Parte VI. Capítulo 4.- Pérdidas

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Rafa (22 años)


-Rafa, ¿tienes un minuto? - Alcé la mirada para ver a Max, quien se asomaba por el umbral de mi habitación.

-¿Qué pasa?

Max entró, con andar dubitativo. Contrario a lo que pensaba años atrás, Max terminó adoptando una personalidad similar al de mi papá, él y Alec eran realmente distintos en ese aspecto. Mientras que Magnus era más decidido y directo, Alec era más sumiso y tranquilo. Claramente como Max había estado comportándose desde que cumplió los 16.

Incluso ahora, a sus 19 años, básicamente un adulto... Max tendía a ser un chico tranquilo y suave con todos, principalmente con las mujeres. Justo ahora, Max era la misma primera impresión que tuve de Alec cuando me adoptó... un raro hallazgo. Un hombre con un corazón de oro y una personalidad ejemplar.

-Bueno, en realidad no es nada importante. - Dijo mientras se sentaba en el borde de mi cama. Yo no le miré, seguí enfocado en leer la sinopsis del libro que un profesor me obsequio. Claro que le prestaba atención a Max, pero no quería presionarlo si él quería decir algo y tenía problemas para ponerlo en palabras. - ¿No ibas a quedarte en el campus hoy?

Sonreí. - Estoy aquí, así que supongo que mi respuesta debería ser: No.

Max permaneció en silencio unos momentos, antes de acercarse a mi espalda. - ¿Qué estás leyendo?

-Un libro que me regalo un profesor esta mañana.

-Se ve interesante. - Dijo... antes de volver a su lugar, devuelta a sentarse en el borde de mi cama. - Se parece al libro, el best seller que acaba de...

-No has venido aquí para hablar sobre esto, ¿verdad? - Le interrumpí, mirándolo en esta ocasión, dándole toda mi atención. - ¿Qué es lo que te está molestando, Max?

Mi comentario pareció ponerlo un poco nervioso. - Bueno... es que... ¿Cómo decirlo?... - Max evitaba mi mirada, cuando lo hacía, la apartaba casi al instante. - Tu... bueno... - Luego de unos segundos más en los que Max parecía ordenar sus ideas, se puso de pie, encarándome. - ¿Qué hizo que te enamoraras de Samanta?

-¿Eh?

-Es que, tú lo decías todo el tiempo, desde que la conociste, que ella no era tu tipo. Entonces, ¿Cómo fue que empezó a gustarte?

-¿No es más sencillo que le preguntarás eso a Alec? - Pregunté, mirándolo. - Si hay alguien que puede decirte, con mayor certeza, lo que es estar enamorado, sería él.

-No, no podría, no esto. - Max me miró fijamente. - Ellos desde el principio supieron que eran el uno para el otro, que eran justamente su tipo, pero en tu caso no... entonces, solo quiero saber... ¿Por qué Sam?

Nunca imaginé que, además de ser considerado un modelo a seguir para mi hermano menor, que el viniera a mi también, en busca de consejo. Luego de que Max hubiera pasado por su adolescencia, nuevamente volvimos a ser muy cercanos, tanto, que compartíamos la mayor parte de las cosas, pero esta era la primera vez... que Max dejaba ver algo que aparentemente lo agobiaba.

Nunca imaginé que, siendo adoptado por Alec y Magnus, mi vida cambiaria tanto, y para bien. Había vivido tantas experiencias, mayormente buenas, que me hacían sentir completamente pleno y feliz, a pesar de los problemas en la familia. Sin es que nuestras pequeñas disputas podrían ser considerados problemas familiares.

Esa noche, Max y yo estuvimos hablando hasta casi la madrugada. Fue donde me enteré que Max estaba saliendo a escondidas con una chica de instituto, una chica, cuatro años menor que él. No es que eso me supusiera un problema, nuestros padres, ese era otro asunto, aunque estaba seguro, que tampoco tendrían problema con ello. Después de todo, Magnus era mayor que Alec por unos buenos 7 años.

Nueva York, Con AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora