Capítulo LXXVI. Un poco de felicidad

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Capítulo LXXVI. Un poco de felicidad
Ha pasado mucho tiempo desde que todo acabó. Todo mundo es feliz y tienen sus propias familias. Pero hay una pareja en específico que no ha podido serlo. O más bien, no es que no haya podido serlo, sino que, no hemos relatado su historia. Te preguntarás a qué pareja me estoy refiriendo. Pues has acertado, es la pareja de Nowaki y Hiroki. Sí, ellos dos también se merecen que su historia sea contada, ya que tuvieron que pasar por diversas circunstancias para poder al fin estar juntos. Una de ella fue la aceptación de la familia de Hiroki hacia Nowaki, eso no fue para nada complicado. Su familia estaba conformada por personas de mente muy abierta y de un gran corazón. Estaban felices de poder ver a su hijo junto a alguien que realmente valía la pena. La siguiente circunstancia fue, claro, el secuestro que había vivido el castaño menor y que había puesto su vida en un serio peligro. Pero también, gracias a ello había encontrado al amor de su vida. A partir de esos dos acontecimientos, la vida de ambos cambió para bien, los dos se amaban con locura, se cuidaban mutuamente y se complementaban de una manera casi mágica. Era como si hubieran sido creados para estar juntos por toda la eternidad. Como ninguno de los dos quería volver a estar lejos el uno del otro, decidieron que lo mejor que podían hacer era contraer matrimonio, por lo que así lo hicieron. Se casaron casi enseguida de que declararon abiertamente su noviazgo. Todo mundo los felicitó y les deseó que siempre estuvieran juntos. Fue ahí donde todos se enteraron de que el castaño menor era un amigo un tanto cercano a Usami Akihiko, cosa que no pasó desapercibida para Masamune.
—así que amigos cercanos, ¿eh? Dime, ¿te la pasabas bien a su lado? —preguntó con celos. Se le veía en la mirada que estaba furioso.
—mi amor, somos amigos nada más. No hay necesidad de que te pongas celoso...
—¿solamente eran amigos? —preguntó temeroso.
—bueno… fuimos novios por un tiempo, pero eso ya no tiene relevancia en este momento. Solamente tengo ojos para ti y así será siempre—trataba de convencer a su esposo. Este, por alguna razón, se sentía inquieto. Temía que su esposo aún pudiera tener sentimientos románticos hacia su amigo.
—¿qué es lo que te da miedo, mi amor? ¿Temes que te sea infiel? En serio, ¿no confías en mí lo suficiente?
—no, no es eso. Es que…
—¿crees que aún guardo algún tipo de sentimiento hacia él? La respuesta es más que obvia, es mi amigo y por eso le tengo mucho cariño, pero nada más allá. Tenme algo de confianza, ¿no? ¿Por qué no puedes creer en mis palabras? ¿Estás dudando del amor que siento por ti? —él también comenzaba a molestarse.
—no, no, claro que no. No sé qué es lo que me sucede, pero tengo miedo de que algo o alguien quiera separarnos de nuevo. No quiero que vuelvan a alejarme de tus brazos, no quiero pasar ni un minuto sin tus besos, sin tus caricias. Perdóname, no quería que te sintieras así—se disculpó el azabache apenado. El peli plata lo miró con dulzura y se acercó para darle un abrazo y un beso en la frente. Su corazón se sentía tan ligero ahora que estaba todo solucionado—. Gracias por formar parte de mi vida—los dos se miraron y después se dieron un abrazo lleno de cariño.
***
—es algo que me resulta demasiado increíble. Por fin estamos casados y listos para vivir una vida llena de alegría. Gracias por estar ahí para mí siempre que lo necesite. Eres una gran persona y alguien que vale mucho. Espero poder ser lo suficientemente como para hacerte muy feliz—expresó el castaño menor. Su alegría era tanta, que no hallaba la manera de expresarla con palabras. Su ahora esposo también estaba feliz de poder estar a su lado y esperaba hacerlo feliz de todas las maneras posibles.
—créeme que mi felicidad es igual e incluso mayor que la tuya. También yo quiero hacerte la persona más feliz de este mundo y espero que algún día no tan lejano podamos tener una familia—eso lo dijo de manera tímida, ya que no sabia cómo iba a reaccionar su esposo. Este se sorprendió ante su propuesta. No tenía idea de que su amado pensara de esa manera. ¿Tener una familia? Eso era exactamente lo que él más quería, ser una hermosa familia y cuidar de ellos con todo su corazón.
—¿en serio te gustaría tener una familia conmigo? —preguntó con ilusión.
—claro, es algo que anhelo con todo el corazón. ¿Por qué? ¿No es algo que tú desees?
—no, no, no es eso. Más bien…—se rascó un momento la cabeza y después llevó sus manos hasta su plano vientre—. No sabía cómo decírtelo. Quería esperar para saber si era verdad, ahora puedo estar seguro de que lo es—miró al azabache con una sonrisa y se tocó el vientre con dulzura. Ese movimiento hizo que su ahora esposo dejara salir unas lágrimas. ¿Acaso serían padres?
—¿me estás diciendo que seremos padres? —el menor asintió con alegría y también dejó salir unas lágrimas. Su corazón se sentía tan ligero, pero a la vez tan lleno de emociones, que no sabía si se desmayaría o algo parecido.
—¡no tienes idea de lo feliz que me haces! Gracias amor, gracias por la dicha de hacerme padre y de poder ser una familia juntos. Te amo, te amo tanto—se acercó a su esposo y lo abrazó tan fuerte como se lo permitían sus brazos. El menor también estaba feliz al ver la alegría e ilusión en el rostro de su esposo. Pronto su felicidad estaría completa.
***
Nueve meses después…
Nueve meses habían pasado desde que ambos chicos habían decidido casarse para poder formar una familia. Las cosas entre ellos iban de maravilla y ninguno de los dos podía pedir más. Lo tenían todo.
Pues bien, ha pasado ya un tiempo desde aquello, nueve meses para ser exactos, y todo va absolutamente de maravilla. Hace poco que el átalo había llegado a su noveno mes de embarazo y faltaban pocos días para que diera a luz. Ambos padres estaban demasiado nerviosos y no sabían mucho acerca de cómo ser padres. Lo que los aliviaba era el saber que tenían una linda familia que los apoyaría con todo lo concerniente a su bebé. Ambos se encontraban en la sala de la casa y hablaban sobre cómo sería cuando el bebé llegara a sus vidas. Nowaki mantenía su cabeza recargada sobre su enorme vientre y de vez en cuando este recibía una patadita. Estas comenzaron a hacerse más constantes y de pronto sintió como su vientre se ponía duro. Después de aquello, un intenso dolor se localizó en la parte de su vientre bajo.
—ay—expresó el castaño. Su amado se preocupó al escucharlo y se levantó. Tal vez el peso de su cabeza lo había lastimado.
—¿qué ocurre, amor? ¿Te lastimé con mi peso?
—c-creo que se me rompió la fuente. Amor, ya viene—expresó con dificultad. El azabache entendió inmediatamente que debían ir al hospital y así fue. En el trayecto, el castaño respiraba agitadamente y se tocaba el vientre. Llegaron al hospital lo más rápido posible y lo atendieron casi enseguida. Lo llevaron a una habitación para que fuera inspeccionando. Mientras, Nowakk se encargaba de llenar los papeles y otras cosas. Cuando terminó, fue a la habitación de su amado y ahí un médico lo estaba valorando.
—¿cómo está mi esposo, doctor?
—aún tiene muy poca dilatación. Cuando tenga más de seis centímetros será la hora. Por el momento, le recomiendo que ahorre fuerzas, porque las va a necesitar. Con permiso—el médico se fue y dejó a ambos chicos a solas.
—tengo miedo. ¿Dolerá mucho?
—no lo sé, amor. Takafumi me ha dicho que los dolores son fuertes, pero en el momento en el que nace automáticamente los dolores desaparecen. Tienes que ser fuerte, por nuestro hijo—el castaño menor asintió y cerró los ojos al sentir una nueva contracción. Estas se hacían cada vez más fuertes y más duraderas. Minutos después llegó el médico, quien se dedicó a inspeccionarlo.
—¡es la hora! Por favor, preparen la sala de partos—ambos chicos se alegraron y se miraron con una sonrisa. Se llevaron al castaño y Nowaki tuvo que quedarse en la otra habitación para colocarse una bata y un cubrebocas. Sentía que su corazón latía con fuerza y alegría. Pronto conocería a su hijo. Cuando estuvo todo listo, llegó corriendo a la sala de partos. Estaba nervioso y emocionado a la vez. Su corazón latía con rapidez al pensar que pronto conocería a su bebé. Por otra parte, el castaño ya estaba en la camilla y con una tela de color azul cubriéndole las piernas. Estas estaban flexionadas y abiertas. Se acercó a él y rápidamente lo tomó de la mano. Las contracciones se volvían más fuertes. Comenzó a pujar con todas sus fuerzas durante algunos minutos. Sus fuerzas disminuían cada vez que pujaba. De pronto, en toda la habitación comenzó a escuchar el llanto de un bebé. El médico cortó el cordón umbilical y lo acercó al pecho de su mamá. Nowaki se acercó a ambos y miro mejor al bebé. Era un hermoso niño, de mirada amielada y cabellos oscuros.
—nuestro niño es hermoso. Gracias por darme la felicidad de tener una familia a tu lado—agradeció el azabache. Su amado lo miró con una sonrisa, pero de pronto, volvió a sentir una nueva contracción. Todos se asustaron.
—¿qué ocurre, amor?
—m-me duele. Aún me sigue doliendo el vientre—cerró los ojos con fuerza al sentir una nueva contracción. El médico rápidamente se acercó a revisarlo y se sorprendió con lo que vio.
—b-bien, necesito que te prepares. ¿Aún tienes fuerzas para pujar? — Ambos chicos lo miraron confundidos.
—¿p-por qué? —preguntó el castaño. En ese momento un enfermero se llevó al bebé.
—me parece que vas a dar a luz a un segundo bebé—ambos padres se quedaron boquiabiertos. ¿Qué había dicho el médico?
—¿qué es lo que acaba de decir?
—me parece que el médico que te atendió no se percató de que eran dos bebés. Espero que no haya ninguna complicación. Bien, ya sabes lo que tienes que hacer—dicho esto, el castaño se preparó y volvió a reunir fuerzas para poder ayudar a ese segundo niño a nacer. Después de algunos minutos, también se escuchó un segundo llanto. También era un niño. Solo que este tenía los cabellos de color castaño y los ojos eran oscuros. Ambos niños eran preciosos. Trasladaron a los tres a una habitación y ahí, Hiroki pudo tener a ambos en sus brazos.
—sigo sin creer que tenga entre mis brazos dos bebés. Se me hace algo sorprendente. Jamás pensé que tendría tanta alegría en un solo día—el azabache lo miraba embelesado. Los niños estaban profundamente dormidos y su amado los miraba dormir—. ¿Quieres cargar a uno? —el azabache se puso nervioso ante su propuesta. ¿Y si se le caía? —. ¿Estás nervioso? Vamos, ven. Mira, acerca tu brazo a su cuerpo y trata de colocar tu antebrazo para que pueda recargar su cabecita—el azabache estaba muy nervioso, pero hizo lo que su amado le decía. El bebé no se despertó para nada y pudo cargarlo sin ningún problema. Él había sostenido al mayor de los bebés, o sea el de cabellos azabache y ojos miel.
—¿cómo se llamarán? —preguntó el menor, quien sostenía al menor de los bebés.
—¿qué te parece Yuki (felicidad) y Yuu (superior)? A mí me parecen nombres bonitos—opinó el azabache. El menor sonrió al escuchar los nombres.
—bien, entonces te presento a Yuu—le dijo al azabache. Este también sonrió.
—me parece perfecto. Entonces, bienvenido al mundo, Yuki. Espero que siempre seas muy feliz y que en todo momento tengas lo que siempre sueñes, que consigas lo que sea que te propongas y que alcances tus sueños y metas—besó la pequeña frente del bebé y después acarició su mejilla.
—te amo tanto, los amo tanto a los tres. Te prometo que haré hasta lo imposible para hacerlos a todos felices, porque tú has sanado mi corazón y mi alma, y estoy completamente seguro de que eres lo más valioso y lo mejor que me pudo pasar en la vida, porque todos tenemos el derecho de ser felices con la persona que amamos, sin importar que seamos de clase baja o clase alta.
FIN

Clase baja, clase altaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora