Capítulo 34

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La brisa de la mañana golpeaba su rostro con fuerza, alborotaba su sedoso cabello que danzaba con revuelo por el aire, silbaba en sus oídos con una limpieza fina y delicada, las oscuras telas de su atuendo bailoteaban con energía, las hojas de los árboles se movían al con paz del denso viento, dejando en el ambiente un aroma a pino y limón, todo aquello, lo disfrutaba la gótica mientras permanecía con los ojos cerrados sobre una adentrada colina del bosquejar, percibió a la lejanía el sonido del agua fluir proveniente de la cascada que nacía detrás del enorme cerro, agregó el ruido disparatado que se percibía de los coches que corrían con velocidad sobre la carretera, el graznido de un ave resonar en los alrededores, su respiración lenta y serena, las palpitaciones de su corazón, con normalidad, el sonido de una rama tronarse a su espalda con violencia, abrió los ojos con alerta y por encima del hombro estudió el espacio. Vacío. Inhaló con profundidad y volvió a concentrarse en su meditación, pero aquel sonido crujiente la sobresaltó nuevamente, cuando abrió los ojos y alzó la mirada halló a Kenneth estudiándola a unos metros.

—Éste no es lugar para que una señorita esté merodeando sola a tempranas horas de la mañana. —Dijo él.

—¿Y qué te hace creer que estoy sola?

Kenneth río con finura y se acercó más a ella hasta quedar a unos centímetros.

—¿Qué haces aquí? —Quiso saber él.

—Lo mismo te pregunto. —Respondió ella en un tono dulce.

—He venido admirar la hermosura que emite...

—El paisaje, ¿cierto? —Interrumpió ella.

—No hablaba del paisaje, me refería a usted señorita.

Cristina dejó salir una risa sarcástica.

—Veo que el romance no es lo tuyo, quizá no comprendas muchas metáforas en español.

Él mofó.

—Supongo que no, señorita.

—Mi nombre es Cristina. —Afirmó con dureza.

Kenneth se tomó unos minutos para analizarla, él sabía perfectamente su nombre, conocía cada detalle de su vida, la gótica tenía una luz exterior que pudo admirar con simpleza, le transmitía paz, sabiduría, una enigmática esencia quisquillosa y misteriosa, Kenneth se enajenó, se dejó intimidar por su mirada, por su seriedad, no imaginó que en persona resultara tan maravillosa, a su causa se quedó callado viendo con dedicación su grandeza, ella pestañeó con lentitud y se giró para corresponderle la mirada.

—Es un placer. —Contestó él casi mecánicamente.

—¿Prefieres que te hable en inglés?

—¿Eres bilingüe?

—Dominar el inglés es un requisito para ingresar. —Le respondió.

—I didn't know.

—Where did you get trasnferred from? —Preguntó ella.

—Canadá.

—Debió ser duro.

Desde que llegó nadie había tocado el tema, lo que le pareció particularmente amable y le hizo sonreír con torpeza.

—Lo fue. —Dijo con su sonrisa. —A pesar de eso, no me siento seguro aquí.

—En ningún lado lo estás. —Secundó ella.

Kenneth se mantuvo embobado en su rostro y al ella fruncir el ceño con desentendimiento, preguntó con torpeza:

—¿Vienes aquí con frecuencia?

Ander.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora