CAPITULO 26

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· POCHE: Lo siento... Lo siento mucho. Es algo que a veces no puedo controlar.
PAULA: Tranquila ─sonrió con cierto atisbo de ternura ─Solo bromeaba para que volvieras a la Tierra. Intuyo que no eres así siempre, sino cuando algo te preocupa de verdad. Pero bueno, ya tendremos tiempo de que me des la razón. Lo cierto es que vine para buscarte.
POCHE: ¿A mí? ¿Necesitas que te ayude en algo? PAULA: Sí. Acostumbro a hacer una ronda por las habitaciones de los usuarios algunas veces a la semana, desde primera hora de la mañana. Me gustaría que vinieras conmigo hoy, para que vayas conociendo cada historia, cómo funcionamos, las tareas a realizar cada día y de paso puedes comenzar a hacerte una idea de hacia dónde quieres encaminar tu proyecto final.
POCHE: Mi proyecto... ─recordé de pronto ─Casi lo había hasta olvidado.
PAULA: Bueno, aún tienes bastantes meses para desarrollarlo. Pero sé por experiencia, que cuanto más pronto tengas claro el tema que quieres desarrollar, antes podrás comenzar y disfrutarlo sin agobios
POCHE: En eso tienes razón. Además, me gustaría conseguir resultados reales, aunque sean insignificantes. Quiero contribuir aquí y hacer algo por ellos. No simplemente limitarme a obtener una calificación positiva más para el final de mi carrera. Gracias, doctora GALINDO ─le sonreí con complicidad e incluso algo de confianza para "molestarla". PAULA: Entonces... ¿Quiere acompañarme, doctora GARZON ?
POCHE: Por supuesto.
Con una sonrisa, ambas abandonamos el despacho para dirigirnos hacia la planta de habitaciones. El resto de conversaciones fueron sobre temas relacionados con el centro y su funcionamiento. Conocí cada dormitorio, así como a los pacientes que en ellos habitan, y que aún no habían decidido salir al jardín. Algunos se encontraban muy sonrientes y otros, sumidos en su propio mundo. PAULA se encargó de hacerme un breve resumen sobre el historial de cada uno, explicándome qué tipo de enfermedades padecen. Me llamó poderosamente la atención, la historia de un señor de avanzada edad, que cuando entramos en su habitación, lo encontramos de pie junto a la ventana, observando a través de ella las vistas del jardín.

A su lado había una mujer, de unos pocos años menor que él, aparentemente. Ella simplemente lo miraba, mientras él parecía completamente concentrado en el paisaje, ajeno a cualquier cosa que ocurriera a su alrededor. PAULA, se acercó para hablarle amablemente, y con ayuda de la enfermera, comenzaron las revisiones que debía hacerle. Sin embargo, yo sentí la necesidad de acercarme a aquella entrañable mujer, que no apartaba de su rostro esa sonrisa cansada que poseía.
POCHE: ¿Necesita usted algo? ─le pregunté arrodillándome a su lado. Ella, ladeó su rostro para encontrarme. En ese instante, pude ver el paso implacable de los años, en las arrugas del mismo. Había cansancio en su expresión, pero también pude distinguir un brillo intenso que iluminaba sus ojos. Me recordó tanto a alguien, que le sonreí, como si la conociera de mucho tiempo atrás.
Xxx: No... ─respondió con una voz plagada de dulzura, volviendo la vista al señor ─
Tengo todo lo que necesito.
Jamás había visto a una persona mirar a otra de esa forma, con ese brillo, con esa admiración. Entonces entendí lo que ocurría. POCHE: ¿Es su marido?
Xxx: Mucho más que eso ─sonrió volviendo su mirada hacia mi ─
Ese hombre que ves ahí, es el amor de mi vida.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora