Capítulo LVIII. Peligro

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Capítulo LVIII. Peligro
Las horas siguieron pasando y con ello, también Zen Kirishima y Takafumi Yokozawa continuaron preparando sus maletas para realizar el tan esperado viaje a la ciudad de Hokkaido. Estaban ansiosos también por llevar al pequeño Souichi. Zen sabía que sus padres ansiaban al fin conocer a su hermoso nieto.
Cuando terminaron de arreglar todo, salieron en el primer vuelvo que llegaría algunas horas después a dicha ciudad. Ambos Iban en el mismo lugar y Yokozawa era quien iba cargando al bebé.
—Zen...
—¿qué ocurre, amor?—preguntó, tomando al bebé cuando esté extendió sus bracitos para que lo cargara.
—¿puedes decirme qué fue exactamente lo que te dijo tu madre cuando ya sabes...?
—¿de qué hablas? ¿Cuándo me habló de la persona que intentó asesinarla? —el peli azul asintió. Se veía cabizbajo. Le costaba mucho creer que su padre fuera capaz de hacer algo así.
—pues... ella me contó que esa persona le advirtió que no quería que yo veo volviera a acercarme a ti o que me mataría. Antes, él ya la había apuñalado, creo que unas seis veces—explicó. El peli azul se veía desolado, triste, confundido. El castaño tomó su mano y logró que las entrelazaran.
—¿cómo es esto posible? ¿Cómo fue capaz de hacer algo así? Zen, lo siento. Yo no...
—shh, no tienes que disculparte conmigo para nada. Entiendo que te es difícil creer algo así porque se trata de tu padre, pero quiero que creas en lo que yo te estoy diciendo. Jamás sería capaz de inventar una mentira tan terrible sólo para separarte de tu padre.
—te creo. Sé que tú jamás harías algo así. Creo totalmente en tus palabras. Ahora que los tres somos una familia, debo cuidarlos a ambos, así como sé que ustedes me cuidarán a mí, ¿no es así? —miró a sus dos amores y le dio un beso en la mejilla a su prometido al igual que un beso en la frente del bebé.
—m-mamá—habló el pequeño. El mencionado sonrió.
—oh, pero que listo es nuestro hijo. Espero que me llames papá muy pronto—el niño lo miró pensativo y después abrió la boca para hablar nuevamente.
—p-papá—balbuceó, mirando a su papá y extendió sus bracitos para que este lo abrazara.
—de verdad que los amo tanto a los dos. Ustedes son mi mayor tesoro y me aseguraré de protegerlos siempre—expresó el castaño, cargando al pequeño, que hace poco acababa de quedarse dormido. El peli azul esbozó una sonrisa y acarició su mejilla.
—estoy seguro de que vienen tiempos mejores...
***
El vuelo siguió su curso y al fin llegaron a la ciudad de Hokkaido. Al salir del aeropuerto, pidieron un taxi, ya que llevaban las maletas y al bebé en sus brazos. El camino fue tranquilo y al llegar a la casa, el primero en recibirlos fue el señor Kirishima, quien ayudó a su hijo y a su yerno a bajar las maletas.
—por favor, Takafumi, entra a la casa. Llevas a Souichi en los brazos y debes tener frío. Vamos, en un momento te alcanzaremos—le habló su suegro de una manera muy dulce, casi como un padre.
—muchas gracias, señor...
—oh, vamos, Takafumi, no me digas señor. Tú sabes que eres parte de nuestra familia. Por favor, dime papá—le pidió el castaño mayor.
—l-lo haré. Gracias, papá—no pudo evitar que unas lágrimas de felicidad salieran de sus ojos. Entró a la casa y dejó a los dos castaños solos.
—¿cómo está mamá? —preguntó el castaño menor a su padre.
—ella está muy bien, recuperándose. El médico dijo que su recuperación fue casi como un milagro. También me puse muy feliz al verla despierta. Ven, vamos adentro—los dos entraron a la casa y encontraron a Takafumi y a su madre platicando muy amenamente, como si se tratara de una madre y su hijo. La señora Kirishima cargaba al pequeño y este se mostraba muy alegre al estar en los brazos de su abuela.
—mamá—la llamó el castaño. La señora miró a su hijo y le entregó el bebé a Takafumi para poder acercarse a su hijo. Lo abrazó con todas sus fuerzas y le dio un beso en la frente.
—estoy tan feliz de estar nuevamente con mi hijo. Ahora estamos juntos los tres. Somos una hermosa familia—opinó la señora, quien abrazó a su esposo y a su hijo. Takafumi sonrió con tristeza y también abrazó a su bebé. Zen se dio cuenta de su tristeza y se separó del abrazo para ir a ver a su pareja. Se arrodilló frente a él y acarició sus mejillas. Limpió una pequeña lágrima que escurría de su mejilla izquierda.
—¿por qué lloras, mi amor? ¿Lloras de felicidad?
—créeme que soy la persona más feliz del mundo al tener a alguien como tú en mi vida. Te agradezco por ser como eres. Te agradezco por el amor que me has brindado, por darme un hijo tan lindo como lo es Souichi y por apoyarme siempre en los momentos más difíciles de mi vida—el castaño lo miró con una sonrisa y se acercó para darle un beso en sus finos labios. El peli azul sonrió aún más al tener a un hombre como lo era Zen.
Ambos padres se acercaron a la escena y abrazaron a los futuros esposos.
—me alegro tanto por ustedes dos. Sé que ambos se merecen lo mejor y deseo, con todo mi corazón, que ambos tengan la felicidad que tanto han buscado—los felicitó primero el señor Kirishima.
—es verdad—siguió la señora, quien tomó a su nieto entre sus brazos—. Ambos sabemos que se merecen el ser felices y están a punto de formar su pequeña familia. Saben que cuentan con nuestro apoyo para lo que sea.
—gracias...
—mamá, dime mamá. A partir de ahora eres como un hijo más para mí—abrazó a su yerno con todas sus fuerzas.

—¿y bien? ¿me vas a platicar cómo fue que sobreviviste de milagro? Hay algo que aún no me cuadra en toda esta historia—habló el castaño menor.

—no lo sé, hijo. Sólo sé que un día me desperté y ya me sentía mucho mejor. Lo único malo fue que me costaba un poco de trabajo respirar porque había un gran tubo dentro de mi boca. Debo admitir que fue algo doloroso. Pero afortunadamente estoy viva y más sana que nunca para poder cuidar y jugar con mi hermoso Souichi—expresó la señora llena de alegría y abrazó a su adorado nieto, quien alzó sus bracitos para tocar la cara de su abuela.

—es extraño...

—¿Por qué lo dices, amor? —le preguntó su amado.

—fácil, porque cuando estuve en Tokio, ¿recuerdas que recibí la llamada de alguien diciéndome que mi madre había muerto? Además, me parece aún más extraño que me llamaran, porque yo nunca les di ningún número de teléfono—miró a su novio pensativo y este le devolvió la mirada, aterrado.

—¿crees que pudo haber sido...? —preguntó asustado. Temía que su padre le hiciera algo a su pequeña familia.

—no lo sé, mi amor. No quiero alarmarte, pero lo mejor será que te alejes de él. Sé que es tu padre, pero no quiero ni imaginar lo que podría hacerte a ti, aunque seas su hijo.

—ya no sé si ese hombre en realidad es mi padre. Sé que desde siempre se ha portado de una manera muy fría y dura, pero nunca pensé que él sería capaz siquiera de matar a una persona.

—no todo es lo que pensamos. Al principio nos muestra una cara, pero después saca su verdadera apariencia. Lo mejor será que no lo frecuentes tanto, es por tu bien y el de nuestro hijo. No quiero que te lastime.

—no te preocupes, no dejaré que me lastime, ni a mí ni a nuestro hijo—lo miro con una sonrisa. Lo aliviaba tanto estar en los brazos de su único amor.

—me he dado cuenta al fin de quien es realmente mi padre. Es alguien despiadado, que no se tienta el corazón para lastimar a otros, aun si se trata de su propia familia. Por mi bien y el de mi familia, será mejor que me aleje de él para siempre. 

Clase baja, clase altaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora