CAPITULO 165

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· Suspiro profundamente una vez más.
POCHE: No puedes. ‒negué volviendo a mirarla y notando una automática confusión en su rostro. Llevé mi mano a su mejilla y la acaricié con dulzura, mientras sus lágrimas mojan mis dedos. Me permito unos segundos para observarla. Cierra los ojos, suspira y vuelve a enfrentarme. Esos OJOS CAFES, me miran temerosos, esperando que continúe hablando. Y yo, hago lo único que esos ojos me inspiran a hacer; Sonrío. -No puedes conseguir algo que ya habías logrado. No puedes volver a conquistarme, DANIELA, porque no he dejado de amarte ni un solo día de mi vida. ‒aclaré, comenzando a notar una luz en su mirada ‒
Así que, no puedes volver a enamorarme, porque... Y sin decir más, me incliné ligeramente hacia adelante y rocé sus labios de una vez por todas. Sin tiempo, sin permiso. Sintiendo como en el momento exacto del contacto, un hormigueo recorre todo el interior de mi cuerpo. Ella tarda un poco en reaccionar y es el momento perfecto para separarme unos milímetros y confesarle aquello que tanto tiempo llevo callando. ‒
Porque yo también te amo. ‒susurro.
Abre los ojos y me encuentra sonriendo a unos escasos milímetros de su boca. Mi corazón late desenfrenado, en cuanto vuelvo a percibir esa luz que durante tanto tiempo estuve buscando. Esa luz, que si en algún momento vuelve a desaparecer, lucharé por conseguir encontrar. Esa luz que ha sido el motivo y la causa de todo esto. Sus cuerpo se acerca a mí, y justo en el momento en el que voy a sentir de nuevo sus labios, un extraño sonido y la sensación de algo cayendo al agua, nos hace separarnos para comprobar de qué se trata. Un sobre blanco, comienza a nadar sobre la superficie del lago, alejándose mientras el agua lo empapa y destruye poco a poco. Sonrío.
DANIELA: ¿Qué es eso? ‒pregunta observándolo confundida ‒¿Una de mis cartas? Creía que estaban todas dentro de... POCHE: El resultado de mi proyecto ‒aclaro interrumpiéndola ‒
Ahí va mi futuro profesional. Directo a reunirse con Willy.
DANIELA: ¡¿Qué?! ‒exclama mirándome asustada ‒
¡Pero hay que ir a buscarlo! ¡Se va a empapar!
POCHE: Es sólo un sobre con una hoja de papel en su interior. DANIELA: Pero es tu proyecto. Has trabajado mucho en él. Ese papel lleva escrito tu futuro, POCHE.
POCHE: El resultado de mi proyecto, lo tengo justo aquí ‒aclaré, señalando con mi dedo índice sus ojos ‒
Y mi futuro, ‒continué abrazando su cuerpo y colocándola a horcajadas sobre mis piernas, para poder mirarla de frente y sentirla más cerca ‒
No tengo una bola de cristal que me haga averiguar cómo será. Y desde luego, no va a estar escrito en un papel. Pero hay algo que sí tengo en mis manos ahora mismo; mi presente. Y en mi presente, quiero besarte hasta quedarme sin aliento y seguir besándote después. Porque no hay nada, DANIELA CALLE, que me impida hacer en este momento, lo que llevo más de un año deseando volver a hacer.
Un ladrido inoportuno de RAMON, consigue que ambas demos un pequeño brinco y lo miremos. Él, baja la cabeza, recostándose nuevamente sobre la madera. Sé que sólo quería hacernos saber que está presente. Es su manera de decirme; "Ey, no te olvides de mí". Nunca podría hacerlo. Porque en este momento, sé que tengo a mi alrededor, absolutamente todo lo que deseo tener.
DANIELA: O casi nada. ‒sonríe volviendo a mirarme.
POCHE: Nada.
Y esta vez sí, atraigo su cuerpo, abrazando su cintura y consigo que nuestras bocas se unan por fin. Nuestros labios se encuentran, contándose en silencio, cuánto se habían extrañado. Sus brazos rodean mi cuello. Mi lengua busca la suya, y la suya busca la mía. Tal y como ha sido nuestra relación desde el comienzo; siempre hemos estado ahí, buscándonos la una a la otra. Siempre hemos hallado, la forma de encontrarnos, en cualquier momento, en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia. Mi corazón se acelera, mi piel se eriza y un hormigueo imparable recorre mi espalda. Entonces entiendo perfectamente, lo que PAULA me dijo la noche de mi exposición; "No deberías conformarte con menos". Nunca deberíamos conformarnos con menos. Debemos aspirar, a ese tipo de amor capaz de acelerar nuestro sistema y traer paz a nuestro corazón. A ese que esté dispuesto a luchar por nosotros, de la misma manera que nosotros estamos dispuestos a luchar por él. Y es que, a veces ocurre, te vuelves fría, distante, incapaz de ofrecer a nadie lo que probablemente merezca, porque ningún órgano de tu cuerpo recuerda ya cómo querer. Pero entonces, sientes sus brazos a tu alrededor, besa tu frente, alzas la vista y ahí están sus ojos, diferentes a todos los demás. Te sonríe, consiguiendo desestabilizarte de un momento a otro, haciéndote saber, que espera pacientemente a que estés lista. Y tú no te das cuenta, pero son ese abrazo, ese beso, esa sonrisa y esa mirada, los que consiguen abrir una ligera brecha, en el muro de contención que rodeaba tu corazón. Aquella barrera inquebrantable, que sin tu permiso se había construido, comienza a deshacerse como un castillo de arena, cuando es abatido por la única ola que consigue alcanzarlo. Es entonces, cuando el miedo se desvanece. Cuando descubres, que nunca olvidaste cómo querer, simplemente tenía que aparecer esa mirada, que te hiciera volver a creer. Y nosotras, nos ayudamos mutuamente a volver a creer. De DANIELA aprendí, que sólo existen dos maneras de vivir; con pasión o sin ella. Así que, ¿Qué importa quien haya salvado a quién? Lo que importa, es que hemos llegado hasta aquí. Yo no voy a permitir que una simple hoja, decida quién soy, y ella no va a dejar que una enfermedad, defina quién será el resto de su vida. Ambas tenemos un futuro por escribir. Un futuro que está únicamente en nuestras manos. Tal vez es cierto, que la vida no es un cuento de hadas con final feliz, como advertí desde el comienzo. Pero también es cierto, que existen historias, que te enseñan mucho más que mil cuentos de hadas. Te enseñan a ser fuerte, paciente, a vivir, con todo lo bueno y lo malo que esa palabra incluye. Te enseñan a amar, a soñar y a volar sin necesidad de despegar los pies del suelo. Te enseñan que un gesto de cariño a tiempo, puede restaurar cualquier corazón perdido. Son precisamente, ese tipo de historias, por las que debemos luchar. Sin miedo. Para aprender, que la vida, con su oscuridad, sus sombras y su luz, es mucho más bonita e interesante que cualquier cuento de hadas. Y que siempre, hay un final feliz esperándonos a la vuelta de la esquina. Sólo tenemos que aprender a construir el camino que nos lleve hacia él. Ciertamente, esto no ha sido un cuento de hadas. Y este no es mi final feliz. Porque espero que esto, no sea más que el comienzo de la más maravillosa historia, que jamás vaya a vivir.· Suspiro profundamente una vez más.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora