CAPITULO 42

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· Cuando llego a mi oficina, sin necesidad de colgar el abrigo, ya que hoy es un día bastante caluroso, me enfundo en mi ya acostumbrada bata blanca y me dirijo al escritorio, donde pulsando un simple botón, el ordenador se pone en marcha. Me acomodo en mi silla, mientras espero que los diferentes archivos aparezcan en aquella pantalla. Y cuando eso sucede, voy directamente al que estaba buscando: mi proyecto. Dentro de mi maletín de trabajo, busco la carpeta donde hace aproximadamente una hora, guardé el informe hecho por PAULA, en el que los profesores hicieron las anotaciones necesarias para que continuara guiándome en la realización de mi investigación. Leí atentamente alguna cosa, como que debía centrarme en la estructura que habíamos estudiado, ya que parecía estar llevando un camino diferente.
POCHE: Si ni siquiera yo, sé que camino estoy llevando ─Pensé en voz alta.
Mucho menos deben saberlo ellos, que no han leído ni una sola línea de las que he redactado. Observé un momento la pantalla con aquel documento abierto, mostrándome las palabras que yo misma había escrito. Volví a mirar el informe, y tras un suspiro, agarré el papel, arrugándolo entre mis manos y lanzándolo seguidamente a la basura.
POCHE: Quizás estoy cometiendo una locura ─Susurré ─Pero comencé esto a mi manera y lo continuaré a mi manera.
Estaba dispuesta a volver a escribir, cuando sentí la imperiosa necesidad de buscarla. De sentir que su imagen inspiraría esas palabras que debían ser escritas en aquel documento. Así que me levanté de la silla y me dirigí hacia la ventana, esperando encontrarla como siempre, en algún lugar del jardín. A solas, leyendo o simplemente mirando a la nada, preguntándome qué cosas deben estar pasando por su mente. Pero cuando mi vista consigue encontrarla, siento como mi ceño se frunce, expresando mi confusión al verla acompañada. Una imagen completamente distinta a la que estoy acostumbrada a ver. Observo a un hombre de pie junto a su habitual banco. Dándome la espalda, por lo que no puedo verle el rostro. Pero definitivamente no parece alguien del hospital. A su lado, hay otro hombre, algo más alto y musculoso, vestido de negro, como si fuera una persona de seguridad. Se mantiene en completo silencio, mientras el primer mencionado, habla con DANIELA, sin recibir respuesta de esta. La situación me extraña. Me extraña tanto, que no puedo evitar después de unos segundos, dirigirme al despacho de PAULA, dispuesta a averiguar lo que está pasando.

Por primera vez desde que trabajo aquí, abrí la puerta del despacho sin siquiera llamar primero. Creo que la impaciencia me hizo perder los modales por un instante.
POCHE: ¿Quién es el que está con DANIELA? ─pregunté sin más. PAULA alzó la vista confundida encontrándome frente a ella. Pero al descubrir la expresión confusa de mi mirada, exhaló un suspiro.
PAULA: Creía que no ibas a llegar a tiempo. POCHE: ¿Llegar a tiempo para qué?
Ella se levantó de su asiento, seguramente para quedar a mi altura y explicarme con calma lo que quiera que fuese a explicarme.
PAULA: Ese hombre es el padre de DANIELA, POCHE.... POCHE: Claro, su padre, ahora lo entiendo, a veces incluso olvido que ella tiene familia
PAULA: Vino a solicitar su alta.
En ese instante, la última frase de mi amiga, atravesó mis oídos, como una autentica punzada en mi corazón. Incluso la podía escuchar una y otra vez, en forma de eco, "Vino a solicitar su alta" "Vino a solicitar su alta". POCHE: ¿Co... como que a solicitar su alta? ─Pregunté, deseando haber escuchado mal. PAULA: Pues eso. Que vino a primera hora, pidiéndome que organizara los papeles cuanto antes para poder llevársela a su casa. Según él, DANIELA lleva aquí más de dos meses y ha sido suficiente tiempo. La prensa está comenzando a especular... Cree que su hija está perfectamente y que ya no tiene sentido que permanezca en el centro.
POCHE: ¡Pe... pero PAULA, eso no es cierto! ¡No puede hacer eso! ¡No puede llevársela sin más! ¿Verdad que no puede?
PAULA: Si puede, POCHE. Es su padre y tutor legal. Él mismo la ingresó aquí, así que, él mismo puede llevársela cuando se le antoje. POCHE: ¡Eso no es posible! ¡Ese hombre no ha venido a visitarla ni una sola vez en dos meses! ¡No sabe absolutamente nada de lo que ella necesita! PAULA, que DANIELA se vaya ahora... es una completa locura y tú lo sabes. ¡Ella aún no está bien! ¿Cuánto tiempo crees que tardará en volver a intentar acabar con su vida? Y lo peor de todo.... ¡En conseguirlo! No... no puede ser. ¡Tenemos que hacer algo! PAULA: Lo siento, pero no hay nada que podamos hacer... Ni tú, ni yo. POCHE, créeme que esto me parece tan absurdo como a ti. Pero así son las cosas a veces... POCHE: ¡No, no! ─Negué llevándome ambas manos a la cabeza Así no pueden ser las cosas. Yo no voy a permitir que ese hombre se la lleve.
PAULA: Ese hombre es su padre, POCHE. Y además, un hombre muy importante. Deja de buscarte problemas, por favor. Este asunto se te está yendo de las manos.
POCHE: ¿Y si hablo con él? ¿Y si intento hacerlo entrar en razón? ¡Joder PAULA, es que esto no puede ser!

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora