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La neblina espesa se filtraba por las ligeras aberturas de las ventanas dentro del aula de clase, los colores del amanecer pintaban de tonos opacos las paredes y creaban sombras en los muros del sitio, entre parloteando los alumnos entraron con normalidad intercambiando comentarios y sentándose en sus lugares habituales.
Cargando los libros sobre el pecho Paulina fue la última en entrar presurosa luego de que Ana cerrara de un portazo e intimidara a los estudiantes con el estridente eco que producían sus pesados tacones negros.
—¡Atención! —Solicitó Ana. —Ingresó un alumno nuevo que fue transferido por motivos de seguridad, voy a pedirles que lo integren correctamente. —Clamó clavando la mirada al rincón del sitio de donde emergió un alumno que se abrió paso entre la neblina y las miradas. —Preséntese. —Le ordenó con firmeza.
El chico alzó a mirada y admiró a los alumnos con superioridad y una ligera sonrisa que delató su picardía.
Llevaba puesto el uniforme de la escuela sin omitir ninguna característica, su tez era blanca y radiante, tenía el cabello negro, bien peinado con gel, sus ojos llevaban puesta una oscuridad que estudiaba con rapidez cada rostro de los estudiantes que respondían con miradas retadoras, lo rodeaba una nube de neblina gris que le otorgó un aspecto enigmático y misterioso, se humedeció los labios mientras posaba la mirada sobre Karen.
Carraspeó.
—Soy Kenneth, mis únicas intenciones son regir mis responsabilidades académicas, por lo que agradecería su cálida integración.
La voz de Kenneth vibró por los espacios silenciosos y fríos del salón, su voz era gruesa y precisa, pareciera que advertía su aparición.
—Bien. —Agregó la directora. —Les pido que lo apoyen en cualquier inquietud académica, su lenguaje natal es el inglés, por lo que también les pido que lo apoyen con el español.
Kenneth caminó por el pasillo, devorando con la mirada la dulce y asustadiza cara de Mariana.
—Damos inicio a la asignatura de tecnología. —Voceó. —El tema que trataremos hoy será la robótica, para comenzar, pediré que Raúl Valpuesta y Natalia Román debatan el tema para comprenderlo.
Raúl se levantó con lentitud para encaminarse al frente de salón y adoptar una postura firme y serena, Natalia tardó unos segundos escarbando entre algunas carpetas que reposaban en su banca y acto seguido caminó hasta quedar frente a Raúl con una sonrisa vaga.
—Raúl estará en contra, Natalia a favor, tendrán 2 minutos en el reloj de arena.
Informó dejando caer el artefacto de arena en el escritorio.
—Fundamentándome en expertos en nanotecnología, los robots pueden soportar un ambiente hostil de espacio interplanetario, están hechos para que las atmósferas planetarias no afecten su estado físico y rendimiento, pueden reemplazar a los seres humanos en muchas áreas de trabajo, asumir mayores responsabilidades y pueden ser programados para manejarse por sí mismos. —Dijo Natalia entre revisando sus notas.
—Es importante recordar que, los robots necesitan un suministro de energía, necesitan mantenimiento para funcionar, el capital que invierten los establecimientos de gobierno y tecnología es escaso para desarrollar su software. —Añadió él.
—Los robots...
—A demás. —Interrumpió Raúl con descaro. —Pueden almacenar grandes cantidades de datos, pero el almacenamiento, acceso y recuperación no es tan efectivo como el cerebro humano, su rendimiento es limitado.
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Ander.
Mystery / Thriller¿Dinero, belleza, ambiciones? En esta academia lo que importa es el trabajo de tus padres y que tan preparado estás para enfrentarte a todos los peligros que corres.