CAPITULO 128

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· POCHE: Me aporta tranquilidad cuando estamos juntas, al mismo tiempo, que una locura impredecible. Es la persona más luchadora que he conocido jamás, aunque el mundo entero pueda pensar lo contrario. Sólo frente a mí, se muestra como una niña frágil, que necesita cuidados y protección. Y eso me hace sentir especial. Estar con ella, es descubrir un mundo nuevo, con los ojos de un niño que ve todo por primera vez. Es ternura e ilusión personificada. Me escucha y comprende, como nadie lo ha hecho nunca. Alguna vez... ─salí por un momento del trance, y clavé la mirada en mi madre, descubriéndola emocionada por primera vez en mi vida. ─¿Alguna vez has sentido en los ojos de alguien, que aunque no te diga absolutamente nada, siente tu dolor y tu felicidad, como si fueran suyos propios?
Ella, con los ojos ligeramente cristalizados, dirigió su mirada hacia mi padre.
MARTHA: Si... ─afirmó después de algunos segundos ─Y nunca supe valorarlo. ─su vista volvió a recaer en mí ─Admiro de ti, que hayas sabido reconocer lo que estabas buscando, desde un primer momento.
POCHE: A veces en la vida, ni siquiera sabes lo que estás buscando, hasta que lo encuentras. Hasta que aparece alguien y te dice: "No soy perfecta, no vamos a vivir algo perfecto, pero aquí estoy. Ya no puedes escapar"
MARTHA: ¿Quieres escapar?
POCHE: No ─sonreí ─La verdad es que al único lugar que quisiera escapar, es a su lado.
MARTHA: ¿Qué es lo que te preocupa entonces? Porque no cabe duda, de que hay algo a lo que le estás dando vueltas desde que llegaste. ¿Por qué es tan complicado? Si todo lo que me cuentas es precioso.
POCHE: No puedo explicártelo. ─suspiré volviendo a la tierra ─Ni siquiera debería estar hablando de ella.
MARTHA: Bueno, entonces voy a intentar aconsejarte desde la experiencia, porque en no hacer las cosas demasiado bien, soy la número uno. ─sonrió. Aunque en dicha sonrisa había más resignación que cualquier otra cosa ─Llevo más de veinte años, compartiendo mi vida con un hombre ejemplar, que en su momento fue capaz de dejarlo todo por mí y nunca ha cesado en su intento por agradarme para hacerme la mujer más feliz de mundo.

MARTHA : Pero resulta, que yo nunca tenía suficiente. Ni con él, ni contigo, ni siquiera con tu hermano. Desgraciadamente, ha tenido que pasar esto, para darme cuenta del hombre tan maravilloso que siempre he tenido a mi lado y de la bonita familia que juntos hemos construido. No es una familia perfecta, porque ninguna lo es. Pero aquí estamos. Todos juntos. Y de no ser por mí, habríamos pasado muchos más momentos como este, sin necesidad de que ocurriera una tragedia. Sinceramente, POCHE, yo no sé qué haría si llegara a perder a tu padre ─volvió a mirarlo, dejándome observar de nuevo, una ligera emoción en sus ojos ─Es el mejor hombre que la vida pudo ponerme en el camino y me dio a los mejores hijos que cualquier madre podría tener: estudiantes, trabajadores, responsables, pero sobretodo, buenas personas. Por eso, aunque nunca te lo haya dicho, admiro que tú seas capaz de valorar cosas tan sencillas como las miradas, o como las sensaciones que te hace sentir esa chica. Que no pidas nada más. Nunca has pedido nada más. Nunca te ha importado lo material, el dinero, ni siquiera el éxito... Siempre, te he visto moverte por amor. Y no sabes lo feliz que me hace saber, que por fin llegó a tu vida, la persona elegida para que le entregaras el tuyo. Porque no importa lo que suceda de ahora en adelante. Si sale bien, o si sale mal, si es complicado como tú dices, o está destinado al fracaso. Lo que importa, es que estás enamorada, hija. Hasta la última partícula de tu cuerpo, estas loca de amor por esa muchacha. Y aunque exista eso, que no me puedes contar, estoy muy tranquila, porque sé que nunca hubieras sentido algo así, por alguien que no lo mereciera. Así que, confía en tu corazón, deja que él te guíe como has hecho siempre y lucha, porque como bien dices, muy especial tiene que ser esa chica misteriosa, para haberse ganado el corazón, siempre tan protegido, de mi hija.

Tras finalizar con una sonrisa cómplice, presionó mi mano, esa que en ningún momento de la conversación había soltado, y entrelazó nuestros dedos. Como si quisiera con un gesto, transmitirme toda la comprensión que no me había transmitido nunca. Ambas permanecimos en silencio un largo instante. Ella sabe perfectamente, que aunque en mi interior siempre haya necesitado esa comprensión, jamás lo admitiría. Quizás han sido demasiados años creando esta coraza alrededor de mi corazón, para que en dos minutos, sea capaz de abrir una brecha y dejar escapar mi orgullo. No creo que sea tan fácil. Aunque definitivamente, la vida no deja de sorprenderme últimamente.
Victor: Llevo toda la vida queriendo tener esta imagen frente a mí, ¿y ustedes deciden hacerlo, cuando me encuentro incapacitado para inmortalizar el momento?
La voz de Victor nos sorprendió a ambas, obligándonos a mirar hacia la puerta, dónde lo encontramos prácticamente haciendo malabares para sostener tres cafés y algo que parecía ser un sándwich. Una imagen bastante graciosa, a decir verdad.
POCHE: Deja que te ayude ─pedí llegando hasta él y arrebatándole uno de los recipientes con café, para ofrecérselo a mi madre. Seguidamente, me dio el sándwich para que desayunara, y descubrimos que había traído otro igual para él, como si no hubiera desayunado ya. El estómago de mi hermano tenía cabida para tres desayunos, tres almuerzos y tres cenas, como mínimo. Empezamos a disfrutar del desayuno, mientras mi padre continuaba durmiendo y absolutamente ajeno a cualquier ruido o conversación que existiera a su alrededor. Estoy segura, que daría lo que fuera por poder ver esta imagen de su familia más unida que cualquier día de navidad.
MARTHA: ¿Por qué no vas a la casa para que descanses unas horas? ─preguntó mi madre una vez habíamos terminado ─Te vendrá bien pasar algún tiempo con RAMON y despejarte.
POCHE: Si, voy a aprovechar ahora que están los dos aquí para ir a pasearlo y descansar un poco. Este sillón de hospital me tiene los huesos entumecidos ─Arqueé mi espalda sintiendo algo de dolor. Victor: Te estás haciendo mayor, POCHE. ─bromeó Victor mientras comenzaba a ejercer una ligera presión sobre mis hombros, para masajearlos.
POCHE: Seguramente. Pero como sigas haciendo eso, te obligaré a estar así el resto del día. Victor: Luego te paso la factura. ─informó ─Mis manos tienen un precio. Y no todas las mujeres tienen el privilegio de ser tocadas por ellas.
POCHE: La humildad por encima de todo ─le dije con ironía, rodando los ojos. Él dejó un cariñoso beso en mi mejilla y observé a mi madre sonreír, al vernos pelear y reconciliarnos como siempre. A continuación, me dispuse a guardar el ordenador en su maletín y recogí mi bolso dispuesta a partir hacia la casa.
POCHE: Cualquier novedad me avisan ─les pedí, dándole a ambos un beso de despedida ─No creo que tarde demasiado en volver.
MARTHA: Descansa tranquila. Ya sabes que aquí todos los días son iguales. ¿Puedes poner en marcha la lavadora cuando llegues a casa? Dejé la ropa preparada, sólo tienes que presionar el botón. Ya está programada para el tipo de tejido, pero abre la puerta en cuanto acabe, si no, la ropa quedará con mal olor.
POCHE: Mamá, sé utilizar la lavadora, tranquila ─le sonreí ─¿Hay algo más que hacer? ¿Ir al supermercado...? MARTHA: No. Dejamos casi todo listo esta mañana.
POCHE: Está bien. Entonces me voy ya. Si quieren que traiga algo antes de venir, me hacen una llamada. Seguramente volveré para el almuerzo.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora