CAPITULO 9

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· No sé cuánto tiempo estuve observando a través de la ventana, mientras recreaba en mi mente esa frase de la doctora: "DANIELA no es trabajadora del centro, es una paciente". La verdad, no sé por qué me sorprendí tanto. En cierta manera, eso explica la actitud que tuvo cuando nos encontramos; fría y ausente. Pero ahora me encuentro preguntándome; ¿Cuál será su problema? ¿Qué la habrá traído a este lugar?
PAULA: ¿Te gustaría conocer las instalaciones? ─interrumpió la voz de mi acompañante, recordándome al instante su presencia.
Dirigí mi mirada hacia ella, que esperaba con su habitual sonrisa y respondí de igual manera.
POCHE: Claro, me encantaría. La doctora se dirigió amablemente hacia la salida del despacho, esperando que la siguiera. Cerramos la puerta a nuestro paso y continuamos andando por aquel largo pasillo, donde unos pocos metros más adelante, desaparecían las numerosas puertas y encontrábamos el famoso ascensor que me trajo a este lugar.
PAULA: Cómo ves, aquí termina la zona de oficinas del equipo ─me explicó ─

Si sigues por este pasillo, un poco más adelante encuentras las salas de rehabilitación física. Digamos que esta planta es, la habilitada para dedicar a la salud de los pacientes, tanto mental como físicamente.
Con un ligero asentimiento, continúo observando todo a mí alrededor, cuando el sonido del elevador anuncia su llegada. La doctora me cedió el paso una vez más y juntas nos adentramos en el mismo.
PAULA: El edificio consta de tres plantas ─prosiguió explicándome, al mismo tiempo que
señalaba los botones del ascensor, que efectivamente, indicaba 3 pisos
La tercera, está dedicada a las habitaciones de los residentes y en la primera, tenemos dos divisiones, por un lado está la recepción; salida y entrada del centro, a la cual sólo puedes llegar introduciendo esta llave ─me mostró una llave muy pequeña ─

en esa ranura. Solamente tienes que girarla a la derecha para que se encienda una pequeña luz roja y automáticamente el ascensor bajará a la primera planta. Pero en vez de ésta ─señaló la puerta por la que acabamos de entrar ─

se abrirá esa puerta que está detrás de ti.
Me giré ligeramente y en el momento en el que la vi, recordé que, efectivamente, antes había entrado por una puerta y salido por otra. Me volví hacia PAULA GALINDO, sorprendiéndome al encontrarla estrechando la pequeña llave frente a mis narices.
POCHE: ¿Para mí? ─le pregunté agarrándola como si en vez de una llave fuera un artefacto explosivo.
PAULA: Si no tienes una de estas, me temo que deberás usar el sofá de tu despacho como cama a partir de ahora. Y la verdad es que no te lo recomiendo... Es cómodo, pero bastante limitado en cuanto a posturas se refiere. ─mis ojos se abrieron enormemente y creo que hasta me sonrojé por un momento. Sin embargo, ella sonrió con picardía
Al principio pasaba tantas horas aquí, que en algún momento tenía que dormir. Puedes volver a respirar y eliminar de tu mente cualquier imagen perversa que se te haya creado.
POCHE: Lo haces a propósito ¿verdad? ─una mezcla entre risa nerviosa y alivio, acompañaron mi pregunta y aumentaron su sonrisa.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora