Capítulo 7

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El jueves avanzó con naturalidad, clases, trabajos, actividades, lo usual, más no para Mariana que parecía estar en un colapso paranoico todo el tiempo, por lo visto todo lo que estaba sucediendo era un reflejo de un agresivo deterioro, había estado evitando a sus amigos, Omar intentó hablarle miles de veces, pero parecía sólo concentrarse en la clase.

—Necesitas uno de estos. —Manifestó Paulina tendiéndole una taza de café sobre la mesa del comedor.

El recreo había llegado como de costumbre y Mariana se encontraba sentada solitaria al final, con el rostro cansado y las ojeras prematuras asintió.

—¿Qué te está ocurriendo? —Preguntó sentándose a su lado.

Negó con la cabeza.

—¿Por qué no me hablas?, ¿estás enojada por lo que pasó ayer en la clase de educación física?, porque admito que me porté como una novia celosa y psicópata...

—No. —La calló de golpe.

—¿Entonces?, no comes, no hablas, no duermes, ¿ya viste tus ojeras?

Mariana no respondió, ni levantó la cara de la taza de café.

—Quiero ayudarte, pero necesito que me digas que está pasando ¿entiendes? —Insistió en un tono acelerado.

—No sé, que hacer... —Paulina guardó silencio esperando que su amiga continuará. —Todo se está complicando. —Empezó explicando con un nudo en la garganta. —Ayer ese chico... —Pausó para respirar. —Intentó hacerme daño.

—¿Qué?, ¿quién? —Preguntó con insistencia.

—Raúl.

—¡Ah! —Jadeó. —¿Qué te dije sobre ellos? solo debes ser carismática.

—¿Cómo podría? —Estalló con ira. —Raúl se propasó conmigo.

—Raúl es un imbécil, por eso prefiero a Erick.

—¿Paulina me estás tomando en serio? —Inquirió molesta.

—No eres la única que ha sido víctima de sus diabluras.

—¿Vas a decirme que también intentaron hacerte daño?

—Solo quieren divertirse, jamás le han hecho daño a alguien, solo te dejan con el deseo.

—¿Paulina estás escuchándote?, ¿perdiste la maldita cabeza?

—Relájate, estoy bromeando —Frunció el ceño al tiempo que esbozaba una sonrisa.

—Cristina tenía razón, son peligrosos.

—Daría todo por estar en su lugar, andando entre los asuntos de los intelectuales, siendo pretendida por Mauricio, con tremendo intel...

—No nos respetan por no ser de su élite, ¿cierto? —Interrumpió enojada.

—Sí. —Respondió cabizbaja.

—¿Qué necesitamos para estar en la élite de los intelectuales?

La otra río con un ligero rubor.

—Haces demasiadas preguntas. —Pausó para sorber su café, teniendo la deseosa mirada de su amiga posada sobre ella. —A veces me da la impresión de que no sabes nada sobre este lugar.

Mariana se limitó a cuestionar más, estaba temerosa, cansada y quería pensar que su único propósito era estudiar, mirando a su amiga sorber de su taza, entre sonriendo y moviendo sus ojos con encanto pensaba:

Ander.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora