Capítulo 20

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La república mexicana está situada en una de las regiones sísmicamente más activas del mundo enclavada dentro del área conocida como el cinturón de fuego donde se concentra la mayor actividad sísmica del planeta, el temblor sacudió el centro de la república, con una magnitud de 4.5 percibido con una intensidad de Vlll.

El hermoso paraíso bibliotecario se encontraba lleno de escombros, miles de reliquias, tomos y pergaminos se habían desintegrado, los anaqueles se habían roto dejando por todo el salón miles de pedazos de madera, al poco tiempo habían sido reemplazados por nuevos anaqueles de madera oscura, candelabros modernos con una tenue luz, sillones de pana y una chimenea ubicada al fondo del salón.

La reconstrucción de la academia fue lenta, las clases pausaron varias semanas durante ese periodo de tiempo se atendió médicamente a los estudiantes heridos, llegaron en gigantescos camiones accesorios y material para reconstruir partes dañadas, cambiaron los paneles de control del cuartel, sacaron decoraciones del búnker como los instrumentos de música, para adornar el comedor, entre otras tantas remodelaciones.

David había recibido una cantidad exorbitante de cartas y comunicados exigiendo un registro del bienestar de los alumnos, cada solicitud se llenó y se mandó con éxito a sus respectivos destinatarios.

Mariana permanecía acostada sobre la camilla de hospital, inconsciente, rodeada de sus amigos que pasaron la noche en vela.

—Pudo haber muerto de hipotermia. —Bromeó Paulina.

—En realidad, era más probable que tuviera una contusión muscular, debido a las bajas temperaturas del agua y a la fisura del músculo trapecio. —Corrigió Cristina.

El hombro de la gótica se había dislocado, esta llevaba un cabestrillo debajo de las prendas.

—Pudo haberle pasado algo peor si no hubiera estado ahí. —Dijo Omar.

Suspiró cabizbajo, para antes de que Paulina pudiera formular un argumento motivador, Mariana se despertó de un sobresalto, paseando la mirada por el sitio intentando deducir su ubicación.

—Hola. —Saludó Paulina tomándola de la mano

No respondió y en su lugar lanzó una mirada asustadiza a su amiga.

—Estás en la enfermería. —Actualizó Cristina con atrevimiento.

—¡Vas a recuperarte, estarás bien! —Añadió Omar abrazándola, está se estremeció de dolor y lanzó un quejido, la había abrazado con tanta fuerza que lastimó su herida. — ¡Lo siento, lo siento! —Repitió con torpeza.

—¿Qué sucedió? —Hubo un silencio filoso. —Recuerdo haber estado en el centro de control, había agua y... —Pausó para tomar aire. —Alguien apareció.

—Te fisuraste un músculo. —Recordó Paulina.

—¿Fuiste tú Omar? —La ignoró.

Aquella pregunta causó un intercambio de miradas entre los otros.

—Fui yo. —Respondió sonriendo.

Parecía querer responder, pero su respiración se mostraba laboriosa, la anestesia aún seguía en su cuerpo, trayéndole problemas para expresarse.

Omar pasó la noche con ella, recargado sobre la camilla, se hallaba durmiendo cuando se levantó de un respingo, llena de sudor y temor, había estado teniendo la misma pesadilla todas las noches: corría sobre el pasillo, cuando el suelo se partía por la mitad, dejando a la vista una abertura profunda y rocosa, cada vez se hacía más estrecha, provocando que cayera sin fin, oyendo los lamentos de todos los estudiantes, al final caía sobre un montón de grava, en un sitio desconocido, sola, herida, al fondo de la tierra, escuchaba en la lejanía la voz de Omar diciendo su nombre, buscándola con ansias justo cuando esta intentaba trepar por la pared repleta de rocas para intentar regresar, se levantaba de golpe al resbalar con una piedra y caer nuevamente al abismo, sujetó la mano de Omar con fuerza y la acercó a su rostro para ponerla bajo su mejilla, este sintió el jalón y se despabiló.

Ander.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora