Parte I. Capítulo 8.- Estancados

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MAGNUS


Cuando finalmente pude volver a casa el día siguiente... ya eran las cuatro de la tarde. Aparque mi auto en la calzada, notando que había otro auto ahí... sabía quiénes estaban ahí... después de todo, yo los había llamado en la primera oportunidad.

Sin perder demasiado tiempo, entré a la casa, todo estaba silencioso, cerré la puerta, dispuesto a ir a la habitación, pero unos pasos me detuvieron, miré hacia el pasillo, Isabelle me miraba con ojos llorosos y, sin esperar más tiempo, corrió hacia mí, para abrazarme, mientras dejaba escapar algunos sollozos.

-Lo siento – dije, devolviéndole el abrazo – ¿y Alexander?

-En la habitación – dijo entre sollozos – no ha querido decir nada desde que lo trajimos del hospital.

-¿Ha conseguido comer algo?

-Sí, Jace le preparó una sopa.

-Izzy – alcé la mirada hacia la voz severa que se dirigía a nosotros, Jace me miraba con cara de pocos amigos – ve, con Alec un momento.

Isabelle no esperó un segundo y volvió a la habitación, dejándome solo con Jace.

-Te lo había dicho la primera vez – me dijo al cabo de unos segundos – que no te perdonaría si él salía lastimado de alguna manera.

-Jace – vi que Clary había aparecido en el pasillo, mirando severa a Jace.

-Eres un policía, ¿no? – Jace se acercó amenazadoramente a mí – ¡entonces porque no pudiste evitar que esto pasara!, ¡antes de que esto le pasara!, ¡¿Por qué no estuviste con él en el hospital?!, ¡¿Por qué...?!

-¡Jace, ya basta!

Jace me había tomado del cuello de mi chaqueta, mirándome con algo cercano al odio... yo simplemente lo miraba, Isabelle y Clary le gritaron para que detuviera su arrebato...

-¿Crees que Magnus quería que esto pasara?, ¿Qué quería que Alec estuviera en ese lugar, en aquel momento? – Isabelle amonestó – está claro que ninguno de los dos podía prever esto.

Tomé con cierta rudeza las muñecas de Jace, quien aún me tenía firmemente sujeto del cuello de mi chaqueta.

-Tengo que ver a Alexander – dije con firmeza, luego miré a Isabelle – agradezco que hayan podido estar aquí para él pero... ¿podrían dejarnos solos?, prometo mantenerlos al tanto de todo.

-¿Por qué carajos nosotros...?

-Está bien – dijo Isabelle, interrumpiendo a Jace, pero mirándome con suplica antes de volver a abrazarme – prométeme que lo cuidarás, lo que le pasó no...

-Lo haré – dije con firmeza – y... realmente lo siento, Isabelle.

-No fue tu culpa – dijo, separándose de mí – y sé que Alec tampoco te culpa, solo... te pido que lo cuides.

-Lo haré – dije nuevamente.

-Izzy, porque...

-No voy a permitir que nos quedemos solo para que culpes a Magnus sobre esto, hasta que enfríes tu cabeza volveremos, te guste o no.

-Vámonos.

La voz de Clary había sonado tan autoritaria mientras arrastraba a Jace hacia afuera, sin que este pudiera negarse, Isabelle me volvió a abrazar, susurrándome un dulce, gracias, antes de seguir a sus amigos.

Nueva York, Con AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora