CAPITULO 12

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· PAULA: Llévatelo y más tarde vuelves a intentarlo...Quizás entonces tengamos más suerte.
Cuando la enfermera asintió dispuesta a marcharse, se creó un incómodo silencio mientras las dos permanecieron observando a la chica, que continúa en su propio mundo sin inmutarse. Un incontrolable impulso me hizo intervenir sin siquiera pensarlo.
POCHE: ¿No pueden dejar la comida a su lado?
Mis dos acompañantes me miraron confundidas a la vez que sorprendidas gracias a mi extraña pregunta. Por lo que me vi obligada a continuar.
Quiero decir que... si alguien estuviera encima de mí, esperando que haga algo, probablemente no lo haría... Quizás si dejan ahí la bandeja, ella decida comer cuando... le apetezca ─me encogí de hombros dubitativa
No sé... La doctora y la enfermera se miraron un segundo, ocasionando un silencio que me puso algo nerviosa. Quizás acabo de meter la pata, no debí entrometerme, ellas saben bien como hacer su trabajo.
PAULA: Creo que esto es un poco más complicado que eso, POCHE ─me explicó PAULA
Pero... sí... en cierto modo tienes razón. Si hay alguna posibilidad de que DANIELA se coma eso, desde luego no ocurrirá mientras la estemos controlando.
POCHE: A nadie le gusta sentirse agobiado, presionado y mucho menos controlado... PAULA: Tienes razón ─aceptó con una sonrisa ─
María, sigamos la primera intervención de la Dra. GARZON y dejemos la bandeja al lado de DANIELA, hasta que sea ella misma quien decida comer. La enfermera obedeció la indicación de la doctora y depositó la bandeja cuidadosamente en el banco, justo al lado de esa muchacha, que continuaba sin inmutarse, como si nada de esto tuviera algo que ver con ella. Seguidamente después, mis acompañantes se dispusieron a continuar el camino, para mostrarme el resto del jardín. Pero yo, antes de seguirlas, tuve el impulso de mirar a esa chica por última vez, estando absolutamente convencida de que me iba a ignorar, como mismo había hecho durante los últimos minutos. Sin embargo... justo en el momento en el que iba a apartar mi mirada y continuar con el camino, sus ojos se dirigieron hacia los míos, clavándose en ellos de una forma tan intensa y directa, que sin darme cuenta, mi cuerpo sufrió una especie de escalofrío y temblor, nunca antes sentido. Me observó fijamente, sin demostrar ni un solo abismo de expresión en esa mirada cafe y helada que posee... Simplemente me mira, consiguiendo que mi corazón, a pesar de la frialdad que desprenden esos ojos, lata a un ritmo algo más acelerado de lo normal.

Intenté sonreír, intenté pronunciar alguna palabra, pero nada sucedía. Mi tiempo se detuvo en sus ojos y la intensidad del nerviosismo me creó una extraña parálisis corporal y mental.
PAULA: ¡POCHE! ─escuché una voz llamarme en la lejanía. Instintivamente volteé al escuchar mi nombre y observé como la doctora, que ya se había alejado unos metros, esperaba que llegara hasta ella. Volví a darme la vuelta rápidamente hacia la chica, con la intensión de encontrarme con su mirada aunque fuera una vez más antes de marcharme, pero como si solo hubiera sido producto de mi imaginación, ella ya había vuelto a su antigua posición, observando al frente. Perdiendo su vista en la lejanía de los árboles y olvidando por completo mi presencia. Por puro instinto, sacudí ligeramente la cabeza, intentando que mi mente vuelva a la realidad. Pero algo de lo que acaba de suceder, me hace esbozar una leve sonrisa. Aunque por el momento, no soy plenamente consciente de, qué fue exactamente, eso que me hizo sonreír. Minutos más tarde me encontraba de nuevo con la doctora, que me guia a través de ese jardín, presentándome a los diferentes doctores y enfermeras que forma el equipo de trabajo. El resto del día transcurrió con total normalidad y a decir verdad, bastante más rápido de lo que esperaba. Conocí cada rincón de la residencia, así como a todos los empleados que a partir de ahora serían mis compañeros. La doctora GALINDO, me facilitó una especie de credencial que me permitía ser identificada como miembro del equipo de trabajo y además, tuvo la amabilidad de enseñarme como acceder a los informes digitalizados de los pacientes. Sólo necesitaba una contraseña y cada vez que lo necesitara, podría entrar desde la computadora que había en mi despacho. Absolutamente todo había parecido ir viento en popa y ahora me encuentro regresando a mi apartamento, donde mi pequeño trasto empieza a ladrar contento mientras abro la puerta.
POCHE: ¿Cómo has estado, pequeño?
El cachorro comienza a mover la cola, mientras deja húmedos "besos" por toda mi cara. Hace aproximadamente un año que decidí adoptar a RAMON, y creo que es la mejor decisión que he tomado en toda mi vida.

Era un día como otro cualquiera, en el que acudí con mi familia a una fiesta en casa de unos viejos amigos. Generalmente, las multitudes no son mi especialidad, así que cuando quise darme cuenta, me había escabullido y me encontraba en el jardín de la casa, donde un columpio me estaba resultando más interesante que cualquier tipo de socialización con la humanidad.


Hola, como están? He vuelto, aquí les dejó los capítulos de hoy, espero y les guste actualizare pronto, háganme saber en los comentarios si hasta ahora les gusta la novela. saludos.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora