Capítulo XXVIII. Tratando de conseguir tu amor

171 15 3
                                    

Capítulo XXVIII. Tratando de conseguir tu amor
Narra Yokozawa
Han pasado casi cuatro años desde que aquello sucedió. Kirishima se fue y no he vuelto a verlo desde ese entonces. Me he dado cuenta de que toda mi vida ha sido una mentira. Como dijo Zen, he tenido siempre lo que he querido cuando lo quiero. Jamás me he puesto límites y siempre lo que he querido, lo he conseguido. Pero mi vida es vacía; sin ningún tipo de cariño. Jamás le he tenido cariño a nada, ni siquiera a mi papá. Él jamás ha estado presente en mi vida. No lo necesito y no lo necesitaré. Pero mi percepción de la vida ha cambiado. He encontrado algo por lo cual luchar, y eso es conseguir el amor de Zen. Sé que será complicado, pero me esforzaré infinitamente. Me he dado cuenta de que él es una persona increíble y se preocupa mucho por sus seres queridos. Quiero lograr que el vuelva a amarme y me tenga confianza. Me equivoqué con mis actos, pero quiero remediarlos. Espero que él me acepte de nuevo en su vida.
***
Lo he buscado durante cuatro largos años, pero no lo encuentro. Pareciera que la tierra se lo ha tragado. Tampoco he hablado con Masamune. Sé que también debo disculparme con él. Me alegra tanto que se haya casado con Akihiko y ahora estén esperando a su primer hijo. Deseo, de todo corazón, que nazca sano y fuerte.
Tampoco he hablado tanto con Hatori, él también ha cambiado y ha dejado de hablarme. Tal vez… soy alguien que trae mala suerte y las personas deciden alejarse de mí. Hace un año aproximadamente, terminé mi carrera como médico y planeo especializarme. Aún no lo sé bien, tendría que pensarlo.
***
Caminé por un hermoso parque muy temprano. No me sentía bien quedándome acostado sin hacer nada. Decidí entonces salir a caminar. Me llevé una gran sorpresa al ver que, en una de las bancas, había un hombre azabache. Se veía tan tranquilo y sobaba su enorme vientre de embarazo. Yo calculo que tendría como unos siete meses. Estaba muy alegre y sonreía cada vez que lo acariciaba. Pude ver que también tenía un anillo en su mano izquierda. Me dio miedo acercarme, pero sabía que tenía que hacerlo. Me acerqué lentamente y me quedé de pie frente a él.
—¿Masamune?—la sonrisa que llevaba en los labios se desvaneció casi enseguida sólo con verme.
—oh, de nuevo nos vemos las caras. Dime, ¿qué haces por aquí? ¿Me seguiste acaso? No me digas que quieres lastimarme. Créeme, ya no te tengo miedo.
—te equivocas. No he venido a hacer tal cosa. Verás, vine a caminar un poco; cuando te vi aquí sentado, pensé que era mi oportunidad para hablar contigo. Mira, quiero disculparme por todo lo que pasó hace cuatro años. Sé que fue por mi culpa que sufriste mucho y estuviste a punto de perder la razón…
—por si no lo sabías, sí la perdí. Pero fue gracias a Akihiko que pude recuperarla. Pero ¿sabes? No soy yo con quien tendrías que disculparte. Es Zen. No tengo nada que disculparte, porque es su momento yo también fui así. Hasta que conocí a Zen, entendí el verdadero valor del amor y de la amistad. El dinero no tiene ningún valor para mí. Tengo un esposo que me ama y un amigo que me aprecia. Creo que no hay nada que tenga más valor que eso—sus palabras sonaban tan sinceras, que lograron sacarme una pequeña lágrima, la cual limpié rápidamente con mi mano.
—entiendo—me quedé pensativo por un momento.
—creo saber en lo qué estás pensando—lo miró atónito—. Lamento decirte que Zen se va a casar. Hoy será la ceremonia para que ambas familias se conozcan. No creo que sea lo correcto, pero entiendo que estás desesperado y quieres pedirle perdón. Así que, te daré su dirección. Sólo que, no le digas que yo te la di. Preséntate ahí de pura casualidad. Ya veremos después qué sucede, ¿no?—asentí. Él me sonrió y escribió algo en un papel. Arrancó la hoja y me la dio.
—gracias. Por cierto, ¿cuántos meses tienes?—me referí a su enorme vientre.
—ah, tengo siete meses. Va a ser una niña. Nacerá en septiembre. Es muy sana e inquieta—miró su vientre con alegría y colocó su mano cuando al parecer, esta le había dado una patada—. Me pateó muy fuerte. Mira, siente—tomó mi mano rápidamente y la colocó en su panza. Me sorprendí al sentir sus movimientos.
—es verdad. Creo que será muy fuerte. Bueno, ya me tengo que ir. Hasta pronto—me levanté de la banca y me despedí. Masamune movió su mano en señal de despedida y yo me alejé lentamente.
***
Como dijo Masamune, estoy arrepentido y busco el perdón de la persona que más me importa.  Además, lo amo, y quiero que sea para mí. Aunque, pensándolo bien. ¿Qué haré? Masamune dijo que Zen se va a casar. Tal vez él ya me olvidó y ahora es feliz con alguien más. ¿Debería darme por vencido? No sé, no sé a qué es a lo que me enfrentaré, pero debo hacerlo si quiero recuperar a Zen.
Caminé hasta llegar a una pequeña casa a las afueras de la ciudad, es como una casa de campo, más adelante hay una pequeña cabaña. También está acompañada de un lago. Todo junto es muy hermoso. Cuando llegué, ya era casi de noche y la gente estaba fuera de la casa. Al parecer la fiesta ya había comenzado. Tardé un poco para encontrarlo, pero lo vi; era Zen, con un elegante traje azul oscuro, camisa blanca y corbata negra. A su lado estaba una chica, con un vestido rosa pastel entallado y unos zapatos del mismo tono. Ambos se tomaban de las manos y bebían de se copa. Zen se veía tan feliz. Tal vez yo ya no cuadro para nada en esta historia. Al parecer, él único que no se ha dado por vencido soy yo. Debería irme ya. No tengo nada que hacer aquí, además, ni siquiera estoy invitado. Me quedé mirándolo un poco más, hasta que él giró su cabeza y su mirada se encontró con la mía. Me sentí muy nervioso cuando él me miró de esa manera: tan seria y fría. Vi cómo le dijo algo a su prometida y a otras personas y comenzó a caminar hacia donde estaba yo parado. Me dio mucho miedo y comencé a caminar para que él no me alcanzara.
—detente ahí, Takafumi—escuché su voz por primera vez después de cuatro años. En ese momento me detuve, mis piernas no me respondieron y no pude hacer nada más. Me di la vuelta y ahí estaba él, de pie, a unos cuantos centímetros de mí. Tenía las manos metidas en los bolsillos de su pantalón y su mirada no dejaba de ser seria para nada.
—¿qué es lo que estás haciendo aquí?—me preguntó.
—solamente pasé por aquí. Además, está el lago. Es muy hermoso—desvié la mirada.
—¿vienes a impedir mi boda?—en ese momento, lo miré incrédulo.
—n-no, claro que no. Bueno, venía con esa intención, pero…
—¿pero?
—cuando te vi con tu prometida, entendí que tú ya eres feliz. El único que no se ha resignado soy yo. Entiendo que tú ya me olvidaste y lo mejor será que yo también lo haga—dejé salir unas cuantas lágrimas. Estas no sirven de nada, pero no encuentro otra manera de expulsar mi dolor.
—entonces, vete. Lárgate de mi casa y no regreses—asentí, con dolor y amargura. Al fin todo se acabó.
—de acuerdo. Te deseo que seas muy feliz—me despedí con mi mano derecha y poco a poco me fui alejando de ahí. Caminé de regreso a casa, pero antes me detuve justo frente al lago y me quedé sentado en la orilla. Escondí mi cara entre mis rodillas y dejé salir mis lágrimas. Mientras hacía esto, sentí como alguien se sentó a mi lado, pero no me importó. Estuve un largo rato llorando, hasta que decidí que era hora de volver. Me levanté y justo a mi lado había una pequeña carta. La tomé con cuidado y la abrí.
"Veámonos mañana en la noche en la cabaña. No me hagas esperar mucho. Atte: Kirishima Zen".
Me sorprendió mucho aquella carta. ¿Qué es lo que buscará ahora?

Clase baja, clase altaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora