CAPITULO 152

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· PAULA: Nunca vamos a estar preparados para las cosas extraordinarias que ocurren en nuestra vida, POCHE. ─continuó PAULA
Pasan, mientras estás viviendo. No avisan. No llaman a la puerta y nadie puede advertirnos sobre ellas. Están ahí, llegan y se van cuando les da la gana. Y entonces todo cambia. Y ese ciclo vuelve a empezar continuamente, a lo largo de nuestra vida. ¿Qué sentido tiene, entonces?, me pregunté. ¿Qué sentido tiene que ese cambio venga, te alborote la vida y luego se vaya? Sin más. Dejándonos con el duro trabajo de reaprender a vivir.
POCHE: Hoy fue mi última terapia ─le informé después de unos instantes de silencio.
PAULA: ¿Y qué tal?
POCHE: Perfectamente. Ya no hay rastro de las pesadillas y Cristina me sugirió que solicite fecha para presentar mi proyecto. Cree que es como el último paso necesario para culminar. Ya sabes.
PAULA: ¿Lo harás?
POCHE: Supongo ─me encogí de hombros ─Aunque espero que no me den fecha para muy pronto. Debo preparar bien la exposición.
PAULA: Me parece bien.
POCHE: También me invitó a salir.
En ese momento, la mirada de PAULA se clavó en mis ojos de forma extraña. Interrogante, curiosa.
PAULA: ¿Lo harás?
POCHE: Parece que no te sorprende.
Ella apartó la vista hacia el frente. Me extraña su actitud, es cierto que no parece en absoluto sorprendida.
PAULA: Hace tiempo me pidió permiso para hacerlo.
POCHE: ¿Te pidió permiso para pedirme una cita? ─reí sorprendida. Volvió a mirarme, pero su semblante continúa serio, sin dejarme saber muy bien lo que está pensando. PAULA: Quería saber si entre nosotras había algo o tenía vía libre.
En este momento, fui yo la sorprendida. O bueno, no tanto sorprendida, sino intrigada.
POCHE: ¿Y qué le respondiste?
PAULA: Que entre nosotras no hay nada y que podía hacer lo que creyera conveniente.
Asentí y aparté la vista esta vez yo. ─
¿Lo harás? ─volvió a preguntar, consiguiendo que enfrentara sus ojos una vez más ─
¿Vas a salir con ella?
Me encogí de hombros despreocupada, sin saber muy bien qué responder. POCHE: Quizás haya llegado el momento de abrirme ante esas "cosas extraordinarias", como tú dices. Tal vez debo prepararme para un nuevo cambio.
Ella sonrió, pero no era una sonrisa de ternura, ni de comprensión. Era una sonrisa cargada de ironía. Y de pronto, su mirada se perdió en algún lugar del cielo. PAULA: El día que te conocí, una de las primeras cosas que vi de ti, fue cuando te acercaste a la ventana de mi despacho. ─recordó señalando hacia la misma. En ese momento, me di cuenta de que no estaba mirando al cielo, sino hacia su ventana ─
Estabas ahí arriba, observando algo que había en este banco. Preguntándote y preguntándome, quién era ese algo. Recuerdo que tu mirada era de absoluta curiosidad. Te brillaban los ojos ─volvió a enfrentarme ─
Al día siguiente, viniste y te sentaste justamente donde estás ahora. Cuando te vi desde arriba, me resultó extraño y curioso al mismo tiempo, que hicieras tal cosa. Me quedé observándote un rato y a veces, te veía alzar la vista para mirarla, como me estás mirando a mí en este momento. A partir de entonces, nunca dejaste de repetir lo mismo, día tras día.
POCHE: ¿Qué me quieres decir con esto? ─pregunté apretando con fuerza mi mandíbula. No es mi intención ponerme a la defensiva con ella, aunque ella parezca estarlo conmigo esta mañana. Pero lo cierto, es que no sé para qué me relata los hechos, como si yo no los hubiera vivido. Como si mi cerebro fuera lo suficientemente inteligente, para ser capaz de no recordarlo.
PAULA : Que las cosas extraordinarias y los cambios, llegan sin buscarlos y sin que te des cuenta. No existe un "tal vez". Sucede o no sucede.

POCHE: ¿Y qué pasa si lo tengo delante y no lo veo? ¿Qué pasa si tengo justo en frente, la posibilidad de avanzar y la dejo ir? PAULA: Has avanzado, POCHE. Por supuesto que has avanzado. ─aseguró ─Abandonaste tu apartamento, cogiste a tu perro y te fuiste a vivir a tu casa del lago. Decidiste suspender la presentación de tu proyecto, porque no te sentías con la fuerza suficiente para enfrentarlo. Trabajas en una floristería, ayudando a una vieja amiga de tu abuela y sé que eso te llena más de lo que te llenaría estar aquí. La relación con tu familia ha mejorado y pasas con ellos más tiempo del que has pasado en toda tu vida. Decidiste recibir ayuda profesional para acabar con ese tormento que te estaban causando unas pesadillas. Has seguido con tu vida. La marcha de DANIELA no te mató, como ningún ser humano muere cuando alguien se va. Y ahora, estás lista por fin, para presentar tu proyecto y cerrar ese libro de una vez. Sólo quiero que no te engañes, que no intentes demostrar nada, porque con eso, lo único que vas a conseguir será frustrarte más. Nadie te va a obligar a sentir algo que no sientes. Ni siquiera tú misma. Y si te fuerzas a ello para demostrar que estás bien, que eres fuerte y que nada te afecta, como llevas haciendo un año, vas a seguir encerrándote en ti misma, como también has hecho durante un año. Una vez me dijiste, que sabías que nunca te habías enamorado, porque siempre habías podido elegir. Siempre habías podido decidir si estar o no con alguien, si tener una cita, conocerla o simplemente, no perder el tiempo. Creo que en este momento, te estás preguntando si quieres o no quieres, tener una cita con Cris. Porque es una mujer estupenda y una candidata perfecta, para pasar una noche o incluso una vida. El problema, es que mientras lo haces, estas aquí sentada, precisamente en este banco.
Si algo tienen en común los cambios inesperados, además de llegar sin previo aviso, es que son como las estaciones. Cuando aparecen, cuando pasan por nuestra vida, arrasan con todo lo que encontraron, a veces para bien, a veces para mal, pero nunca sobrevivimos a un cambio siendo la misma persona que éramos antes de que nos arrasara.


Y aquí estoy yo, sin saber exactamente quién soy ahora.
Finalmente lo hice. Llamé a Cristina y la invité a cenar. Por primera vez desde hace mucho, me atreví a tener una cita con alguien, o por lo menos, algo parecido a una cita, porque después de la cena, PAULA y JUANA nos esperan en el bar al que solemos salir de vez en cuando.
¿Qué por qué lo hice?
Supongo que tengo que comprobar por mí misma, en qué punto está mi vida sentimental. No necesito salir con alguien o enamorarme, para que mi existencia sea completa. Sola, estoy perfectamente. Mi vida ha tomado un rumbo, que quizás nunca pensé que tomaría tan pronto. Es cierto que siempre quise vivir en la casa del lago y que alguna vez, aseguré que me haría cargo de la floristería de doña Olga. Pero si hace poco más de un año me hubieran preguntado, cómo veía mi vida en un futuro cercano, en unos meses, jamás habría dicho así. Supongo que todo se ha ido dando de esa manera. Las cosas han ido sucediendo tal cual, para llegar a este punto. DANIELA se fue y yo me sentía incapaz de presentar un proyecto en el que cada palabra habla de ella.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora