Capítulo XIII. ¿Amigos?

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Capítulo XIII. ¿Amigos?
—¿en serio? ¿Cómo se llama?—le pregunté. Tengo tanta curiosidad por saber quién será ese chico.
—¿en serio no tienes ni idea?—se levantó y se acercó a mí peligrosamente. Me está poniendo nervioso—. Te daré una pista, su nombre empieza con Z y su apellido con K—me quedé petrificado al oírlo. No puedo creer lo que acaba de decir.
—no puedes estar hablando en serio. No puedes haberte enamorado de mí tan rápido—lo miré con incredulidad.
—te dije que a lo mejor era demasiado rápido para decir algo así, pero ahora estoy seguro. Estoy enamorado de ti—se acercó a mí aún más, estando casi encima de mí, y sin que me lo esperara terminó dándome un beso en los labios. Me quedé congelado y con los ojos completamente abiertos. No sé qué es lo que está sucediendo, pero no puedo apartarme. Quiero que continúe besándome con esos labios majestuosos, cálidos y dulces. Se separó un momento, pero sólo para empujarme y lograr que me acostara en el pasto. Se puso encima de mí y volvió a besarme de la misma manera. Me tome la libertad de enredar mis manos en su cabello y lo acaricié. Es tan suave y fresco. Él dejó de besarme y bajo hacia mi cuello, el cual también rozó con sus labios. En ese momento sentí como un escalofrío recorrió cada centímetro de mi ser. Lo hace tan bien, me hace sentir tan feliz. Sentí que estaba en el paraíso, hasta que…
—o-oye… e-espera, ¿qué estás haciendo? ¿Te has dado cuenta de dónde estamos? Podrían vernos—trate de apartarlo debido a que él comenzó a desabotonar mi camisa.
—de acuerdo. Entonces, vayamos a otro lugar—se reincorporó y me ayudó a levantarme. Tomamos nuestras cosas y comenzamos a caminar por todos los pasillos, hasta que encontramos un salón vacío. Masamune me jaló hacia el interior del mismo y le colocó el seguro a la puerta. Se acercó nuevamente a mí y me acorraló contra la pared. Esta vez sí consiguió quitarme mi camisa y comenzó a besar mi cuello de una manera tan delicada. Me siento extraño, pero me gusta. No quiero separarme de sus brazos. Mientras me besaba, me tomó de la cintura, por lo que yo enrede mis piernas en su cintura para no caerme. Me llevó hasta el escritorio e hizo que me sentara. Volvió a besar mis labios, procurando tocar mi lengua, y lentamente descendió hasta mi cuello. Sus manos se deslizaron hacia mi cintura y logró encontrar la hebilla de mi cinturón, lo desamarró y después siguió con mi pantalón. No me opuse a nada de lo que hacía porque yo también quería que lo hiciera. Cuando logró quitarme el pantalón, me reincorpore para poder acercarme a él. Yo también quiero tocarlo. Logré despojarlo de su camisa y también le quite el pantalón. Cuando ambos estuvimos en las mismas condiciones, me acerqué a él nuevamente, para poder besarlo de la misma manera, tierna y dulce. Él, lentamente, volvió a recostarme sobre la mesa y, mientras hacía eso, recorrió con sus manos todo mi cuerpo. Se sienten tan cálidas. Pasó su lengua por mi cuello, dejando algunas mordidas. Bajó hasta mi pecho y bajo otro poco, hasta llegar a mi abdomen. Fue hasta ese momento que llegó por fin hasta mi miembro, este se encontraba erguido y comenzaba a  hincharse. Masamune lo tomó con sus manos y lo presionó de forma delicada. Yo, inmediatamente, me mordí los labios y comencé a respirar agitado. Aún no me recuperaba de lo que había pasado cuando, sin previo aviso, Masamune introdujo todo mi miembro en su boca. En ese momento sentí que veía las estrellas. Me aferré con fuerza a su cabeza al sentir que estaba por correrme.
—M-Masamune… m-me voy a-a venir… ¡ahhh!—exclamé, sin poder contenerme, cuando sentí uno de sus dedos dentro de mi ano. Ese dedo se abría paso entre mis paredes y fue ahí donde todo, absolutamente todo se volvió blanco. Mi mente se quedó en blanco al sentir un dedo más dentro de mí. Lo más maravilloso fue que con esos dos dedos llegó hasta mi próstata, la cuál acaricio repetidas veces.
Mis piernas me temblaban y mi respiración era acelerada, al igual que los latidos de mi corazón.
—y-ya no… ya no puedo m-más—expresé, como pude, al sentir de nuevo que me iba a venir. Sentí de nuevo un escalofrío recorrer mi cuerpo, un hormigueo en la parte baja de mi abdomen, y expulse todo mi semen en la boca de Masamune.
Dejé caer mi cabeza hacia atrás mientras trataba de tranquilizarme un poco.
—eres increíble—escuche la voz de Masamune. Me reincorpore un poco y lo vi. Sonreí un poco al verlo.
—tú también lo eres—le respondí. Mi cansancio es tanto que, termine de nuevo recostado sobre la mesa. 
—no puedes descansar todavía. Aún falta que me complazcas a mí, tú ya tuviste tu momento—lo miré sacar algo de su pantalón, es un condón. Lo abrió lentamente con las yemas de los dedos y lo colocó en forma de sombrerito, con la parte lubricada hacia fuera, presionó la punta de este y después lo fue desenrollando. (Una clase muy rápida sobre cómo colocar un condón. Por si no lo sabían 😊). Tiene mucha experiencia, al parecer ha colocado muchos.
—¿estás listo?—se colocó frente a mí y colocó la punta de su miembro en mi entrada. Yo lo miré y abrí mis piernas lo más que pude. Me miró con una sonrisa y comenzó a meterlo de forma lenta. Agradecí que lo hiciera de esa manera porque jamás antes me habían penetrado.
—¿eres virgen?—me pregunto mientras me penetraba. Me sonroje casi enseguida.
—¿en serio? Me alegra tanto saber que soy tu primera vez—terminó de entrar y solamente se quedo de pie, mirándome fijamente. Cuando sentí que ya estaba completamente acostumbrado, moví mi cadera muy suavemente.
—¿ya puedo moverme?—me preguntó. Yo asentí. Comenzó a moverse de manera desenfrenada, cada vez más rápido y dando repetidas veces en mi punto bueno. No puedo pedir más, me siento completamente en las nubes. Me había perdido tanto en el placer, que no me di cuenta en qué momento Masamune se acercó tanto. Ahora lo tenía frente a mí, mirándome con lujuria. No pude contenerme más y terminé besando sus labios. Ahora sus besos son ardientes y apasionados, simplemente exquisitos. Enrede mis brazos en su cuello cuando sentí que me besaba de una manera cada vez más apasionada.
—¿quieres más?—me preguntó, con su voz grave y tan exquisita (imaginen de nuevo la voz de Masamune 😏).
—s-sí, dame más—le supliqué—. Quiero más—atendió mis suplicas y me tomó por la espalda para que pudiera reincorporarme. De nuevo enrede mis piernas en su cintura y aferré mis brazos a su cuello cuando él me abrazo por la espalda y me cargó. Se sentó sobre la silla y yo quedé sentado sobre sus piernas. Su pene aún estaba duro dentro de mí.
—ahora te toca a ti—me miró con deseo. Entiendo lo que quiere decirme, así que volví a besarlo al mismo tiempo que movía mi cadera de arriba hacia abajo tan rápido como me lo permitían mis piernas.
—y-ya no puedo más… v-voy a venirme—expresé, al límite de mis fuerzas.
—yo también. Aguanta un poco más—escuche a Masamune decir esas palabras. También se veía agotado.
Al fin, después de unos cuantos movimientos, sentí mi semen manchar nuestro vientres y también… ¡el semen de Masamune! 
—¿por qué te viniste dentro? ¿No se suponía que te habías puesto un condón?—lo miré con molestia y me crucé de brazos.
—pues, verás… me lo quité antes de metértela. No me gusta usar condón, no es lo mismo. Además, quería sentirte por primera vez—me miró con dulzura y me dio un beso en el cuello. 
—está bien—suspiré—. Pero no vuelvas a hacerlo. Hay que salir de aquí. Seguramente alguien nos escuchó. Además, debo ir a mi siguiente clase. Pero…
—¿pero?
—la próxima vez, yo seré el de arriba, ¿de acuerdo?
—me parece bien—nos dimos un beso más y nos separamos para ponernos nuestra ropa. Salimos cuidadosamente de aquel salón y nos perdimos entre la multitud.

¿Qué les pareció este Kirishima uke? ¿Creen que Masamune lo quiere de verdad?

Clase baja, clase altaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora