Capítulo 37

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El reflejo de Natalia en el espejo se pintó de tonos fríos y una brisa fresca, provenientes del alba que se filtraba por la ventana, el reloj que yacía sobre el tapiz, anunció las cinco y media de la madrugada, pasó el cepillo por su sedosa melena dorada, de una pequeña bolsa sacó una máscara de pestañas para colocarla sobre las mismas, con lentitud y concentración, parpadeo lentamente dejando que el producto se distribuyera, por encima del hombro apreció nuevamente el reloj y acto seguido tomó su abrigo negra y lo vistió, sobre las prendas roció una fragancia sutil y acaramelada, salió de su habitación, sobre el pasillo corrían sientas de alumnas que andaban de un lado a otro, se mezcló entre la multitud hasta descender las escaleras de mármol y llegar al aula de clase que se encontraba poco iluminado, casi desierto y con una baja temperatura, atravesó el salón sin alzar la mirada, viendo únicamente la reluciente punta de sus botines, cuando hubo llegado a su asiento ubicado al frente del sitio, dejó caer su mochila a un costado y se sentó para sacar un libro del bolsillo y colocarlo encima del pupitre.

—Te ves hermosa hoy. —Erick apareció detrás y le susurró aquellas palabras con dulzura, esta se volvió a él, Natalia lo abrazó como si fuese la última vez que lo viera, sabiendo que a partir de ese día lo perdería para siempre, Erick apretó el abrazo y aquello la entristeció de inmediato, hundió su rostro en su pecho y permaneció unos minutos hasta que Erick se apartó.

—Parece que alguien está sensible. —Mofó él.

—Tengo que hablar contigo hoy. —Dijo ella cabizbaja.

—¿Sobre qué?

Ella no respondió y en su lugar le depositó una mirada brillosa y apesadumbrada.

—Te espero en mi habitación a las 7. —Contestó con frialdad.

Erick frunció el ceño con perplejidad.

—Ahí estaré, nena.

Ana entró al aula llenando de instrucciones a los alumnos, pero Natalia permaneció en pie, perdida en sus pensamientos, sin escuchar a la directora, admirando únicamente el gesto de sus compañeros, la energía que desbordaban, la audacia con la que atendían a las exigencias de Ana, giró su cabeza alborotando su melena y posó la mirada en Mauricio que se hallaba sentado en su lugar, prestando atención al frente, con el brazo recargado encima de un grueso libro, se preguntó si él era lo que quería, si realmente la hacía feliz al no encontrar respuesta a dichas cuestiones, suspiró y se sentó con lentitud, pasando desapercibida frente a los demás, fijó la mirada en Erick y algo dentro de ella le hizo sentir una profunda tristeza, estaba consciente de la decisión que había tomado, perdería a Erick, y pasaría a estar con Mauricio sin conocer si realmente la hacía feliz o era la fantasía que sembró, sus ojos se cristalizaron.

—Señorita Román, ¿quisiera darnos un ejemplo de un metal pesado?

—Por supuesto. —Respondió sonriendo con falsedad y sin salirse de su trance. —Los metales pesados tóxicos más conocidos son el mercurio, el plomo, el cadmio y el arsénico. —Al finalizar vio a la directora con sutileza.

La clase de Ana finalizó luego de proclamar que los exámenes finales comenzarían la siguiente semana y que iniciarían con el examen de química, por lo que Rafael los esperaba a primera hora en el laboratorio.

El atardecer envolvió las instalaciones del instituto, asentando las paredes y los aposentos de colores cálidos y llenos de enigma, dado que había llegado el fin de semana la hora establecida para dormir era de un lapso de tiempo más prolongado, aunque fortuitamente los alumnos violaban aquella ley con sigilo, Paulina reposaba en la barra del comedor, sorbiendo de una pajilla una malteada, llevaba un gesto meditabundo, había pasado toda la noche despierta, merodeado por su habitación y repitiendo en su mente las escenas que había vivido con Kenneth, había estado reprimiendo todos aquellos sentimientos de desasosiegos y tras la necesidad de compresión optó por arrebatarse, Omar entró, llevaba consigo una gran angustia, los ojos de Paulina se abrieron con escándalo, cuando él se sentó a su lado en silencio y mantuvo la mirada al frente.

Ander.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora