Capítulo XXXV. ¿Ahora sí es amor?

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Lamento mucho la tardanza al subir este nuevo capítulo. La escuela está consumiéndome poco a poco 😂. Esta vez les traigo a otro personaje, su nombre es Shu Sakamaki, del anime Diabolik lovers. Está muy bueno el anime,se los recomiendo.lo pongo porque se parece demasiado a Zen. De hecho, sus nombres son casi iguales, cortitos 😏. Bueno, los dejo con el capítulo.

Capítulo XXXV. ¿Ahora sí es amor?
Narra Zen
No sé muy lo que ha pasado, pero de lo que sí estoy muy seguro es de que amo a Takafumi. Me ha demostrado que sus sentimientos por mí son sinceros. Me lo ha demostrado y yo le creo. Sé que hace cinco años se equivocó, pero tuvo el valor para hacer las cosas bien. Se arrepintió y eso es lo importante. Estoy feliz de tenerlo a mi lado y juntos seremos invencibles.
Hace rato que Takafumi se quedó dormido. Me levanté un momento para darme un baño y salí casi enseguida. Cuando lo hice, me di cuenta de que aún sigue dormido. No quiero despertarlo, así que salgo de la habitación. Me quedé unos minutos en la cocina mientras tomaba una taza de café. No entiendo muy bien qué fue lo que pasó con Takafumi, pero si hay algo que le preocupa, me lo puede decir. Soy su novio. Comencé a aburrirme, así que decidí volver a la habitación y ahí estaba Takafumi. Al parecer está muy cansado.
Aún tiene la toalla de baño puesta, es lo único que lo cubre. Comencé a sentir que algo en mi entrepierna me duele. ¿Qué estoy diciendo? Contrólate, Zen, por favor. No podemos hacer nada. Takafumi está dormido. No sería correcto, ¿o sí? Ah, como sea. Me acerqué a él lentamente y me senté a su lado. Puedo escuchar su respiración, tranquila y suave. No puedo contenerme más. Me acerqué más a él y comencé a besar su cuello, con una de mis manos toqué su abdomen y bajé hasta su muslo.
—ahhh… ahhh… m-más… más—lo oí suspirar y eso fue lo que impulsó a seguir. Continué moviendo mi mano sobre su muslo y casi enseguida quité esa estorbosa toalla. Comencé de nuevo a besar su cuello y bajé hasta su pecho, donde lamí uno de sus pezones. Volví a acariciar su abdomen y finalmente llegué hasta su erguido miembro. Lo tomé con una de mis manos y moví esta cada vez más rápido. En eso, Takafumi al fin abrió los ojos. Se veía confundido, pero no me detuve.
—ahhh… ¿q-qué haces, Zen?—me preguntó confundido, pero no le respondí y seguí con lo mío. Él gimió sin contenerse cuando me agaché hasta llegar a su miembro y lo metí a mi boca. Takafumi esbozó una mueca de placer y cerró los ojos con fuerza cuando moví mi lengua en todo el miembro. Él tomó mis cabellos de forma delicada y subió un poco sus piernas a mis hombros. Continúe moviendo mi lengua y lamiendo sólo la punta, a su vez que, también la mordí un poco. En ese momento, Takafumi se aferró a la almohada y comenzó a murmurar mi nombre.
—ahhh… v-voy a venirme… mmgh… ¡ahhh!—escuché un gemido salir de sus labios cuando metí dos de mis dedos en su cálida entrada. Los metí lo más que pude y después los moví. Tuve a Takafumi a mi merced y gimiendo más y más fuerte. Era algo que lograba que mi propio cuerpo enloqueciera. Cuando lo sentí lo suficientemente dilatado, me quite todo lo que llevaba puesto y me aventuré a meter mi miembro en su estrecha entrada. Al parecer, al principio pareció costarle trabajo acostumbrarse, pero poco a poco se fue relajando y dejó que todo de mí entrara en su cuerpo. Me quede quieto un momento y poco después comencé a moverme con más intensidad. Me acerqué a él lo más que pude y logré que enredara sus brazos en mi cuello y sus piernas en mi cintura. Me miró sonrojado y esbozó una sonrisa. No pude contenerme más y me acerqué de nuevo a besar sus labios, de una manera apasionada y llena de lujuria. Me correspondió casi con la misma intensidad y abrió su boca para que yo explorara cada parte de la misma con mi lengua. Puedo escuchar los jadeos de mi hermoso Takafumi. Sentí como aferraba sus manos a mi espalda cuando comencé a moverme con más fuerza. Me separé de sus labios y terminé besando su cuello. Gimió mi nombre con más intensidad y yo también me moví con más fuerza, hasta el punto de que las penetraciones eran desenfrenadas y no podía detenerme.
—Z-Zen… m-me voy a venir—murmuró Takafumi y yo rápidamente acerqué mi mano a su miembro y comencé a masturbarlo. Me encanta ver sus expresiones. Sin medir sus gemidos, que no se contenga, que me deje mirarlo, con esos hermosos sonrojos que adornan sus mejillas. Por un momento, deje de moverme y también detuve mi mano y solamente lo miré. Takafumi abrió los ojos con sorpresa y me miró extrañado.
—¿q-qué pasa? ¿Por qué te detuviste?—me preguntó, agitado.
—te amo, Takafumi. Aunque tú pienses que todo lo que ha pasado ha sido un sueño, yo te digo que no es así. Mi amor es verdadero y quiero aprovechar cada momento para demostrártelo y amarte como se debe—el me miró incrédulo y de sus ojos comenzaron a caer lágrimas.
—y-yo también te amo. Muchas gracias por permitirme estar junto a ti y poder ser una familia juntos—esbozó una sonrisa e hizo que me acercara a él para darle un beso en sus finos labios. Minutos después seguí con lo que estaba haciendo y continué moviéndome y también moví mi mano. Takafumi se vino en mi mano y yo lo hice en su interior.
Salí cuidadosamente y me recosté a su lado para que él se acercara a mí y recargara su cabeza en mi pecho. Lo abracé con más fuerza y lo acurruqué más en mi pecho.
—¿Zen?—me preguntó Takafumi.
—¿sí? ¿Qué pasa?—le pregunté.
—no sé muy qué fue lo que sucedió. ¿Me podrías decir cómo fue que empezó todo con nuestra relación? Es que, todo es tan confuso. No logro entender lo que sucedió—me suplicó.
—de acuerdo. Mira, todo comenzó hace un año exactamente…
Un año atrás…
Hace un año yo tenía 26 años y estuve a punto de casarme con la chica perfecta. Su nombre era Sakura y era la mujer más hermosa que jamás haya conocido. El día de la fiesta de compromiso, Takafumi apareció frente a la casa y me dijo que venia a impedir mi boda, pero que al verme de esa manera: feliz, decidió entonces rendirse. Él llevaba mucho tiempo buscándome para hablar sobre lo sucedido hace cuatro años. Yo aún estaba algo sentido y no quería verlo. Le pregunté que quién le había pasado la dirección. No tengo ni que preguntar porque sé que fue Masamune quien le dio la dirección. Le dije que si no tenía nada que hacer ahí, que se fuera. Asintió sin protestar y se alejó. Me quedé parado un buen rato, como esperando a que él regresara y me dijera que me amaba. Eso nunca pasó y entonces, decidí buscarlo yo. Caminé por todo el lugar, hasta que lo encontré, frente al lago y con la cara metida entre sus rodillas. Me sentí triste al verlo de esa manera y decidí acercarme, le coloqué una hoja de papel doblada por la mitad y me fui. En esta, decía que quería verlo en la cabaña mañana por la noche. Esperé ese momento por horas, pero surgió un contratiempo y tuve que irme, pero esperaba regresar pronto para poder verlo. Resultó que llegué muy tarde y cuando entré no vi a nadie. Supongo que Takafumi ni siquiera leyó mi carta. Mi corazón volvió a romperse y fue cuando decidí, por fin, olvidarlo. Días después, Takafumi vino a mi casa y me comunicó que se iría a Osaka, que quería tener una vida propia y ser independiente. Mi corazón comenzó a doler y estuve tentado a pedirle que no se fuera, pero no lo hice. Me dijo que me estaría esperando en el aeropuerto por si quería hablar con él antes de su partida. Se fue, y me duele en el alma que se vaya sin poder hablar las cosas bien. Me armé de valor y fui a hablar con él al aeropuerto. Lo encontré entrando casi al avión. Lo llamé con todas mis fuerzas y fue cuando se detuvo. Me miró y sus ojos se veían tan tristes. Quiero creer en él, de verdad quiero hacerlo, pero hay una parte de mi ser que me dice que no lo haga. Comencé a reclamarle sobre lo que había pasado y que no creía ninguna de sus palabras. Le dije que se fuera y que no quería verlo nunca. Sus ojos se llenaron de lágrimas y solamente agachó la mirada. Se limpió las lágrimas con la mano y al final me miró. Esbozó una sonrisa de arrepentimiento y se alejó lentamente. En ese momento lo entendí todo, Takafumi me ama. Corrí lo más rápido que me daban las piernas y lo alcancé.
—¿qué pasa? ¿Te faltó decirme algo más?—me miró triste.
—no quiero que te vayas. Quiero que te quedes aquí, conmigo—le confesé. Su mirada era de sorpresa y sus ojos se llenaron nuevamente de lágrimas.
—n-no… y-yo no puedo…
—¿por qué no? Tú me amas, ¿no?—asintió—. ¿Entonces?—levanté su cabeza y lo forcé a mirarme a los ojos.
—no puedo hacerte esto, obligarte a amarme cuando sé perfectamente que me odias. Está bien, estás en todo tu derecho de odiarme. Acabo de darme cuenta de que no volverás a quererme como lo hiciste hace cuatro años. Créeme, lo que más deseo es que seas feliz, entiendo que esa felicidad no es conmigo y lo mejor es que me dé por vencido—relató. Su mirada se veía tan arrepentida.
—¿en serio vas a rendirte tan rápido? ¿No piensas luchar por mí?
—es que…
—¿tienes miedo?—asintió—. No lo tengas. Si estamos juntos, seremos capaces de enfrentar cualquier situación. Si estás tomando mi mano, te prometo que jamás soltaré la tuya. Puedo ver que estás arrepentido y quieres comenzar de nuevo. Adelante, sé feliz, pero hazlo conmigo. Sé feliz conmigo, ¿sí?—le supliqué. En ese momento pude ver cómo Takafumi se soltó a llorar como un niño y se acercó para abrazarme.
—te amo, te amo tanto. Perdóname, perdón por haberte hecho tanto daño. Yo quiero estar contigo… y-yo…

Clase baja, clase altaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora