Capítulo 33

24 4 0
                                    

La media mañana se observaba invadida por la calidez del sol que se escondía detrás de las montañas y la suave brisa de la neblina, el canto de los pajaritos armonizó los pasillos de la academia, el aire se coló por los ventanales y crujió con frescura.

El aula de clase se hallaba iluminado por los rallos de sol que coloreaban los ventanales en tonos claros y cálidos, en el aire se apreciaba el olor a pino que emergía de a los rededores del bosque, los alumnos se apreciaban entre sonrientes, envueltos en prendas pesadas y guantes calientes.

En el umbral de la entrada se posaron Paulina y Kenneth, enganchados del brazo.

Mariana izó las cejas con deslumbramiento ante la aparición de su amiga con el otro, detrás yacía Cristina que despegó la mirada de un libro para sin expresión posar la mirada en la rubia, Natalia los admiró con desdén y aquello le fue suficiente a la pareja para distribuirse, Paulina agachó la mirada y se acercó a sus amigos dejando al otro atrás, Kenneth por su parte, se mantuvo en el umbral, correspondiendo con filo la mirada de los alumnos.

—Te ves mejor. —Chistó Omar.

Paulina dejó salir una sonrisa.

—Ayer Kenneth me hizo sentir mejor. —Se limitó a explicar.

—Algo que nosotros no logramos. —Agregó Mariana recelosa.

—Solo necesitaba tiempo. —Defendió Cristina tocando el hombro de la rubia. —Me alegra saber que estás mejor, ¿cómo te sientes?

—No quiero hablar sobre mi padre ahora. —Evadió apartando la mirada.

—Entiendo. —Dijo Cristina.

—Necesitamos que estés estable. —Apremió Omar. —Están pasando cosas que requieren tu ayuda.

—No tienen que esperar a que esté estable, puedo ir está noche a la junta, después de la muerte de mi padre, nada puede afectarme más.

—No te fuerces. —Insistió Cristina,

—Está bien, los veré está noche.

Paulina tomó asiento y concentró su mirada a la pizarra que llevaba encima algunas anotaciones de Ana.

—Cuéntame que pasó ayer con Kenneth. —Indagó Mariana sentándose a su lado.

—Fue muy amable conmigo. —Dijo riendo. —Berenice nos preparó un café y pasamos la tarde entera charlando.

—¿Charlando?

La rubia asintió con la cabeza mientras sonreía.

—Intercambiamos anécdotas de nuestra niñez.

Mariana frunció el ceño al escuchar la respuesta de su amiga.

—¿Tuviste la confianza para contarle sobre ti?

—Él fue amable, anoche estaba muy deprimida.

Mariana se limitó a arrebatarle la sonrisa a su amiga y calló, sabía que algo andaba mal con Kenneth, pero en ese momento supo, que era más importante la felicidad de Paulina, restringió su opinión y posó la vista en Kenneth, su mirada se hallaba disfrazada, detrás de aquel brillo resplandeciente se escondía un ímpetu aciago y tenebroso, apartó entonces la mirada y se incorporó seguida de un calosfrió que le recorrió cada hebra de cabello y produjo que su piel se erizara.

—¿Por qué no lo invitamos a nuestro círculo? —Sugirió Paulina.

—Podemos proponérselo hoy a los demás. —Dijo Mariana sonriendo con falsedad.

Ander.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora