· Ni siquiera el sonido de la puerta me hace levantar la cabeza del portátil. Puedo sentir mis sienes en tensión y un dolor agudo de cabeza debido a las horas que llevo tecleando con los ojos entornados. No es que no vea la pantalla, de hecho, utilizo lentes para no realizar un sobreesfuerzo con la vista. Pero creo que adquirí esa manía mucho antes de graduármela y terminó convirtiéndose en un signo de concentración. Vuelven a llamar.
POCHE:¡Adelante!
La puerta se abre al instante de dar el permiso.
DANIELA: Te iba a preguntar si estabas sorda, pero viendo como parece que le estás lanzando "rayos x" a esa pantalla, creo que lo que estás, es excesivamente concentrada.
Al escuchar la voz de DANIELA, esta vez sí, aparté la vista del monitor y la descubrí de pie frente a mi mesa. Por un momento se me olvidó lo que estaba haciendo hace tan sólo unos segundos y por un momento también, se me olvidó preguntarme qué está haciendo ella aquí. Pero su expresión de extrañeza y su media sonrisa, me devolvieron al mundo real.
POCHE: DANIELA... ¿Qué estás haciendo aquí? Quiero decir, ¿ocurre algo?
DANIELA: Vaya, parece que tu concentración no te ha dejo ni ver la hora. ─miré un momento el reloj del ordenador. 18:15 p.m.
POCHE: ¡Nuestra sesión! ¡Lo olvidé por completo! DANIELA: Creía que te encontraría hecha una furia por mi retraso y resulta que si no vengo, tampoco te hubieras enterado.
POCHE: No creo que esperaras verme hecha una furia.
DANIELA: No... ─sonrió encogiéndose de hombros ─Doña diplomacia nunca se altera.
POCHE: No soy tan diplomática como piensas y sí puedo llegar a alterarme. Pero cómo te habrás dado cuenta, soy humana y también olvido las citas.
DANIELA: ¿Y qué es eso que consigue acaparar toda tu atención y sacarte del mundo?
POCHE: Trabajo ─respondo cerrando el portátil y poniéndome en pie ─mucho trabajo. Como al resto de la sociedad. ¿Empezamos?
Extendí la mano hacia el sofá, invitándola a acomodarse y cambiando el tema de una forma muy obvia. Se ofrecería a intercambiar el puesto de interna conmigo, si se llega a enterar de que es ella precisamente, "eso", que consigue sacarme del mundo haciéndome olvidar incluso nuestra cita. Como viene haciendo desde hace algunas sesiones, se sienta en el sofá subiendo y extendiendo las piernas como si estuviera en el de su propia casa, pero no llega a recostarse del todo. Deja caer su espalda sobre el apoyabrazos para quedar más erguida y las manos sobre la mitad de su propio cuerpo, entrecruzando los dedos. Después de acercar la silla y sentarme justamente a su lado, hago algunas anotaciones en mi cuaderno antes de comenzar.
DANIELA: ¿De verdad es necesario que apuntes incluso cómo me siento? Puedo describirte mi personalidad sin que tengas que analizar mi postura.
Alzo un poco la mirada y sonrío. Es demasiado inteligente.
POCHE: La postura que adoptas al sentarte, seguramente me revele cosas que ni tú misma sabes que sientes ahora mismo.
DANIELA: ¿Cómo cuáles?
POCHE: Estado de ánimo, reacción y sensación ante la terapia, ante la terapeuta.
DANIELA: Oh... ¿Y qué sensación tengo ante la terapeuta?
POCHE: Dímelo tú.
DANIELA: Vamos, dime lo que apuntaste en el cuaderno. —insistió —De esa forma comprobaremos si tus teorías psicológicas funcionan o son un fraude.
POCHE: No puedo decirte qué me hace saber cada cosa, porque de esa forma condicionaría tu actitud y estamos aquí precisamente para que dejes de condicionar tu actitud y seas simplemente tú misma.
DANIELA: Lo entiendo. Pero sólo dime las conclusiones, no me expliques cómo llegaste a ellas. ¿Cómo dice mi cuerpo que debo sentirme respecto a ti?
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REGRESA A MI.
RomanceEstoy a unas horas de comenzar mi período de prácticas y de ninguna manera puedo llegar tarde. Así que, ¡aligera el paso, POCHE! Detengo el molestoso ruido y al mismo tiempo, siento como el delicioso aroma, abarca todo el departamento. Puedo notar u...