Capítulo 18

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Sábado 10: 00 a.m.

El crepúsculo de la mañana, coloreó de tonos cobrizos y anaranjados los rincones de Ander, los adolescentes fluían con normalidad a sus asignaturas, algunos arrastrando los pies y otros regalando sonrisas, el vestíbulo principal estaba repleto, Erick se abrió paso entre los estudiantes para dirigirse a su casillero y sacar con destreza sus útiles escolares, se acomodó el cuello de la chaqueta luego de rociarse la esencia de un mentolado perfume masculino, cerró de un portazo el cuadrado casillero y anduvo hasta llegar al salón, donde sus compañeros aguardaban parloteando y murmurando, se aproximó hasta postrarse frente a Natalia quien, leía una revista de moda sin despegar la vista.

—¿Nat? —Llamó.

Ella alzó la vista y acto seguido cerró la revista con brusquedad.

—Ayer me dejaste plantada toda la tarde. —Reclamó irritada.

—Lo sé, lo lamento, estuve ocupado.

—Últimamente todo el tiempo estás ocupado, te siento distante... —Se detuvo para inhalar y exhalar. —Te extraño.

Erick encorvó las cejas esbozando un gesto nostálgico y se acercó para acariciar su mejilla.

—Si esto tiene que ver con Mariana...

—¡No! —Interrumpió con exacerbación.

—¿Entonces?, ¿qué haces todas las noches?

—Te prometo, que no le he faltado el respeto a nuestra relación de ninguna manera.

—Quiero que me cuentes qué haces todas las noches, que ha ocurrido, quiero toda la verdad.

—No puedo contarte lo que hago, ni con quienes trabajo.

—¿Crees que no sé qué te reúnes con los endebles y Cristina? —Plantó enojada. —Yo no quería desconfiar de ti bajo ninguna circunstancia, pero se ve claramente tu preferencia hacia ellos.

—Solo estoy tratando de protegerte.

—¿Protegerme de qué? —Cuestionó sin obtener respuesta. —¿Crees que no puedo ser cautelosa mientras me dejas ayudarte?

Erick se mantuvo callado admirándola.

—Fue un error haberte pedido que me perdonaras. —Clamó con ira levantándose para marcharse.

—Natalia. —Ella no contestó y siguió andando a la salida. —¡Natalia! —Gritó golpeando su puño contra el pupitre haciéndose daño.

Los estudiantes que estaban serenos en sus asientos, se alarmaron al oír el golpe y al apreciar a Erick enardecido.

Cristina se hallaba escribiendo sobre su cuaderno, sin prestar atención al revuelo, Erick se acercó con un ademán angustiado.

—¿Consideras qué estamos haciendo lo correcto?

—¿De qué hablas? —Preguntó ella sin alzar la vista.

—Hablo del hecho de estarnos involucrando con miembros de la jerarquía baja.

—¿Te importa tanto tu reputación? —Cuestionó ella mientras inhalaba para calmar su enfado.

—¡Estoy perdiendo a Natalia! —Gritó.

—¿Y por qué los culpas?

—Porque me he dedicado a protegerlos, los endebles no han aportado nada, no pueden ayudarnos, solo corren peligro, no están entrenados para lidiar con ese tipo de situaciones.

Ander.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora