Parte I. Capítulo 3.- Feliz... No Tan Feliz Cumpleaños

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MAGNUS

Durante el siguiente par de semanas, no podría describir mejor mi estado de ánimo como: FELIZ.

Así es como me sentía, pues, después de lo que sucedió aquella noche, la primera vez que Alexander fue mío, no fue difícil adivinar el rumbo que tomaría nuestra relación... ambos, estábamos realmente felices de estar juntos.

Y con cada día que pasaba, aprendo más y más de él.

Por ejemplo, Alexander trabaja como camarero en un café, en Queens. Sé la marca de dentífrico que suele utilizar, su shampoo y acondicionador favorito... incluso su gel favorito.

Nació en Nueva York... aunque realmente me había sorprendido cerca de Harlem, aquel barrio de mala reputación de todo el estado, aunque, ese hecho, obviamente, no tuvo ninguna consecuencia en él.

Mientras mi mente estaba divagando en todo eso, mi compañero, Azazel y yo nos encontrábamos patrullando las calles de Queens... que casualmente, en ese mismo instante, estábamos atravesando la calle donde yacía el café donde Alexander trabajaba, e inconscientemente, mi mirada viajó a aquel establecimiento, topándome con una grata vista.

Alexander atendiendo a un cliente... más específicamente, sirviéndole un poco de café.

Y al parecer, Alexander se sintió observado pues, en un momento alzó la mirada mirando por el gran ventanal... topándose con mi mirada, y después... Alexander me sonrió.

Definitivamente... tiene la sonrisa más dulce.

-Wow, mira Magnus.

Me giré a donde Azazel observaba, mirando embobado a una chica de voluptuosos atributos que iba cruzando la calle.

-Ella es guapa.

Bueno, eso era cierto... ella era guapa... podía concederle eso... pero eso era todo.

-¡¿Pero qué dices?! – Se giró bruscamente hacia mí, mirándome como si hubiera perdido la cabeza – ella es mucho más que solo guapa, ¡solo mírala!

-Oye, Azazel – dije mientras llevaba mi brazo sobre sus hombros, hablándole con confidencialidad – si no cuidas tu lengua, créeme que podrían arremeter contra ti por comportarte como un pervertido.

-No me estoy comportando como un pervertido – me dijo con fingido enfado.

-Solo mira a tu alrededor, Azazel, solo mira a tu alrededor.

Le solté mientras continuaba con mi patrullaje, dejando a Azazel. Sonreí de oreja a oreja cuando le escuche maldecir mientras comenzaba a alcanzarme.

Si... había visto lo que yo.




Esa misma tarde, cuando salí del trabajo, me dirigí al departamento de Alexander. Luego de la primera semana de que estuviéramos saliendo, él me había dado una copia de la llave de su departamento... así como yo le di una copia del mío.

Una vez dentro, miré el reloj. Eran las siete, aún faltaba una hora para que Alexander saliera del trabajo. Poniéndome un poco cómodo, fui a la pequeña sala de estar y tome una de las revistas que, en una de mis visitas, vi que él poseía.

Era una novela romántica... Alexander tenía muchas de ellas.

Me recosté en el sofá, decidiendo ojear unas cuantas páginas.

Nueva York, Con AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora