y o estrellé con fuerza contra la pared. Él dejó salir un quejido de dolor y yo lo aprisioné con más fuerza. Saqué una pequeña navaja de mi bolsillo y la coloqué en su costado izquierdo. Estaba muy cerca, tanto, que si él se movía o intentaba huir, esta se clavaría enseguida.
—¿q-qué demonios haces? ¿Estás loco? ¿Acaso quieres matarme?—me preguntó con notable miedo en su rostro.
—eres muy inteligente. Te voy a advertir una cosa: si abres la boca para decirle a Zen sobre lo que planeo hacer con él, te juro que te vas a arrepentir. Y no te lastimaré a ti sino a él—señaló un poco su vientre con la navaja. Masamune tembló al sentir el filo rozando con su ropa—. ¿Está claro?—el azabache se quedó callado—. ¡Te pregunté si quedó claro!—grito con fuerza y golpeó la pared con su puño.
—s-sí—fue todo lo que pudo responder. Su miedo era tanto, que sin querer, comenzó a llorar.
—no llores, por favor. No pienso hacerte daño. No, si no interfieres en mis planes—el azabache se quedó callado—. Muy bien, si no tienes nada más que decir, me voy. Cuida mucho a ese bebé. No queremos que le pase algo malo, ¿verdad?—lo miró por última vez y se marchó, con una sonrisa en los labios.
Masamune se quedó ahí, de pie, sollozando y sujetándose el estómago. Trató de ponerse derecho, pero un intenso dolor lo hizo tener que encogerse.
—no, no, bebé. No me abandones. Quédate conmigo, ¿sí? Por favor—sujetó su vientre con más fuerza mientras caminaba hacia el baño de los hombres. Se quedó perplejo al darse cuenta de que había dejado pequeñas gotas de sangre en el camino. Caminó con algo de dificultad hacia el interior del mismo y caminó lo más que pudo para llegar hasta uno de los cubículos, ahí se agachó y vomitó mientras seguía sujetando su estómago. Cuando terminó, comenzó a sentirse débil y sin fuerzas. Se recargó sobre la pared y también su vista se distorsionó. Al poco rato ya estaba desmayado.
***
Despertó unas horas después en el hospital, aún se sentía débil, pero pudo reincorporarse. No había absolutamente nadie a su lado. Llevó sus manos hacia su estómago y no sintió nada. Este se sentía frío y plano. No quiso creer lo que estaba pasando.
—no, esto no puede estarme pasando a mí. No, mi niño está aquí, en mis brazos. Él va a estar bien, ¿verdad que vas a estar bien?—habló completamente fuera de sí. Miraba a todos lados y movía sus manos como si estuviera meciendo un bebé.
—vamos a estar bien. No voy a permitir que nada malo te suceda. Siempre estaré contigo y te protegeré…

Clase baja, clase altaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora