CAPITULO 11

3.9K 203 0
                                    

· POCHE: ¿Por qué? ─es lo único que me atrevo a preguntar.
Ella se encogió de hombros y observó de nuevo la imagen de la enfermera tratando de mantener una conversación con la chica, pero siendo completamente ignorada. Parecía que ni siquiera se daba cuenta de que había alguien a su lado.
PAULA: Algunos pacientes pasan por ese proceso cuando ingresan en el centro. No quieren estar aquí. Es un cambio muy brusco en la vida de una persona y produce una especie de shock, que te demuestran con su más absoluto silencio... Pero poco a poco, se van habituando y entienden que quizás este sea el mejor lugar donde puedan estar. Aunque lo de DANIELA, es completamente distinto. No lleva interna demasiado tiempo, pero se niega a pronunciar una sola palabra con alguno de nosotros. Ni siquiera te mira... es como si, simplemente no existieras. Y no está en ese estado de shock que te mencionaba. Ella sabe perfectamente donde se encuentra y por qué llegó a este lugar. Siempre la verás haciendo algo; leyendo, escribiendo en su cuaderno o simplemente escuchando música... Pero nunca la verás con alguien. O al menos no, hasta que ella así lo decida. ¿Por qué? Me volví a preguntar en mi interior mientras continuaba observando esa imagen. ¿Por qué una chica tan joven como ella está en un lugar como este? ¿Por qué no habla con nadie?
PAULA: Vamos, acerquémonos... ─escuché la voz de la doctora que una vez más se encargó de interrumpir las numerosas preguntas que amenazaban con inundar mi mente. La seguí, y avanzamos unos metros para encontrarnos con esa enfermera que comenzaba a expresar en su rostro, algo parecido a la frustración, mientras emitía algunas palabras, las cuales mi mente ya no escucha. Pues en este momento, teniendo a esa muchacha tan cerca, me es completamente imposible evitar detenerme a observarla y casi sin querer, el mundo comienza a detenerse, como mismo se había detenido cuando nos encontramos en el pasillo. O bueno, cuando la encontré en el pasillo. Porque ya no estoy segura de que ella estuviera muy presente en aquel momento. Ella, continúa mirando al frente, ignora mi presencia, así como la de cualquier otro ser humano que pueda haber alrededor.

Entonces, me permito a mí misma, observarla por primera vez con total detenimiento, analizando cada parte de su cuerpo. Es una mujer delgada... algo que sentí cuando la agarré de los brazos y me pareció tan delicada, que pensé que en cualquier momento podía romperse. Pero en aquel instante y cuando la vi desde la ventana, realmente no asimilé del todo su casi extrema delgadez... parece una muñeca. Una muñeca frágil a la que hay que cuidar. Su cabello es largo, prácticamente castaño como las pocas hojas que le quedan al otoñal árbol que le está dando sombra. Su rostro se ve tan fino y casi pálido, como sus manos; pequeñas y proporcionales a su cuerpo. Uñas muy cortas, bien arregladas, aunque soy capaz de distinguir una pequeña línea blanca en el centro de ellas. A decir verdad, a simple vista, tiene rostro y manos de princesa... Aunque si la observas un poco, es fácil darse cuenta de que, su piel no desprende vitalidad de una persona sana. Lo cierto es que me confunde todo sobre ella. Es una chica realmente bonita... o al menos, eso me parece... Pero a su alrededor, no existe ni un solo ápice de luz.
PAULA: MARIA JOSE ─escuché como mi acompañante me llama, casi sobresaltándome ─
Te presento a María, ella es una de las enfermeras que trabajan en el turno de la mañana. La chica, con una enorme sonrisa, extendió su mano.
Maria: ¡Encantada, Dra. GARZON !
POCHE: Por favor, llámame POCHE ─pedí estrechando su mano a modo de saludo. Aún no asimilo del todo eso de ser doctora. PAULA: Pues tendrás que irte acostumbrando ─intervino nuevamente PAULA
Pronto todos comenzarán a llamarte así.
POCHE: Será cuestión de habituarme.
PAULA: No te costará demasiado ─afirmó con su ya habitual sonrisa de complicidad
Bueno... ¿continuamos con el camino?
Maria: ¿Y qué hago con esto doctora? ─le preguntó María, mostrando la bandeja con comida que tenía entre sus manos.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora