CAPITULO 135

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· Sus compañeros reciben las órdenes y se disponen a recoger todo el material que sin yo darme cuenta, habían traído. Poco a poco voy sintiendo como mi cuerpo recupera movilidad y consciencia.
Doctor:¿Alguien va a acompañarnos en la ambulancia? ─pregunta el doctor, clavando su mirada en mí. Entonces, siento unas manos sostener mis mejillas y de un momento a otro, me encuentro con los ojos de PAULA, mirándome directamente.
PAULA: POCHE, escúchame. ─pide con tono firme ─Vete en la ambulancia al hospital. Yo tengo que quedarme algunos minutos para poner un poco de orden a todo este caos y advertir de lo sucedido al padre de DANIELA ─escuchar su nombre, fue motivo suficiente para que mi mente, volviera a estar en sintonía con mi cuerpo ─
Te prometo que iré enseguida ¿De acuerdo? ¿POCHE?
Simplemente fui capaz de asentir, antes de volver a escuchar la voz del doctor.
Doctor: Doctoras, nos vamos ya ─informó, para que fuera cual fuera la decisión, alguna de las dos lo siguiéramos. En ese momento, PAULA hizo una suave caricia en mi mejilla, acompañada de una leve sonrisa, para hacerme entender que ya podía marchar. Y también supongo, para darme algo de tranquilidad en esta situación. Estoy completamente segura, por su mirada comprensiva, que entiende con total claridad, el efecto paralizante que acaba de ocasionar el miedo en mí. Un terror, que jamás pensé llegar a sentir. Minutos más tarde, en el interior de la ambulancia, sostengo su mano fuertemente, mientras observo como una mascarilla le proporciona oxígeno y algunos cables la conectan a una pequeña máquina que refleja su ritmo cardiaco; ese, que hace tan solo unos minutos, debía ser una línea completamente plana.
Doctor: Enseguida llegaremos al hospital, doctora.
La voz del mismo médico que minutos antes le estaba practicando la reanimación, me hizo despertar, para dirigir mi mirada hacia él.
POCHE: ¿Se va a poner bien? ─hablé por fin, volviendo a mirarla.
Doctor: Eso no podemos saberlo. Por el momento, agradezcamos que se salvó a sí misma.
Al escuchar eso, volví a mirarlo, absolutamente confundida por el significado de esa frase. Cosa que él pareció notar.

Doctor: Créame que si esta chica no se hubiera aferrado a la vida con todas sus fuerzas, nosotros no podríamos haber hecho absolutamente nada por ella. Es fuerte, muy fuerte.
Dirigí mi mirada otra vez hacia ella, encontrándola exactamente igual. Respirando a través de una mascarilla, con sus ojos cerrados. Esos ojos que hace tan solo unos minutos me miraban a mí. Pequeña, delicada, tan hermosa como siempre me pareció, tan aparentemente frágil como un cristal y en el fondo, tan resistente como el mismísimo bambú.
POCHE: Lo sé... La ambulancia se detuvo al instante, ocasionando que todo el mundo volviera a ponerse en marcha y en cuestión de pocos minutos ya estábamos dentro del hospital. Traté de ir junto a ella, pero una enfermera me detuvo hablando cosas que ni siquiera alcanzo a escuchar. Mi vista y mis oídos están concentrados en observar cómo los médicos y auxiliares, hacen desaparecer la camilla por una puerta que queda lejos de mi visión.
Xxx: Necesito que me facilite su nombre ─vuelve a repetir la voz.
POCHE: MARIA ─respondo sin mirarla ─MARIA GARZON. Xxx: Encantada, doctora GARZON, yo soy Marta. Pero me refería al de ella.
Su aclaración y también su nombre, consigue captar mi mirada confundida y me sorprendo al descubrir a una chica tan joven, algunos centímetros más pequeña que yo, con el cabello castaño, recogido de una forma despreocupada y una dulce sonrisa dibujada en sus labios, a modo de comprensión.
POCHE: Oh. Ella... Ella es DANIELA . DANIELA CALLE. Permanezco en silencio mientras la observo apuntar los datos en el cuaderno que la acompaña. Es entonces, cuando mi mente decide volver a trabajar y algo en todo esto me descuadra.
Marta: Aunque también ella podría haberse llamado MARIA.

Sé que mis pensamientos no están demasiado lúcidos en este momento, pero sí lo suficiente, para que me extrañe la seguridad con la que dio por hecho, que estaba diciéndole mi nombre y no el de ella. La chica volvió a alzar la mirada y me sonrió.
Marta: Podría. Y si yo no hubiera estado hace unos minutos en el centro de salud mental, escuchando como la otra doctora te llamaba por tu nombre, probablemente en este momento, DANIELA habría quedado registrada como MARIA GARZON. POCHE: ¿Estabas allí? ─pregunto sorprendida. ─
Y también en la ambulancia ─sonrió al ver como mi sorpresa aumentaba Marta: Pero no te preocupes, es normal que no notaras quien había a tu alrededor. Sufriste un leve estado de shock producido por el miedo y lo único que existía en tu mundo, era ella. Ella... POCHE: ¿A dónde la llevaron? ─pregunté.
Marta: A la sala de observación, con el resto de doctores. Hay que hacerle algunas pruebas, para ver si ha sufrido daños colaterales a causa de la parada cardiaca, y esperar que despierte cuanto antes. Así que ahora te toca tener mucha paciencia y esperanza.
POCHE: Es una luchadora ─aseguré convencida, sintiendo como las lágrimas volvían a empañar mis ojos Va a recuperarse.
Marta: Y cuando lo haga, deberá agradecer, no sólo la segunda oportunidad que se le está brindando, sino el hecho de tener a alguien que crea en ella con tanta firmeza. Es afortunada. Permanecí en silencio, observando aquella puerta por la que se había marchado, esperando que en algún momento reapareciera a través de ella, caminando por su propio pie. Unos pensamientos un poco ambicioso, dada la situación. Creo que si eso llegara a ocurrir, correría a abrazarla y probablemente no volvería a soltarla jamás.
Marta: Tengo que ir a ver cómo va todo ─volvió a intervenir la chica ─¿Necesitas algo? ¿Alguien a quien podamos llamar? ¿Un familiar suyo?
POCHE: No. Ya se están encargando de eso en el centro. Pero... sí hay algo que necesito.
Marta: Lo que quieras, dime.
POCHE: ¿Podrías mantenerme informada de la situación? Esperando aquí, sin noticias, voy a volverme loca. Marta: Tranquila ─asintió sonriendo ─En cuanto sea examinada, serás la primera en conocer su estado.
POCHE: Gracias.
Marta: Si necesitas algo más, no dudes en buscarme.
Con una última sonrisa, recibiendo un simple y ligero asentimiento por mi parte, aquella chica con aspecto de enfermera, desapareció por algún lugar de la sala de espera. Dejándome sola, entre una multitud de personas desconocidas, que probablemente se encuentren a la expectativa de conocer el estado de algún familiar. Yo, me dejé caer sobre uno de los asientos, apoyé los codos en mis rodillas y simulé con las manos una guarida en la que necesitaba esconder mi cabeza. Necesito apagar el interruptor de mi mente. Necesito que los minutos transcurran de la forma más veloz posible. Necesito que alguien salga por esa puerta, con la noticia de que todo está bien, de que ya está despierta. Volver a ver su mirada. Luchar otra vez por sacarle una sonrisa. Necesito hacerle saber, que ella le dio un sentido diferente a mi vida.
PAULA: ¡POCHE!
Escuchar la voz familiar de PAULA, me hizo levantar rápidamente y dirigir mi vista hacia la entrada de la sala, donde para mi sorpresa, la vi aparecer con GERMAN CALLE y sus guardaespaldas. Todos llegaron a mí en cuestión de segundos y sin darme tiempo a reaccionar, mi amiga me sumió en un cálido y reconfortante abrazo.
PAULA: ¿Cómo estás? ─susurró agarrando mis mejillas.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora