CAPITULO 121

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· Esos segundos al despertar, justo antes de abrir los ojos, es un momento extraño en el que te preguntas qué ocurre, dónde estás, qué está pasando. Son apenas unos instantes, en los que tu mente trata de separar la realidad del sueño. Intenta situarse en el tiempo y el espacio. Mi cerebro en este momento, se encuentra luchando frenéticamente con mi corazón. Este último, siente una sensación de bienestar, libertad y felicidad, que jamás antes había sentido. Sin embargo, mi mente me hace barajar la posibilidad de que esa sensación, no haya sido más que fruto de un sueño. Un hermosos sueño que desaparecerá en cuanto abra los ojos. Aun así, debo hacerlo. Debo enfrentarme a mi realidad, sea cual sea. Abro despacio los ojos, parpadeando numerosas veces para que la claridad no haga estragos en ellos. Y cuando consigo que mi vista sea completamente nítida, encuentro frente a mí, esa mirada azul que produce un automático hormigueo en mi pecho. Me observa fijamente sin decir absolutamente nada. Exactamente igual que me observaba justo antes de dormir. Con su mano posada sobre mi pecho, algo de lo que no me había percatado hasta ahora. Me pregunto cuánto habrá estado mirándome. Pero lo cierto es que eso carece de importancia, porque es real... esto es real... y todo lo que sucedió hace unas horas, también es real. Después de unos minutos, dirige su mano hacia mi rostro y me acaricia con dulzura. DANIELA: ¿No me piensas dar los buenos días? ─preguntó rompiendo el silencio.
POCHE: Aún estoy asimilando que esto es real.
DANIELA: ¿Y por qué no iba a serlo?
POCHE: No lo sé... Parece un sueño.
DANIELA: Entonces quizás sea un sueño hecho realidad ─Sonrió. Correspondí la sonrisa y asentí, mientras un nuevo y nada incómodo silencio amenazaba con volver.
POCHE: Buenos días, guapa.
DANIELA: Uhm... ─musitó posicionándose sobre mi cuerpo ─eso está mucho mejor.
Su pelo caía completamente sobre mi rostro, por lo que me vi en la obligación de colocar un mechón detrás de su oreja para poder observar debidamente, cómo me sonríe.
POCHE: ¿Preparada para comenzar un nuevo y diferente día?

Ella asintió sin dejar de sonreír. Pero ahora puedo apreciar algo diferente en esa sonrisa, ya no tan alegre.
POCHE: ¿Qué ocurre? ¿Ya te aburriste? ¿Demasiados días aisladas? ¿Quieres que...? DANIELA: Todo lo contrario ─interrumpió posando un dedo en mis labios ─Me muero por comenzar un nuevo día en este lugar contigo. CONTIGO ─repitió enfatizando la última palabra ─De esta forma. Pero no puedo evitar sentir tristeza porque es el último día... Y porque hayamos esperado tanto, para estar así.
POCHE: ¿Y por qué no te lanzaste a mis brazos desde el primer día que llegamos? ─bromeé queriendo hacerla sonreír.
DANIELA: ¡Eso es lo peor! ─exclamó mostrando indignación, ─Que yo lo hice. Pero no tengo la culpa de que tú seas una lenta.
POCHE: ¡¿Perdona?! ¿En qué momento te lanzaste a mis brazos? Porque no lo recuerdo. DANIELA: En la fiesta del pueblo. Casi te beso. Me acerqué peligrosamente... ─comenzó a descender sus labios hasta casi rozar los míos ─Y me quedé así un buen rato... ─susurró ─¿Lo vas recordando ahora?
sólo fui capaz de asentir, al sentir su respiración golpeando mis labios ─Pero tú permaneciste absolutamente inmóvil. Ni parpadeabas. ─se rio apartándose ─Así que... POCHE: Eso no fue más que un extraño y absurdo ataque de celos. ─la interrumpí frunciendo el ceño ─No cuenta como lanzarse a mis brazos. Lo que hiciste anoche... ─sonreí con picardía ─Eso, sí fue lanzarte a mis brazos.

DANIELA: ¿Quieres que lo haga de nuevo?
POCHE: Lo estoy deseando.
Y antes de que pudiera decir algo más, su boca atrapó a mis labios, consiguiendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo de pies a cabeza. No pude evitar estremecerme en cuanto la humedad de su lengua acarició la mía. Se extrañaban, sin duda. Agarré sus mejillas con delicadeza, queriendo unirla a mí lo más posible y ni siquiera sé cuánto tiempo es que transcurrió. Únicamente estaba concentrada en explorar cada centímetro de su boca. Sentirla, saborearla, acariciarla.
DANIELA: Admiro profundamente la enorme capacidad de tus pulmones ─comentó riendo y respirando con dificultad ─
Pero al menos yo, necesito oxigeno de vez en cuando.
POCHE: Cuando te beso... Me olvido de todo. Incluso de respirar.
DANIELA: Creo que ya almacené oxigeno suficiente ─concluyó sonriendo y volviendo a besarme. Transcurrieron unos minutos antes de separar nuestros labios otra vez y darnos cuenta, de que el deseo no hacía más que aumentar.
POCHE: A este ritmo, nos quedaremos todo el día en la cama. ─susurré tratando de respirar con normalidad.
DANIELA:No creo que eso sea una idea tan descabellada.
POCHE: No... Definitivamente, no lo es.
Justo en el momento en el que íbamos a besarnos de nuevo, algo o alguien, se abalanzó sobre la cama como si acabara de ser invitado. RAMON llegó coleteando hasta nuestro lado y comenzó a reclamar con lametones, la falta de atención que estaba sufriendo en los últimos días.
POCHE: ¿Qué te tengo dicho acerca de subirte en las camas, sofás y cualquier otra cosa blanda y cómoda que no sea tu lugar para dormir? ─pregunté fingiendo que lo regañaba.
DANIELA: ¿Ahora es cuando finges haberle puesto límites? ─comentó DANIELA, con una sonrisa burlona ─Se nota a leguas, que este pequeño es tu niño mimado y le consientes absolutamente todo.
POCHE: Bueno, es mi fiel compañero. ─reconocí orgullosa ─Pero te aclaro, que sí le pongo límites; muy amablemente, le pido que baje de la cama o el sofá y vuelva a su sitio. Pero se niega ─me encogí de hombros ─No puede separarse de mí.
DANIELA: Eres adictiva... ─susurró ella, volviendo a descender pícaramente hacia mis labios.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora