"El resto, depende ella"
Quitarle la razón a PAULA GALINDO, es una completa tontería. Algo absurdo. Siempre ha estado en lo cierto, incluso cuando trataba de advertirme acerca de mi involucración personal con DANIELA. Ella siempre lo supo. Mucho antes que yo. Y ahora... Ahora no sé, qué sigue. Me encuentro absolutamente perdida en esta historia. Paralizada, bloqueada, aterrorizada. Sólo sé, que durante todo el día, lo único que he deseado, ha sido terminar mi turno en La Cascada para ir a mi casa, pasear a RAMON diez minutos y regresar al hospital, junto a ella. Es cierto que el trabajo me distrajo, hablar con PAULA me desahoga, pensar por un momento en otras cosas, me da un poco de respiro. Pero la verdad, es que cada rincón de ese lugar, me recuerda a ella. Y estar allí, sin ella, es... Ni siquiera puedo explicarlo. Cuando entro en la sala de espera del hospital, casi me quedo petrificada al ver a GERMAN CALLE sentado en una de las sillas, completamente solo. Sin rastro de sus guardaespaldas. Me extraña bastante, no sólo ese hecho, sino que esté aquí, cuando DANIELA lleva en planta desde ayer, ya que la subieron desde urgencias justo después de hacerle las pruebas. Mi cuerpo se tensa, como siempre que veo a ese hombre. Pero aun así, decido acercarme.
POCHE: Señor CALLE. ─el mencionado asciende la mirada sorprendido, pero creo que mi expresión de confusión es aún mayor. ─
¿Qué hace aquí?
GERMAN: Bueno, mi hija está hospitalizada. No soy tan inhumano.
Alcé una ceja ante su comentario. De hecho, no me reí a carcajadas porque estamos en un hospital y además no tengo fuerza para hacerlo. Él debió notar que mi opinión era exactamente la contraria, porque bajó la mirada nuevamente.
POCHE: Me refiero aquí ─aclaré volviendo a captar su atención ─en la sala de espera de urgencias.
GERMAN: Te estaba esperando.
Vaya, pues de todas las cosas que podía haberme respondido, está es la más inesperada.
POCHE: ¿A mí?
GERMAN: ¿Quería saber cómo está?
POCHE: ¿Y por qué no ha preguntado a los médicos, o ha ido a comprobarlo usted mismo?GERMAN: Los médicos dicen que está mejor. Recuperándose. Pero tú eres la única que puede decirme cómo se siente. ¿Y pasar a verla? No creo que sea lo más adecuado todavía.
POCHE: Es curioso. ─ironicé frunciendo el ceño ─Creo que interesarse por cómo se siente, ha sido exactamente lo más adecuado y necesario siempre.
GERMAN: Nunca vas a dejar de atacarme, ¿verdad? ¿Siempre me vas a echar algo en cara?
Su expresión de desesperación e impotencia, me hizo bajar la guardia por un momento. Exhalé aire y decidí sentarme en la silla libre que había a su lado.
POCHE: Sí. ─confirmé con total tranquilidad ─Siempre que siga viniendo aquí a interesarse por ella, pero tenga miedo de enfrentarla. Decídase de una vez, señor CALLE. O se preocupa por ella, o desaparezca de su vida para siempre. Pero no siga quedándose en el medio, porque estorba. ─concluí─ No puede mirarla sin sentir culpabilidad, por eso no es capaz de entrar a verla. Además, si no quiere que le diga lo que pienso, ¿por qué me espera?
Mirándome fijamente, sin decir absolutamente nada y aparentemente rendido, introdujo la mano por dentro de su abrigo y me entregó lo que sacó del bolsillo. Era una fotografía de una mujer muy hermosa y sorprendentemente parecida a DANIELA. Obviamente, deduje que debía ser su madre . De hecho, ahora que me detengo a analizar la fotografía, me doy cuenta de las similitudes físicas que DANI tiene con este hombre que está sentado a mi lado. Es una especie de mezcla, entre estas dos personas.
GERMAN: No es por culpabilidad por lo que no puedo mirarla.
Esa confesión me enfureció. Aunque por todos los medios, traté de no expresar mi coraje, ni con la mirada, ni mandándolo a la mierda.POCHE: No es ella. ─aclaré devolviéndole la foto ─Puede que tenga un color de ojos muy parecido, una expresión casi idéntica y probablemente, una personalidad similar. Pero no es ella. Estoy segura de que su esposa era una gran mujer. ¿Y sabe por qué? Porque tiene usted una gran hija. Y la genética me obliga a pensar, que tuvo que sacar esa increíble personalidad de algún lado. Porque desde luego, de usted no la heredó.
Se creó un corto silencio en el que él esbozó una pequeña sonrisa y me miró con curiosidad.
GERMAN: No tienes filtro, ¿verdad? Eres una imprudente, POCHE.
POCHE: Y usted un masoquista, señor CALLE.
Dejó caer su espalda sobre el respaldo del asiento y una gran bocanada de aire fue expulsada de sus pulmones antes de mirarme.
GERMAN: ¿Sabes lo que es perder al amor de tu vida y verlo crecer cada día en la cara de alguien más?
POCHE: No es ella ─repetí ─DANIELA no es su esposa. Y no. No sé lo que es perder al amor de mi vida. Pero sé lo que es, que la persona más importante para mí, se me vaya de las manos sin que pueda hacer nada por evitarlo. Eso es lo que ha tenido que vivir DANIELA con usted durante veinte años. Ella no tuvo la culpa de lo que ocurrió, ni de que perdiera al amor de su vida. Usted sólo perdió a su esposa en aquel accidente. Ella, perdió a su madre y también a su padre. Una vez le gritó delante de mis narices, que su madre se avergonzaría de ella. Creo que debería empezar a aceptar, que es de su marido de quien se estará avergonzando. Porque esa mujer debió casarse con un hombre bueno, amoroso, que la amaba y que amaría a su hija por encima de cualquier cosa. Ella se fue, probablemente con la tranquilidad de haber dejado a su pequeña en las manos del único hombre que sabría cuidarla. ¿Qué cree que estaría pensando en este momento? ─le pregunté sin esperar respuesta ─
No venga aquí buscando comprensión, señor CALLE. Yo no soy nadie en su vida. Y tampoco busque su perdón para dormir con la conciencia tranquila. Luche por recuperar la confianza y el afecto de su hija, porque su mayor castigo, siempre va a ser haberse perdido veinte años de conocer a una mujer extraordinaria. ─concluí ─Enmiéndelo. Dicho esto, me levanté de la silla y me encaminé hacia la habitación sin mirar atrás. Completamente indignada por la estúpida conversación que acabo de tener. Ni siquiera sé cómo pierdo mi tiempo hablando con ese hombre.
Entro en la habitación como un robot automático y el ruido de mi propio portazo, me hace volver a la tierra para observar como DANIELA da un pequeño brinco desde la cama.
POCHE: Lo siento ─me disculpé ─Te asusté. ¿Estabas dormida?
DANIELA: Estaba viendo tranquilamente la televisión, hasta que una chica con cara de querer matar a alguien, cerró mi puerta de un golpe con el que casi me da un infarto. ¿A quién quieres matar?
POCHE: A tu padre ─reconocí avergonzada. Ella permaneció en silencio, observándome aparentemente sorprendida.
DANIELA: ¿Está aquí otra vez?
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REGRESA A MI.
RomanceEstoy a unas horas de comenzar mi período de prácticas y de ninguna manera puedo llegar tarde. Así que, ¡aligera el paso, POCHE! Detengo el molestoso ruido y al mismo tiempo, siento como el delicioso aroma, abarca todo el departamento. Puedo notar u...