CAPITULO 87

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Ella volvió a clavar su mirada en mí, algo confundida por la repentina pregunta y suspiró.
DANIELA: Ni siquiera puedo salir de aquí, POCHE.
POCHE: Pero si pudieras, si tuvieras la posibilidad, ¿lo harías? ─Insistí. Sus ojos, se dirigieron hacia el cielo una vez más, y permaneció en silencio unos instantes, queriendo parecer que buscaba la respuesta en algún lugar de la inmensidad, o quizás en el vuelo de algún pájaro.
DANIELA: Si. Lo haría.
No pude evitar, que al escuchar eso, en mis labios se dibujara una sonrisa de completa felicidad. Por lo que después de un instante, también volví mi mirada al cielo.
POCHE: Te sacaré de aquí en algún momento. ─aseguré completamente convencida.
DANIELA: ¿Y por qué quieres hacer eso?
POCHE: Porque necesito que conozcas el sentido de la vida.
Sentí su mirada posarse sobre mí al instante. Pero decidí no corresponderle. Pues en este cielo encuentro motivos que me hacen estar segura de que, a pesar de la desconfianza que ella pueda estar expresando en este momento, yo la sacaré de este lugar. Y le mostraré todo aquello, por lo que merece la pena querer permanecer en este mundo.
DANIELA: Un país al que te gustaría viajar. ─preguntó de pronto, haciéndome recordar que el juego que había olvidado.
POCHE: Tailandia. ─la miré ¿Y a ti?
DANIELA: Cualquiera que tenga mar. ¿Libro favorito?
POCHE: Coelho.
DANIELA: Precioso. —confirmó.
Asentí con una sonrisa. La había visto leerlo en alguna ocasión cuando aún permanecía con su silencio.
POCHE: ¿El tuyo? —continué.
DANIELA: Verónika decide morir.
POCHE: ¿Te sientes identificada?
DANIELA: ¡Idiota! ─exclamó lanzándome una mirada amenazante al tiempo que golpeaba mi hombro.
POCHE: ¡¿Qué?! ─pregunté fingiendo inocencia ─Tienen historias similares.
Ella alzó una ceja entre ofendida y divertida. DANIELA: ¿Eso del tacto, tú no lo llevas muy bien, verdad?
POCHE: Perfectamente. Pero tú me inspiras a hablarte sin tapujos.
Al decir eso, le saqué la lengua como una niña pequeña hace entre travesura y travesura. Cosa que pareció abrir una veda y ofenderla o picarla aún más.

· DANIELA: ¿Ah sí? ¿Quieres que dejemos los tapujos y el tacto? ─Comenzó a incorporarse para intimidarme con su mirada vengativa ─Muy bien... ─Y entonces, soltó la bomba ─¿Te gustan las mujeres?
Sentí en ese momento que mis pulmones dejaron de recibir aire y mi rostro, debió tornarse de un color pálido, porque la sonrisa de triunfo que adornaba sus labios, así me lo indicaba. Pero no, no me iba a dejar intimidar, ni por su sonrisa, ni por su mirada, ni por su descaro. Ni por absolutamente ningún gesto, que impidiera a mi cerebro pensar con normalidad.
POCHE: Sí. ─vi como mi seguridad la sorprendió, cosa que me hizo sonreír triunfante dispuesta a contraatacar. ─¿Y a ti?
DANIELA: No. ─me sacó la lengua y antes de que pudiera pensar en nada, volvió a hablar. ─¿Te gusta la Doctora GALINDO?
POCHE: ¡¿Qué?! ─me dejó absolutamente perpleja su pregunta y no pude evitar lanzar una sonora risa al aire ─¿Estás loca?
DANIELA: ¿Sabes qué te digo? Que voy a hacer que me llames loca con razón.
Tras decir eso, terminó de incorporarse bajo mi atenta y confusa mirada. Sus cambios repentinos de actitud me producen gracia y miedo a partes iguales. O más bien, expectación, al preguntarme cuál sería su siguiente paso. Pero dicha expectación y risa, se detuvieron súbitamente, en el momento en el que colocó sus manos y piernas a ambos lados de mi cuerpo, posicionándose completamente sobre mí, con una sonrisa descarada y una mirada de picardía, que realmente me estaba intimidando. Su pelo cae sobre mi rostro, impregnándome con su olor y haciendo que mi corazón lata a mucha velocidad. Ya no sé si es a causa del miedo, de la vergüenza, o por el simple hecho de que su cara esté tan cerca de la mía, separadas por unos escasos centímetros.

REGRESA A MI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora