CAPITULO 62

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· Cuando alcé la vista y ella volteó a medida que se levantaba, habiendo reconocido dicha voz. Observé como su padre llegaba hasta nosotras en cuestión de segundos, con el semblante serio y acompañado por ese hombre alto y fuerte del día anterior.
DANIELA: ¿Qué estás haciendo aquí, papá?
GERMAN: ¿Cómo que, qué estoy haciendo aquí? Vine para llevarte a casa en este preciso instante.
DANIELA: No puedes. Ya firmé un documento autorizando mi propio ingreso.
GERMAN: Sí, ya me informaron de esa nueva estupidez tuya. Pero en este momento vamos a ir al despacho de la doctora para que revoque dicho documento.
DANIELA: Ya dije que no. No me quiero ir de aquí.
GERMAN: ¡Me importa un comino lo que tú quieras, DANIELA! ─Gritó agarrándola por los brazos. ─
¡Ya está bien de caprichos!
En el momento, en el que vi las manos del señor CALLE , sosteniendo los brazos de su hija con brusquedad, un insoportable calor interno recorrió mi cuerpo, consiguiendo que en un acto reflejo saltara del asiento y lo apartara aún con más brusquedad de la que hubiera pensado.
POCHE: Será mejor que no vuelva a agarrarla así o tendré que llamar a seguridad ─Sentencié posicionándome entre ambos, protegiendo su cuerpo con el mío.
GERMAN: ¡¿Otra vez tú?! Muchacha, ya te dije que te mantuvieras al margen o me encargaré de que te quedes sin trabajo en cuestión de minutos.
POCHE: Y yo le dije a usted que no me importa lo que quiera hacer conmigo y que como vuelva a agarrarla así, voy a llamar a seguridad.
GERMAN: ¿Tú no sabes con quien estás hablando verdad? Eres demasiado joven para saber las consecuencias que esto puede traerte.
DANIELA: POCHE, por favor... ─Susurró DANIELA a mi espalda, agarrándome el brazo con la voz algo temblorosa ─
No te busques problemas, déjalo así.
POCHE: No, DANIELA ─Me giré para encontrarme con su mirada asustada ─
No voy a permitir que nadie te hable, ni te trate de esa forma. Así sea tu padre o el presidente del país.
La seguridad en mis palabras, así como la de mi mirada, hicieron que permaneciera en silencio, simplemente observándome.

GERMAN: Eres una inconsciente, muchacha ─volvió a interrumpir la voz del hombre ─Ni siquiera sé cómo te atreves a intervenir en lo que quiero para mi hija.
POCHE: Intervengo porque no se trata de lo que usted quiera, señor CALLE. Se trata de lo que ella quiere y necesita. DANIELA está enferma y precisa de ayuda. Una ayuda que desde luego no va a recibir en su casa. ¿Acaso se ha parado a preguntarle en algún momento lo que quiere?
GERMAN:¡No necesito saber lo que ella quiere! ¡Necesito que mi hija, esa niña que siempre lo ha tenido todo, deje de comportarse como una cría y crezca! ¡Que deje de hacer espectáculos y llamar la atención! Si tu madre viviera, se avergonzaría completamente de ti ─Finalizó rudamente, dirigiéndose a ella.
POCHE: ¡Ya basta! ─Volví a ordenar ─Lárguese de aquí. Porque si alguien da vergüenza en este momento, es usted y su actitud. No se hace ni una idea de lo equivocado que está...
PAULA: ¿Qué está ocurriendo aquí? ─Intervino la voz de PAULA , que de pronto apareció con el personal de seguridad.
POCHE: Ocurre que el señor CALLE, no entiende que su hija ya tomó la decisión de permanecer en el centro. Ocurre, que es un egoísta, y lo único que le importa, son sus propios intereses.
GERMAN: ¡No le voy a permitir que me siga faltando el respeto!
POCHE: ¡Y yo no voy a permitir... PAULA: ¡Por favor, se acabó! ─Volvió a interrumpir PAULA ─Señor CALLE, acompáñeme a mi despacho para explicarle la situación.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora