Capítulo XLVI. Adiós

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Capítulo XLVI. Adiós
Narra Masamune
He pensado detalladamente en lo que me ha dicho Zen con respecto a lo que está sucediendo con Akihiko. Tal vez él ya no me ama o está con alguien más. No quiero pensar en algo como eso, pero me es imposible pensar en que puede ser cierto. Día tras día las cosas han ido mal y mal. Hay veces en las que él no llega a dormir y se va durante todo el día y llega sólo en las noches. Me he cansado de esta situación, más cuando mis niños preguntan por él y no tengo ni idea de qué responderles, tampoco quiero decirles mentiras. No sé que hacer para que volvamos a ser una familia feliz.
***
Es domingo por la mañana y no tenemos que levantarnos temprano. Me quedé acostado un poco en la cama, pero me extrañé al no sentir a Akihiko al lado mío. Me di la vuelta y puedo ver que él no está. De seguro se fue a ver a su amante. De pronto, escucho que  alguien sale del baño, me cubro con las cobijas y me hago el dormido. Es Akihiko quien ha salido del baño. Se ve arreglado y todo. Se acercó a la cama y tomó su reloj para amarrarlo en su muñeca. Salió de la habitación. En ese momento, también yo salí de la cama y me arreglé lo más rápido posible, no puedo dejar que siga viéndome la cara de idiota. Mis pequeños se quedarían en casa de sus abuelos, así que no tuve que preocuparme por ellos. Por fortuna, Akihiko se fue caminando y yo pude seguirlo sin que pudiera darse cuenta de que estaba detrás de él. Caminamos cerca de una hora, hasta que llegamos a una especie de parque, con unas bancas y un lago, donde la gente podía darle de comer a los patos que nadaban ahí.  Akihiko se acercó y se sentó en una de las bancas. Al parecer, está esperando a alguien. Yo me quedé de pie, mirándolo a una distancia prudente. No quiero pensar en lo que está a punto de pasar, pero tengo que saberlo de una vez por todas. Sé que será doloroso, pero debo afrontarlo.
No pasó tanto tiempo, hasta que al lugar llegó una persona. No parezco conocerla de nada. Se acercó a Akihiko, como si lo conociera de años y lo abrazó. Ambos se veían tan felices. Se sentaron en la banca y comenzaron a hablar. La mujer que lo acompañaba era la que se veía más animada. Después de unas cuantas muestras de cariño, sucedió lo que tanto temía. Los dos se acercaron más el uno al otro y se dieron un beso, un tanto apasionado. En ese momento quería morirme, me dolía el pecho, el alma, me dolía todo. Mi corazón se acaba de romper. Siento que en cualquier momento me voy a desmayar.
Me armé de valor y me acerqué a ellos. Los dos estaban tan inmiscuidos en sus asuntos, que no se percataron de que yo estaba frente a ellos.
—veo que estás muy feliz. Eso me pone también muy feliz—susurré, con la voz quebrada y los ojos llenos de lágrimas. En ese momento, ambos voltearon. Ningún de los dos parecía afectado.
—oh, al fin te diste cuenta. Qué bueno, porque quise ahorrarme el trabajo de decírtelo. Ya no me interesas. Me aburres—me dijo esas palabras de una manera tan fría, que terminan de romper mi destrozado corazón.
—me parece muy bien. Espero que esta persona logre hacerte muy feliz. Lamento tanto haberte aburrido—me quité el anillo que había en mi mano izquierda y lo tiré al suelo. Le dediqué una última mirada y rápidamente me alejé.
Caminé lo más rápido que me permitían mis piernas y mientras lo hacía, me puse a pensar en lo que Akihiko me había dicho. Ahora lo entiendo, él realmente se cansó de mí. ¿Por qué?
Seguí caminando, hasta que al fin pude llegar a mi casa. Me sorprendí al ver a alguien sentado en las escaleras de la casa. Es Akihiko. Al verme, se levantó de su asiento y se acercó a mí.
—Masamune, mi amor… yo…
—no te atrevas a llamarme mi amor. Vete de aquí. ¿Por qué volviste? ¿No te bastó con haberme dicho esas cosas? ¿Hay algo más que quieras decirme?—lo miré dolido.
—no, no. Todo lo que viste es un malentendido, yo jamás…
—¿acaso quieres verme la cara de idiota? Yo los vi, Akihiko. No quieras hacerte el inocente. ¿O ya se te olvidó lo que me dijiste? Que ya no te interesaba y que ya estabas aburrido de mí. ¿No te acuerdas? Vete y déjame en paz—traté de alejarme, pero él fue más rápido y logró tomar mi mano y me impidió irme.
—déjame. ¿Por qué no simplemente te vas? Ya tienes a alguien más, ¿no? Vete con ella y hazla feliz—evité a toda costa mirarlo, pero mis lágrimas salían de mis ojos sin que yo pudiera evitarlo.
—no quiero irme—escuché su voz seria.
—bien, entonces yo me voy—logré soltarme de su agarre y entré lo antes posible a la casa. Akihiko me siguió y antes de que pudiera alejarme, volvió a tomarme de la mano. Esta vez, logró que lo mirara, pero rápidamente desvié la mirada.
—¿por qué me haces esto?—le pregunté.
—lo hago porque te amo. Déjame que te explique. Te juro que lo hago por tu bien.
—ja, ¿en serio?—me reí de forma sarcástica.
—te lo juro. Por favor, escúchame—me suplicó. Se puso de rodillas frente a mí. Me quedé de piedra al verlo de esa manera.
—¿en serio? ¿Crees que engañándome es la manera de protegerme? ¿Quieres reírte de mí acaso?
—no, no. Te juro que…
—no me interesa saber nada de lo que tienes que decirme. ¿Tienes idea de lo mucho que me lastimaste al decirme esas cosas?
—Masamune, déjame que te lo explique—volvió a suplicarme.
—no tienes idea de cuánto te odio. Me destrozaste el corazón, me hiciste creer que era poca cosa para ti, que yo no me merecía tu amor, me mentiste, me engañaste. ¿Y aun así dices que me amas?
—no es verdad. Tú me amas. No vuelvas a decir que me odias, porque no es cierto—me miró de forma seria.
—no me interesa lo que pienses. Vete de mi casa en este momento. No quiero volver a verte—le ordené. Pero él no se movió.
—¿no me amas?—me preguntó.
—¿si digo que no, me dejarás en paz?
—depende. Si te creo, tal vez lo haga.
—no lo hago. Ya te lo dije, te odio, te odio con todo mi ser. Así que suéltame—le pedí, pero no me soltó—. Suéltame, por favor—le supliqué, dejándome caer de rodillas y llorando.
—no te creo, así que no me iré.
—bien—me reincorporé y lo empujé con todas mis fuerzas—, si no te vas tú, lo haré yo—logré quitármelo de encima y salí corriendo hacia la habitación. Ahí, saqué una maleta y comencé a meter todas mis pertenencias. Tomé otra maleta y metí las cosas de mis hijos en esta. Cuando terminé, salí de la habitación y bajé las escaleras. Abajo me esperaba Akihiko y de nuevo me detuvo.
—¿qué quieres? ¿Por qué no me dejas en paz? Ya encontraste a alguien más. ¿Por qué no me dejas tranquilo?
—porque te amo. Por favor, déjame que te explique. No es lo que tú estás pensando—me suplicó.
—no quiero escucharte. Déjame en paz—me zafe de su agarre y salí de la casa lo más rápido posible. No quiero tener nada más que ver con él. No puedo creer que haya sido capaz de hacer algo así, y luego me dice que es porque me ama. ¿Me cree un idiota? Como sea, no creeré ninguna de sus mentiras. Jamás volveré a confiar en nadie ni a enamorarme. Solamente me hacen sufrir.

Pobre Masamune. ¿Qué piensan de lo que le hizo Akihiko? ¿Por qué lo habrá hecho? ¿Creen que se merezca el perdón de Masamune?

Clase baja, clase altaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora