CAPITULO 69

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El simple hecho de pensar tener una conversación ahora, con PAULA o con quien fuera, me resultaba agotador.
DANIELA: Gracias... ─Susurró el sonido de su voz, haciendo que mi corazón latiera a toda velocidad de un segundo a otro. Alcé la vista confundida, y la encontré junto a la puerta, observándome. ¿Gracias por qué?, me pregunté. Me hubiera sorprendido menos una disculpa. Pero ¿Un agradecimiento? No lo entiendo.
DANIELA: Gracias por lo de ayer ─Continuó, mientras yo la observaba expectante ─Por defenderme frente a mi padre, por arriesgarte a perder tu trabajo, por preocuparte siempre por lo que yo quiero. Gracias, por ese primer día, en el que trataste de ponerte en mi lugar sin siquiera conocerme y convenciste a la enfermera de que dejara la comida a mi lado en vez de obligarme a comer. Gracias por mirarme diferente cuando chocamos en el pasillo por primera vez y por no cambiar tu mirada después de saber mi historia. Gracias por acompañarme cada día en silencio y conseguir que permanezca en este mundo. Gracias por hablarme claro y nunca tenerme lástima.
Sus palabras me pillaron tan desprevenida que ahora no sabía exactamente qué decir. POCHE: Yo...No... DANIELA: Nunca te lo había dicho, y ya era hora de que lo hiciera ─Interrumpió ─No he hecho más que comportarme como una egoísta, con la única persona que no merece que lo haga. Porque he visto, valorado y analizado, cada una de las cosas que has hecho por mí desde que llegaste. Y aunque no entiendo el motivo, aunque me comporte como una estúpida insensible todo el tiempo, quiero que sepas que te agradezco cada cosa. Y si te hablo como una imbécil, es porque tú eres lo que me mantiene en este mundo, POCHE. No sé por qué, pero así es. Y eso me asusta. Antes de que tú aparecieras, era como un robot; fría, ausente, ida, vacía. Nada me importaba y nada me afectaba. Y de pronto aquella mañana... —hacía aspavientos con las manos, cómo si no supiera de qué manera explicarse . —y entonces, fuiste consiguiendo que regresara, ni siquiera sé de qué forma. Pero ahora me encuentro atrapada entre dos mundos; Uno, en el que no existe nada, ni las emociones, ni los sentimientos, ni el dolor... Y otro, en el que todo duele, en el que a todos decepciono. Tras escuchar sus palabras y observarla durante unos segundos, me levanté de mi asiento y caminé hacia ella, que me miraba expectante, esperando quizás que dijera algo.
POCHE: Tú y yo no somos del todo diferentes ¿Sabes? ─Comencé sin saber realmente lo que quería decir y provocándole confusión ─me he pasado toda mi vida escuchando; "Tendrías que estudiar esta carrera, no deberías pasar tanto tiempo sola, ¿No tienes amigos?, sal, diviértete, eres una niña, se te está pasando la vida entre libros, tu guitarra y tu silencio, esa no es forma de vivir, ¿Por qué no puedes ser como el resto de chicas?" ─Suspiré y me di cuenta de que me miraba atentamente ─No recuerdo un solo día, en el que me dejaran ser simplemente yo, sin hacerme sentir que mi personalidad, nunca iba a ser suficiente para nadie. Así que te aseguro, DANIELA, que no espero que seas o actúes de una determinada manera, y mucho menos me permito el lujo de decepcionarme, cuando ni siquiera conozco cómo piensas o cómo sientes. Nunca te he juzgado y no voy a empezar a hacerlo ahora.
DANIELA: Lo siento. ─bajó la mirada.
POCHE: No lo sientas. En cierta forma, entiendo que desconfíes de las intenciones de cualquier persona que se te acerque.
DANIELA: No desconfío de ti, POCHE. No es eso. Pero... no quiero que esperes algo de mí y decepcionarte a ti también. No mereces vivir preocupada por este... ─sus manos se agitaron frente a su pecho señalándose a sí misma y cerrando a continuación sus puños con fuerza ─desastre, en el que me he convertido. Ni que eso te haga daño de alguna manera.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora