Capítulo XLI. Planes siniestros

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Capítulo XLI. Planes siniestros
Como había acordado el señor Takahiro, Takafumi y Zen se quedaron en su casa y les arreglaron una habitación para los dos, donde solamente había una cama. Takafumi miró la cama y se quedó incrédulo. Tanta casa y solamente tiene una cama, fue lo que pensó.
—¿qué pasa? ¿No te agrada la idea de dormir juntos? A mí me encanta. Así puedo sentir tu hermoso cuerpo junto al mío y acariciar ese bello rostro que tienes—le susurró al oído mientras lo abrazaba por la cintura y le besaba el cuello de una manera lenta y dulce.
—mmgh… Z-Zen… mmgh—gimió sin siquiera contenerse y enredó sus brazos en el cuello del castaño.
—¿te gusta cuando te toco de esta manera?—le preguntó con voz sensual, al mismo tiempo que desabotonaba el pantalón y bajaba el cierre.
—e-espera, Zen, ¿qué es lo que vas a hacer?—preguntó el peli azul muy agitado y rojo completamente de la cara.
—¿podemos hacerlo rápido?—suplicó el mayor. Este se veía ansioso y se tocó la entrepierna. El peli azul también comenzaba a excitarse. Estaba mucho más sensible ahora con lo de su embarazo, que lo hacían casi a diario. Takafumi no dijo nada y se arrojó a los brazos del castaño para que ambos cayeran sobre la cama. El peli azul quedó encima del mayor y comenzó a frotarse muy lujuriosamente contra el castaño.
Kirishima acarició las caderas del menor con todo y el pantalón. Todo estaba yendo bien, ambos se acariciaban y se besaban de una manera lenta pero apasionada.
Hasta que… a alguien se le ocurrió tocar la puerta. Ambos se separaron y se acomodaron sus ropas lo más rápido posible.
—adelante—habló el peli azul.
La persona que estaba detrás de la puerta, la abrió cuidadosamente. Era uno de los sirvientes.
—disculpe que lo moleste, pero el señor Yokozawa me mandó para decirle que lo espera en la sala—se dirigió al peli azul.
—está bien, enseguida estaré ahí—se levantó de la cama y caminó hacia el baño. En el momento en el que Takafumi entró al baño, el sirviente dejo una bandeja con dos tazas de café sobre la mesita de al lado.
—¿puedo tomar una?—preguntó Zen al sirviente.
—claro. De hecho, el señor me dijo que trajera dos, una para Takafumi y una para usted. Sólo que a Takafumi le traje el que tiene canela. Sé que a él le gusta mucho el café con canela. Bueno, espero que lo disfrute, me retiro—se despidió el sirviente y se fue cerrando la puerta.
Zen tomó la taza que no tenía canela y se la llevó a la boca.
—wow, sí que saben hacer café. Este está muy bueno—opinó, aspirando el aroma que este desprendía.
Cuando Takafumi salió, Zen se había terminado su café y ahora él fue quien se metió al baño.
—¿cuándo trajeron ese café? ¿Es para mí?—preguntó el peli azul.
—sí, hace rato lo trajo el sirviente. Dijo que a ti te gustaba el café con canela, así que te lo trajo, pero como yo lo vi primero y como sabía mejor, me lo tomé—usó un tono burlón.
—¿qué? Pero sí tú sabes que ese es mi favorito. ¿Por qué lo hiciste?—sus ojos se llenaron de lágrimas y agachó la mirada.
En ese momento, el castaño comenzó a sentir un fuerte dolor en el estómago, lo cual, lo hizo tocarse la zona con la mano. Este comenzó a hacerse más intenso y cayó de rodillas al suelo.
—¡Zen! ¿Qué pasa?—preguntó el peli azul, preocupado, al verlo tan pálido y sudando frío.
—m-me duele… ¡ahh!—exclamó al sentir de nuevo el dolor en su estómago y dejándose caer al suelo.
—¡ayuda! ¡Ayuda, por favor!—exclamó completamente asustado al ver a su novio sufrir de esa manera. Uno de los sirvientes llegó a la habitación y al ver la escena se paralizó—. ¿Qué estás esperando? ¡Llama una ambulancia!—exclamó, sumido completamente en la desesperación y llorando a mares. El sirviente salió de la habitación y llamó a emergencias rápidamente. Regresó unos instantes después y le dijo al peli azul que la ambulancia no tardaría. Él se dirigió a su novio y colocó la cabeza de este sobre sus piernas. Este se retorcía del dolor y comenzaba a faltarle el aire.  Los labios se le estaban poniendo morados y sus ojos comenzaban a cerrarse.
—¡no! ¡No! ¡Zen, por favor, no cierres tus ojos! ¡Por favor, no me dejes! Yo te necesito, no me abandones—suplicó el peli azul asustado y llorando.
La ambulancia llegó poco después y se llevaron al castaño al hospital. Al salir de la casa, Takafumi se topó con su padre y le explicó la situación. Le dijo que iría en la ambulancia, que lo vería en el hospital. Cuando Takafumi se fue, el señor Yokozawa maldijo a aquel sirviente por no haber hecho bien su trabajo.
—no es posible. Mi plan falló, pero no me han vencido…

Clase baja, clase altaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora