CAPITULO 22

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Sé de sobra, que un trastorno de este tipo no se trata simplemente de verse gorda o flaca frente a un espejo. Es algo que hay mucho más allá, una enfermedad mental con consecuencias físicas y emocionales. Algo que no se soluciona simplemente con medicamentos o terapias. Es algo que debe estar tan escondido en su interior, que probablemente sea imposible llegar ahí, hasta que ella lo permita. ¿Qué puede haberla llevado hasta ese punto? Me descubro sintiendo miedo y una ansiedad interior provocada por el mismo. Quizás en este momento, hubiera deseado que la noticia de ayer fuera cierta. A lo mejor, habría sido más fácil tratar un problema de adicción a las drogas, que una enfermedad como la anorexia, tan compleja y tan carente de respuestas. Lo único de lo que estoy segura, es de que siento un torbellino de emociones en mi estómago, que ni siquiera sé explicar bien. Y lo peor es que empiezo con mal pie, si me dejo afectar tanto por el primer historial, del primer paciente que leo. Definitivamente, no sé en qué maldito momento se me ocurrió escoger esta profesión. En realidad, sí. Lo sé. Recuerdo perfectamente aquella mañana en la que tuve que tomar la decisión más importante de mi vida hasta ahora. Estaba en mi antiguo cuarto, de la casa de mis padres. Sentada en mi escritorio, como mismo me encuentro ahora. Pero en aquella ocasión, en vez de la pantalla de un ordenador, observaba a través de la ventana, los árboles que adornaban aquel jardín que tan cuidadosamente ha creado mi madre a lo largo de los años. Tenía dos opciones sobre aquella mesa; estudiar Trabajo Social en la universidad de mi ciudad, permaneciendo en la misma casa, en el mismo barrio y viendo cada día a las mismas personas, durante los próximos cuatro años. O en cambio, optar por la carrera de Psicología, en la universidad de la capital. Independizarme con la ayuda de mis padres y comenzar a volar con mis propias alas, cosa que siempre había querido.

Para ellos, mis padres, la mejor opción era Psicología, pues encontraban que tendría un mejor futuro en esa profesión. Para mí, el Trabajo Social era lo que más me acercaría a la gente. Al fin y al cabo, eso era lo que quería, ayudar al mundo. Cambiar las cosas. Entonces... ¿Qué me hizo decidirme por la segunda opción? Probablemente, esas ganas de volar fueron las que me alentaron para irme a la gran ciudad, con la intención de comenzar, lo que yo creía que sería mi vida. Total, al final se supone que terminaría ayudando a la gente de alguna u otra manera. No me fue nada mal. Estos cuatro años transcurrieron a una velocidad asombrosa. Dediqué mis días a estudiar cada asignatura de la carrera y en mis ratos libres, continué aprendiendo música y fotografía, eso que realmente me llena, al mismo tiempo que fui realizando trabajos de media jornada, para no depender tanto de la ayuda de mis padres. Supongo que gracias a todo ello, conseguí el equilibrio necesario para afrontar con fuerza mi nueva vida y sacarla adelante. Pero lo cierto, es que a pesar de superar cada asignatura con buenas calificaciones y aprender todo lo que esos libros trataban de enseñarme, yo tenía una concepción de la vida bastante diferente a la que pretendían inculcarme. Quizás por eso nunca he llegado a identificarme plenamente con esta profesión en la que, efectivamente, es todo muy coherente, muy racional. Mientras que yo, soy completamente todo lo contrario. Una rebelde, cuyo sueño siempre ha sido escribir y vagar por el mundo en busca de aquellos momentos perfectos, dignos de capturar para siempre en el interior de mí cámara.
PAULA: ¡POCHE! ─interrumpió una voz consiguiendo que me sobresaltara y automáticamente saliera de mi propio mundo interior. Cuando alcé la cabeza pude ver a la doctora GALINDO frente a mí, con los brazos cruzados sobre su pecho y el ceño fruncido de una forma en la que parecía querer introducirse en mi mente.
POCHE: Doctora GALINDO... PAULA: PAULA ─corrigió ─
Perdona que haya entrado así, pero llevo minutos llamándote y no me hacías caso, dejaste la puerta entreabierta.

POCHE: No, discúlpame tú a mí, estaba completamente ausente.
PAULA: De eso ya me di cuenta ─continuó sentándose frente a mi ¿Ocurre algo?
POCHE: Nada importante ─le aseguré sonriendo para tranquilizarla, aunque sin querer dejé escapar un suspiro Simplemente estaba recordando el momento en el que decidí estudiar esta carrera.
PAULA: ¡Oh! ¿Ya comienzas a arrepentirte y apenas has pasado un día aquí?
POCHE: No es eso. Si en algún momento me hubiera arrepentido, te aseguro que no ha sido desde que conocí este lugar.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora