Capítulo XXX. Despedida

186 15 5
                                    

Capítulo XXX. Despedida
Narra Yokozawa
—me subí al avión y acomode mis cosas en la parte de arriba de los asientos. Me senté del lado de la ventana y recargue un poco uno de mis codos en el marco de la ventana. Miraba a través del vidrio mientras una lágrima se deslizaba por mi mejilla. Me perdí por completo en mi dolor que no me di cuenta cuando alguien se sento justo a mi lado. No le di demasiada importancia y simplemente gire más mi rostro para que no me viera.
—¿te puedo ayudar en algo?—escuche a la persona que tenia al lado de mí preguntarme. Me sorprendió mucho que se dirigiera a mí como si nos conociéramos de hace mucho tiempo. No me atreví a levantar la mirada.
—disculpe, pero ni siquiera nos conocemos. ¿Cómo es que me pregunta que si puede ayudarme?—le pregunté sin mirarlo a los ojos.
—solamente quiero ayudarte. Desde que subiste al avión pude ver tu semblante lleno de dolor. Si necesitas desahogarte, yo podría escucharte. Siempre dicen que es bueno contarle tus penas a un extraño—escuche el tono alegre que uso al decir eso.
—hace tiempo hice cosas muy malas. Cometí muchos errores. Lastime mucho a una persona. Esa persona es tan dulce, tan tierno. Es alguien tan maravilloso. Hace poco él me salvo de que sufriera un horrible accidente. Me di cuenta de que estaba enamorado de él, pero… lo lastime demasiado. Ahora él no quiere verme, me odia.
—pero ¿tú lo amas realmente? ¿Harías lo que fuera para que esa persona te perdone?
—aunque yo hiciera lo que fuera, ya no sirve de nada. Él no quiere verme. Por ese motivo me estoy mudando a otra ciudad—respondi con la mirada baja.
—pero no me has respondido, ¿me amas?—me pregunto con voz seria. Me sorprendí al escuchar su voz. Debe ser una broma. Mi cerebro me está haciendo una mala broma. Por primera vez centre mi mirada en la persona que tenía a mi lado y cuando lo hice, por poco y me desmayo. Era Zen. ¿Por qué él está aquí?
—¿q-qué estás haciendo aquí?—le pregunte sorprendido.
—vine a preguntarte eso que acabas de escuchar. Quiero oirlo de tus labios—me miro serio. Tuve que desviar mi mirada debido a los nervios.
—¿para qué? De todas maneras, ya no se puede hacer nada. Justo ahora el avión va a despegar. Ya no vas a volver a verme en tu vida—respondí con la mirada baja. Mis lágrimas volvieron a acumularse en mis ojos y trate de detenerlas, pero fue en vano.
—ven conmigo—tomó mi mano y ambos nos levantamos de nuestro asiento.
—¿adónde vamos? El avión está a punto de despegar—trate de evitar que siguiéramos avanzando. No me escuchaba y me tomaba de la mano con un poco más de fuerza. No era doloroso su forma de tomar mi mano, más bien, su tacto era que se me hacía doloroso. Su mano, tan delicada y suave, lograba que mi cuerpo se estremeciera. Salimos rápidamente del avión antes de que este cerrará la puerta y quedamos fuera de este, observando como se iba. Yo debería estar ahí dentro, pero estoy aquí, con Zen mirándome de forma seria. Me estremece tanto su mirada. Baje mi mirada y traté de contener mis lágrimas. Mis sollozos también se escuchaban y me mordi los labios para no dejar que escaparan. Al hacer esto, me di cuenta de que mi mandíbula tiembla.
—déjame ir—le suplique, pero sin verlo a los ojos.
—¿a dónde quieres ir? ¿Lejos de mí?—me reclamó.
–eso es lo que ambos queremos. Bueno, yo…
—¿quieres estar lejos de mí?
—por favor, no lo hagas más difícil. Tú me dijiste que no me quieres cerca de ti ni un poco. Es lo que estuve a punto de hacer, pero me lo impediste.
—¿me amas?
—mis sentimientos ya no importan. Lo que más quiero es que tú seas feliz. Me dijiste que tu felicidad no estaba a mi lado. En serio, no te culpo por pensar de esa manera. Te ocasione mucho dolor. Te amo, sí. Pero tu bienestar está primero. Mi oportunidad estaba ahí, frente a mí, y la desperdicie. Lo que más quiero en este momento es tu felicidad.
—¿y si esa felicidad está junto a ti?—me pregunto. Yo lo mire incrédulo.
—n-no juegues conmigo. Yo ya me di por vencido hace mucho tiempo. No me hagas sufrir de esa manera—le suplique.
—¿así como tú me hiciste sufrir a mí? No creo que sea para tanto—se burló. Eso me hizo me sentir todavía peor.
—ya me voy. Necesito comprarme otro boleto de avión. Mis abuelos me esperan en Osaka, tengo que ir con ellos.
—Takafumi, yo te amo—me confesó. Me quedé de piedra al oírlo. Me di la vuelta para verlo y lo vi. Sonreía de una manera tan sincera. Me hizo recordar lo idiota que fui cuando fuimos pareja hace años. No, no me merezco su amor. Me he comportado como un verdadero imbécil como para merecerme el amor de Zen. Como dijo, no soy merecedor del amor de nadie. Tal vez mi castigo será quedarme solo por el resto de mi vida. Me deje caer de rodillas frente a él y comencé a llorar sin parar. Coloque mis manos en mis ojos y y me limpie las lágrimas que no dejaban de salir de mis ojos.
—oye, no deberías de ser tan duro contigo mismo. Estoy seguro de que tú también te mereces el ser feliz—sentí que se sentó frente a mí y quito mis manos de mi cara para que pudiera verlo de frente. Me siento tan avergonzado de mirarlo a los ojos. Mi vista se nubla nuevamente al sentir nuevas lágrimas. Mis ojos me ardían y los sentía húmedos.
—eso no es cierto. Una persona como yo se merece lo peor. Merezco el peor de los castigos, y más cuando te lastime tanto—mis lágrimas invadieron mis ojos y tuve que agachar mi mirada.
—no, no agaches la mirada. Mírame, mírame a los ojos—tomó mis mejillas con sus manos y me obligó a mirarlo. Quise desviar la mirada, pero él mantuvo firme su agarre. Me vi obligado a mantener la mirada al frente.
Me miraba de una manera muy seria. Como él tenía mi cara entre sus manos, tuve que desviar los ojos hacia abajo. Mis ojos se hicieron aguados y me mordi los labios para tratar de reprimir mis ganas de llorar.
—lo siento mucho—me disculpe. Siento que mi pecho me duele mucho, tanto que, me falta el aire. Quite, como pude, sus manos de mi cara y me reincorpore del suelo. Después lo ayude a él a  levantarse. Iba a decir algo, pero lo detuve.
—mira, quiero que seas muy feliz. En serio deseo verte feliz, con alguien a quien sepas que amarás con todo tu corazón. Deseo que puedas formar una linda familia. Deseo que puedas olvidar todo el dolor por el que te hice pasar hace tiempo. Quiero verte siempre con esa hermosa sonrisa en tus labios. Te deseo una vida maravillosa. Quiero que triunfes en lo que sea que te propongas en la vida. Tu corazón está lleno de amor y cariño hacia tus seres queridos. Por favor, no permitas que nadie te lastime como yo lo hice. Tú realmente vales muchísimo y no debes demostrarselo a nadie más que a ti mismo. No sé si algún día lograrás perdonarme, pero quiero que sepas que cuentas conmigo para lo que sea. En serio, me gustaría quedarme aquí, contigo, pero sé que no está bien. Debo irme ya, ¿sí? Adiós—me despedí con mi mano derecha y me di la vuelta para irme. Pero me sorprendió muchísimo que Zen se acercó a mí y me abrazo por atrás, posando sus manos en mi cintura y escondiendo su cara en mi hombro. Me sentí terrible al oírlo sollozar. Sé que es por mi culpa.
—no te atrevas a abandonarme—senti que sus manos me abrazaban con más intensidad. Lamento tanto que él esté sufriendo de esa manera por mi culpa. En ese momento sentí que ya no podía resistirlo más; me di la vuelta rápidamente para abrazarlo por el cuello y esconder mi cara en su pecho. Él correspondio el gesto y me sostuvo con más fuerza entre sus brazos. Estuvimos de esa manera un rato, hasta que me separe de él y me deje caer de rodillas nuevamente frente a él. Siento que no merezco su amor, pero en serio quiero luchar por él. Quiero que me perdone y que podamos volver a empezar. En estos momentos me doy cuenta de que quiero estar a su lado. Lo amo, lo amo tanto.
—perdóname. Por favor, perdóname. Te lo suplico, perdóname. Quiero estar contigo, déjame estar a tu lado. Quiero hacerte feliz, quiero darte una familia, quiero que me ames como lo hacías antes, quiero que…
No pude continuar hablando porque él se había agachado frente a mi nuevamente y puso su dedo índice sobre mis labios. Me quedé callado y solamente lo mire. Me miró con una sonrisa en los labios y yo me mordi los labios para disimular mi emoción.
—te perdono. Puedo ver en tus ojos que estás arrepentido. Yo no soy quien para juzgarte. Quiero que seamos uno solo. Quiero que estemos juntos y que podamos ser una familia. Por cierto, ¿tú puedes… ya sabes… quedar encinta?
—sí. Hace poco fui a hacerme unos estudios de sangre y el médico me dio a conocer que puedo quedar embarazado en cualquier momento—Zen me miró con una sonrisa y se acercó a mí para abrazarme y tomarme entre sus brazos. Me hace sentir tan feliz que haga eso. También me hace tan feliz que en unos años, o incluso meses, pueda llevar en mi vientre un bebé que sea de ambos.
Cuando me puso de nuevo en el suelo, me acerque a él rápidamente y lo abrace con todas mis fuerzas. Ahora estoy completamente seguro de que no quiero volver a estar lejos de Zen. Él es a quien realmente amo y voy a luchar para que estemos juntos…

Clase baja, clase altaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora