Parte III. Capítulo 3.- No Quiero Perderte

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MAGNUS


Al llegar al hospital Gouverneur, aparqué el auto y me dirigí a la entrada, a la espera de Luke. No tardó mucho, de hecho había llegado antes, justo a las doce en punto.

-Les dije a los chicos de la estación, que se había contagiado por culpa de una transfusión de sangre – me dijo mientras entrabamos al hospital.

-Ah, ya veo... pero, ¿Por qué? – pregunté con cierta sorpresa.

-¿Por qué?, bueno... porque las palabras pueden causar mucho daño... y pensé en su esposa y en su hijo...

-...

-Ah, ¡ahí estas, Catarina!

-Luke, Magnus – vi a Catarina sonreírnos cuando llegamos a la recepción, ella... lucia cansada – me alegro de que hayan podido venir – dijo mientras nos saludaba, con un beso en la mejilla.

-No, nosotros deberíamos venir más a menudo.

-¿Has perdido peso? – pregunté cuando la saludé.

Catarina rio un poco, nerviosa – sí, pero solo un poco, bueno, apresurémonos entonces, Ragnor se alegrará de verlos – dijo mientras la seguíamos hacia la habitación de Ragnor – está con nuestro hijo, Ephraim, justo ahora.

Escuché a Luke y Catarina hablar sobre el trabajo que habíamos estado teniendo en la estación, mientras mi mente divagaba sobre diversas cosas...

-Por favor, traten de que no se agite – nos pidió cuando iba a abrir la puerta de la habitación de Ragnor – él... sigue muy débil.

-Así que, Bobby es malo – escuché una voz infantil – Mark dijo que le caía bien, pero a mí no, porque rayó mi cuaderno de dibujos.

-¿Qué tienes ahí? – ¿En verdad... él era Ragnor?

-Oh, mira aquí – dijo el pequeño, solo tenía ¿Qué?, ¿seis años? – esta es mi mami, este soy yo, y aquí, estás tú, papi.

-Dibujas muy bien, Ephraim.

Ragnor pareció darse cuenta de nuestra presencia, pues apenas nos vio, embozó una sonrisa... o el intento de una, al menos.

-Hola – dijo con aquella voz, que me sonaba totalmente diferente a la que recordaba de él – no se queden ahí, pasen ustedes dos.

El... lucia tan demacrado... que realmente estaba sorprendido.

-Hola, ¿Cómo has estado, Ephraim? – dije saludando al pequeño niño.

-Estoy bien, ¿y usted?

-Muy bien, también.

-Ephraim, salgamos un rato – dijo Catarina a Ephraim – comamos algo antes de que la abuela venga a buscarnos.

-Pero quiero quedarme más...

-Cariño, dejemos a papá un rato con sus amigos, ¿sí?

-Nos vemos, Ephraim – dije con una sonrisa, luego de que el pequeño se me quedara viendo durante unos segundos... incluso había mirado mientras salían de la habitación.

-Ephraim en verdad se ha prendado de ti, Magnus – dijo Luke – te has vuelto su ídolo, por lo que veo.

-No vayas a decepcionarlo, ¿bien? – dijo Ragnor.

Nueva York, Con AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora