CAPITULO 114

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Me encogí de hombros, para quitarle importancia al asunto y tratar de ocultar el nerviosismo que me provocó su aparición, pero sin decir nada, se acercó lentamente, agarró mi mano y consiguió que nos miráramos fijamente durante unos segundos. Sonrió. Y con esa sonrisa, comenzó a dirigirme de vuelta al dormitorio, mientras yo no era capaz de hacer otra cosa, más que dejarme llevar. Una vez llegamos junto a la cama, apartó las sábanas y se acostó. Habiendo dejado el hueco justo y necesario para que yo lo ocupara, tiró de mi mano, que en ningún momento había soltado, indicándome que me acostara al otro lado. No hizo falta una segunda petición para que mi cuerpo reaccionara. Ni siquiera lo dudé. Me introduje en la cama, junto a ella. Ambas quedamos de perfil, con nuestros rostros sobre una misma almohada, mirándonos de frente, tan fijamente como si estuviéramos hablando en silencio. En el pequeño hueco que había entre ambas, dejé mi brazo izquierdo descansar, con la palma de la mano extendida hacia arriba. Ella, no tardó absolutamente nada, en cubrirla con la suya propia. Y como si ambas lo deseáramos de igual manera, entrelazamos nuestros dedos con tanta intensidad, como la que expresan nuestros ojos.
DANIELA: Gracias por esta noche mágica. ─susurró con un hilo de voz, casi dejándose vencer por el sueño.
POCHE: Mañana nos espera más magia.
Con una sonrisa de satisfacción, permitió por fin que sus ojos se cerraran, dejando en el aire, un suspiro de cansancio que me hizo sonreír a mí también.
DANIELA: Buenas noches, POCHE.
POCHE: Buenas noches, DANI. Que descanses.
Y así, el sueño llegó a ella en cuestión de segundos. Segundos en los que permanecí observándola, hasta que mis ojos tampoco pudieron resistir más la tentación de cerrarse y permitir que de esta forma, con nuestros rostros frente a frente, nuestras respiraciones casi golpeando una con la otra y nuestras manos unidas, Morfeo llegara hasta nosotras, sumiéndonos en un sueño tan profundo, que nos permitiría descansar, para mañana poder afrontar un nuevo y mágico día.
No soy capaz de recordar la última vez que dormí tan profundamente. Estoy dispuesta a asegurar, que no he conseguido tal cosa desde que trabajo en La Cascada. Pero tenerla a ella a mi lado, sentir su mano entrelazada con la mía, escuchar en la lejanía, el sonido de su respiración pausada, me proporcionó la seguridad necesaria para ser capaz de descansar toda la noche, sin tener ni una sola de esas pesadillas que ya se habían convertido en costumbre. Todo resultó ser paz y tranquilidad. La misma paz que sentí en el momento de abrir los ojos y encontrarme de frente con su rostro dormido. Algo que me hizo sonreír en el acto. Ninguna de las dos había cambiado de posición durante el sueño.

Permanecimos todo el tiempo así, una frente a la otra, con nuestros dedos entrelazados, disfrutando de la calma. Que su rostro sea lo primero que veo al despertar, es probablemente la sensación más hermosa que jamás he sentido. Y perfectamente podría acostumbrarme a ella cada mañana. Es más, en el momento en el que abrí los ojos y descubrí una media sonrisa dibujada en sus labios, aún dormida, deseé con todo mi corazón, despertar así, cada día del resto de mi vida.
Fue imposible no preguntarme al instante, qué estaría soñando para hacerla sonreír de esa forma. Me lo pregunté durante varios minutos, hasta que me di cuenta, de que no iba a averiguarlo, por mucho que la observara mientras dormía.

· Capitulo 146

Cosa que me hizo abandonar la cama antes de que despertara y pudiera sentirse incomoda. No obstante, antes de irme, dejé un cálido beso sobre su frente y después de preparar café, haciendo el menor ruido posible, vine hasta aquí, donde llevo aproximadamente una hora contemplando el lago bajo mis pies, sentada sobre la madera, con RAMON echado junto a mí, mientras acaricio su pequeña cabeza y la cafetera al otro lado, lista para llenar la taza sin tener que levantarme. Corre una ligera brisa, que convierte en perfecta la incidencia del sol mañanero. El sonido de este lugar, siempre ha sido una de las cosas que más me ha gustado de esta casa. No importa la hora que sea, lo único que se escucha es el canto de los pájaros y el vaivén de un agua tan tranquila, como inmensa. Un sorbo de café, resulta más que perfecto en una situación como esta. En un paisaje como este. Respiro hondo, sintiendo como el oxígeno abarca todo mi interior, mezclándose en algún lugar con el aroma de mí café. Es imposible que una persona no se sienta enamorada de este lugar, de este paisaje, de esta paz y de esta sensación.
DANIELA: Es extraño que despiertes tan temprano, habiéndonos acostado tan tarde. El sonido de su voz, hizo que mi corazón tranquilo hasta el momento, adoptara un ritmo acelerado, que sin querer, me hizo sonreír al tiempo que volteaba para mirarla. La encontré en el umbral de la puerta, observándome con cierto atisbo de intriga y empezando a acercarse, mientras RAMON, incorporaba su cabeza y comenzaba a mover el rabo dispuesto a recibirla con alegría. POCHE: Buenos días ─saludé sonriendo.
DANIELA: Buenos días ─me devolvió la sonrisa y se sentó junto a nosotros, acariciando al cachorro con dulzura. ─¿Dormiste mal anoche?
POCHE: No había dormido tan bien, desde hace meses, créeme.
DANIELA: Entonces es que te gusta salir aquí temprano y disfrutar de la calma mañanera.
POCHE: Va a resultar que me conoces más de lo que creía.
DANIELA: Y seguramente más de lo que yo también creía ─sonrió. La observé fijamente, tratando de averiguar algún significado a aquellas palabras, mientras ella continuaba acariciando a RAMON de una forma muy tierna. POCHE: ¿Qué tal dormiste? ─le pregunté captando su mirada.
DANIELA: Te confieso, que también hace mucho tiempo que no dormía tan... ─suspiró, observando a la lejanía un instante, antes de volver su mirada hacia mi ─...en calma. POCHE:Entonces debo alegrarme.
Ella asintió, con una media sonrisa algo tímida y continuó acariciando a RAMON durante unos segundos, en los que su mirada permanecía contemplando al cachorro.
POCHE: ¿Café? ─pregunté. En cuanto volvió a alzar la vista, se encontró con la taza llena y lista para ella. La aceptó, dedicándome otra sonrisa y antes de beber, volvió a hablar.
DANIELA: ¿Qué planes tenemos para hoy?
POCHE: Uhm... Yo no suelo hacer planes. Y mucho menos cuando vengo aquí. Lo que deba suceder, sucede. Pero si te apetece hacer algo en especial... DANIELA: Oh, ya claro ─interrumpió mirándome con ironía ─Porque nada de lo de ayer, lo tenías preparado.
POCHE: ¿Qué te hace pensar que sí? Se encogió de hombros antes de responder.
DANIELA: Todo fue demasiado...mágico.
POCHE:Planeé traerte aquí y quise llevarte al pueblo para que te contagiaras un poco del ambiente de este lugar. Pero toda esa magia que se creó después... fue obra del universo. ─le dije con misterio, guiñándole un ojo. ─Y lo que había pensado para hoy, es pasar el día en la casa, me gustaría enseñarte algunas cosas. Si te parece bien, claro.
DANIELA: Creo que todo lo que me propongas, me parecerá bien.
POCHE:Solo para que lo tengas en cuenta en un futuro; ─comencé a advertir frunciendo el ceño y sonriendo ─Decirle ese tipo de cosas a una lesbiana, puede resultarte algo peligroso. DANIELA: ¿Ah sí? ─preguntó abriendo los ojos, exagerando su sorpresa ─¿Y qué me vas a hacer?
POCHE: Por el momento, voy a darme un baño ─informé levantándome ─Es lo mejor para despertarse.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora