CAPITULO 130

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· La imagen de Víctor fue lo primero que observé al abrir los ojos definitivamente. Me mira con una ligera expresión de pánico que aun no entiendo a qué se debe, y sin decir nada, comienza a hacer pequeños sonidos y señales para llamar la atención de RAMON y que vaya hasta él. Es entonces, cuando el cachorro ya se encuentra siendo acariciado por mi hermano y yo trato de incorporarme mientras me sostengo la cabeza, cuando escucho la voz de mi madre aparecer por la sala. Victor me mira divertido mientras continua acariciando a RAMON. Si nuestra madre llega a verlo sobre el sillón, nadie hubiera sido capaz de librarnos de un gran sermón que duraría el resto del día. En cuanto apareció frente a mí, me miró extrañada, probablemente confundida por encontrarme acostada en la sala en vez de en mi habitación. Seguidamente, observó cómo Victor acaricia a RAMON y volvió a mirarme con una ceja alzada, no muy convencida de la imagen que tenía frente a ella. Pero de pronto, otra voz apareció por detrás, consiguiendo la atención de todos, incluida la mía que se sumaba a la confusión.
Xxx: ¡Hogar, dulce, hogar! ─exclamó.
POCHE: ¿Papá? ─pregunté tratando de incorporarme más y sintiendo un ligero mareo que traté de disimular ─
¿Qué haces aquí?
JUAN C.Por fin esos médicos decidieron dejar de utilizarme como su experimento de laboratorio, hija.
MARTHA: Acaban de darle el alta ─aclaró mi madre.
POCHE: ¿Cómo? ¿Y por qué no me avisaron para ayudarlos a recoger todo?
Victor: Porque llevas dos semanas prácticamente sin dormir, POCHE ─respondió victor ─Suponíamos que estabas descansando.
MARTHA: Y no merecía la pena despertarte para traer cuatro cosas ─añadió mi madre. En cuanto me puse en pie, volví a sentir la ligera sensación de que mi cuerpo dejaría de sostenerme en cualquier momento. Me llevé ambas manos a los ojos, para frotarlos un poco y seguí con mi camino para saludar a mi padre con un cariñoso abrazo, sin que nadie se percatara.
POCHE: Bienvenido a casa ─le susurré. ─¿Te encuentras mejor?
JUAN C.Perfectamente, cariño. Estar entre esas cuatro paredes iba a volverme loco en cualquier momento.

POCHE: Bueno, estar loco no es tan malo ─me encogí de hombros con una sonrisa. ─Pero ahora tienes que cuidarte y hacer caso de las instrucciones que te hayan dado. Nada de volver a cometer las tonterías de antes.
JUAN C.Ya, ya... ─suspiró resignado ─No sé por qué presiento, que aquí estaré más vigilado que en el hospital.
POCHE: Eso es que tienes una familia que te quiere.
JUAN C.Voy a tener que sufrir amagos de infartos más a menudo, para que mi familia se reúna durante dos semanas con más frecuencia.
MARTHA No digas eso ni de broma ─recriminó mi madre, mientras le daba un ligero golpe en el hombro y lo ayudaba a llegar hasta el sofá ─Que POCHE ha tenido que abandonar su trabajo solo para estar a tu lado. Los dejé "discutiendo" en la sala para dirigirme a la cocina a por alguna píldora que me quitara el dolor de cabeza. En cuanto encontré algo no demasiado fuerte, ya que soy bastante extraña para esto de tomar medicinas, la ingerí ayudándome de un sorbo de agua para tragarla con más facilidad. Entonces sentí la presencia de RAMON a mis pies.
Victor: ¡De la que te acabo de salvar! ─exclamó Victor apareciendo ─Mamá hubiera puesto el grito en el cielo si llega a ver a RAMON subido sobre su caro sofá de "cachemir". ─Lo pondrá en cuanto descubra pelo canino por toda la superficie.
Victor: Ah, pues ahí sí que ya no podré salvarte.
POCHE: ¿Huimos? ─pregunté descendiendo la vista hacia el cachorro y recibiendo un ladrido como respuesta. ─Sabia decisión.

Se produjo un pequeño silencio en lo que enjuago el vaso que acabo de utilizar, cosa que casi me hace perderme en el recorrido que hace el agua al caer por mis manos.
Victor: ¿Está todo bien? ─Interrumpió mi hermano, sacándome de ese estado de ausencia.
POCHE: Sí... claro ─respondí cerrando la llave del agua ─Ya está papá recuperado ¿Qué más podría estar mal?
Victor: Bueno, no hay que ser demasiado inteligente para darse cuenta de que el cansancio te está pasando factura. Casi no te levantas del sillón hace unos minutos, tienes unas ojeras horribles, y apuesto a que tu escases de conversación es porque sientes que la cabeza te va a estallar. Eso es por no dormir, y no creo que lleves así dos semanas sólo por nuestro padre.
POCHE: Vaya, ¿Ahora además de arquitecto, eres médico y también psicólogo o adivino?
Victor: Soy tu hermano ─se encogió de hombros ─Y te conozco desde que nací. Hablar de tus problemas no se te da bien y quejarte tampoco. ¿Recuerdas aquella vez, cuando éramos pequeños y la noche de navidad casi cojo una pulmonía que me tuvo una semana en cama, con fiebre, tos, etc.? POCHE: Lo recuerdo ─sonreí ─Solo a nosotros se nos podía ocurrir salir a ver las estrellas durante horas con tremendo frio, mientras todos celebraban creyendo que estábamos durmiendo plácidamente en la cama.
Victor: Tú también enfermaste. ─continuó captando mi mirada ─Y de no ser porque de pronto se te puso la nariz como para hacerle competencia a Rudolf, mamá nunca hubiera descubierto que también estabas ardiendo en fiebre.
POCHE: ¿Y qué me quieres decir con esto?
Victor: Que está bien bajar la guardia por una vez en la vida, POCHE. Sé que no necesitas de nadie y que has aprendido a cuidarte solita durante toda tu vida. Pero no siempre puedes ser "Super POCHE". Te sientes mal, estás cansada, porque no has conseguido pegar ojo durante las dos últimas semanas y además, tu mente no para de darle vueltas a algo que te tiene agotada mentalmente. Tómate un respiro. ─pidió ─Nuestro padre ya está en casa, nosotros nos vamos a encargar de que siga las instrucciones de los médicos y todo va a estar bien. Esta parte de tu vida ya está solucionada, ahora vas a tener que coger el teléfono y enfrentar esa otra parte, antes de que tu mente y tu cuerpo te digan "basta", y sea a ti, a la que tengamos que visitar en el hospital.
En cuanto terminó de decir eso, mi teléfono móvil comenzó a sonar, cosa que me hizo mirarlo con el ceño fruncido y él sonrió triunfante, como si algún ser superior le estuviera dando la razón. Miré la pantalla y el nombre de PAULA aparecía intermitente, mientras este continuaba sonando. Lo observé durante algunos segundos, con un temor incontrolable que comenzaba a invadir mi estómago. Es la primera vez que PAULA no espera mi llamada y se adelanta. Inhalo aire profundamente, observo a mi hermano y me decido a pulsar el botón que descuelga la llamada.
POCHE📞: ¿Diga?
PAULA📞: ¿POCHE? ─preguntó al otro lado del teléfono.
POCHE📞: ¿Cómo estás, PAULA ? Pensaba llamarte en unos minutos.
PAULA📞: Bien, yo estoy bien. ¿Y tú? ¿Cómo va todo con tu padre?
POCHE📞: Justamente acaba de llegar a casa. Le dieron el alta hace unas horas, aunque ya sabes, completa vigilancia para que no vuelva a ocurrir. Tiene que seguir los cuidados al pie de la letra.
PAULA📞: Entiendo. Ahora deberá cuidar su alimentación, sus rutinas y tomarse la vida con calma.
POCHE📞: Exactamente ─confirmé ─Pero... ¿Ocurre algo? Es la primera vez que llamas antes de que yo lo haga.
PAULA📞: No he querido molestarte demasiado con los asuntos del centro, ya bastante tienes con los problemas de tu familia. Pero hay algo que debes saber... ─dudó ─se trata de DANIELA. Escuchar su nombre, hizo que mi corazón quisiera dejar de latir por un instante, aunque lejos de eso, se aceleró, temeroso, ansioso. POCHE📞: ¿Qué pasa con ella? ¿Qué pasa con DANIELA? ¿Le ocurrió algo? Dime por favor.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora